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Memoria de los voluntarios rusos en la Guerra Civil

El País, | 24 septiembre 2009

«Los rusos en la Guerra de España», que se exhibe en el Conde Duque, informa sobre la presencia de 2.150 voluntarios de la URSS en la contienda civilRAFAEL FRAGUAS – Madrid – 24/09/2009

La presencia, estadía y participación de voluntarios de la Unión Soviética en la Guerra Civil española vertebra la exposición inaugurada este miércoles miércoles en el centro cultural Conde Duque del Ayuntamiento de Madrid, a cargo del comisario Ricardo Miralles y con el patrocinio de la Fundación Pablo Iglesias, que preside Alfonso Guerra. La muestra exhibe en una sala abovedada de 600 metros cuadrados un relato, fundamentalmente gráfico, sobre el contingente de técnicos, instructores, pilotos, tanquistas, marinos, intérpretes y asesores militares y de inteligencia enviados a España a demanda del jefe del Gobierno español, José Giral, el 22 de julio de 1936, cuatro días después del intento de golpe de Estado contra el Gobierno electo de la República protagonizado por los generales facciosos Emilio Mola y Francisco Franco.

La exposición ofrece algunos datos que sorprenden, habida cuenta de las inercias creadas durante 40 años por la propaganda franquista: «El número de voluntarios rusos, ciudadanos soviéticos, que vinieron a España entre 1936 y 1939 fue de 2.150, y damos sus nombres, retratos y datos básicos de cada uno de ellos», explica Ricardo Miralles, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco. «Ese número del contingente rebaja mucho las cifras barajadas hasta ahora y, sobre todo, reduce de manera evidente la importancia objetiva que tuvieron en el desarrollo de la contienda civil española, a diferencia del número de combatientes enviados a luchar contra la República española por la Alemania de Hitler y la Italia mussoliniana, 19.000 hombres de la germana Legión Cóndor y 80.000 italianos, respectivamente», explica Miralles. Y precisa a continuación: «Los 35.000 comunistas de las Brigadas Internacionales que apoyaron a la República española, carecían de pericia y experiencia en combate», señala el comisario Miralles. Su procedencia abarcaba desde Estados Unidos hasta Senegal y en su seno figuraban muy pocos rusos de procedencia. Asimismo, Miralles asegura que entre los propios voluntarios de la URSS «su grado de cualificaciónn militar era tan solo intermedio».

La muestra da cuenta asimismo de número de aviones de la URSS que volaron en España durante la contienda, 648; los carros de combate, 347; las piezas de artillería, 1.186. Y ello frente a los 1.522 aviones germano-italianos y al doble de piezas de artillería y carros de combate puestos a disposición de Franco por el Eje de manera ininterrumpida entre 1936 y 1939. «El franquismo exageró la presencia rusa en España por razones propagandísiticas y minimizó la ayuda nazi y fascista, según demuestra la exposición. Además, es preciso tener en cuenta que entonces, la revolución soviética contaba tan solo con 19 años de vida y que la URSS no era, ni con mucho, la superpotencia que llegaría a ser luego, tras la Segunda Guerra Mundial», precisa Ricardo Miralles, que recuerda que fue el único país que con méxico, frente a la pasividad cómplice de Inglaterra, Francia y Estados Unidos, apoyó con voluntarios combatientes la legitimidad republicana contra los golpistas.

La ayuda rusa accedió a España de manera discontinua porque llegaba habitualmente a través de «igreks», barcos de transporte que tuvieron que vadear el cerco impuesto por la marina de Franco en aguas del Mediterráneo y desviarse al Atlántico y adentrar sus envíos por Francia, cuyo Gobierno abría o cerraba la frontera aleatoriamente, explica el catedrático donostiarra. «Quizá lo más diferencial que esta exposición muestra es la identificación de los 2.150 combatientes procedentes de la URSS, cosa que ha sido posible gracias a la Asociación de Voluntarios de la Guerra de España, con sede en Moscú, que recopiló esta documentación de manera minuciosa», explica Miralles. Este archivo fue ofrecido al de Salamanca, pero lo desdeñó y fue a parar al Arxiu Histórico de Catalunya, de donde procede. Asimismo, se han empleado documentos provenientes del archivo del PCE, donde fue hallada la relación gráfica de los combatientes, también de la propia Fundaciòn Pablo Iglesias, así como de la Biblioteca Nacional y de particulares, como el de Adeliana Kondratieva, una de las 204 intérpretes llegadas a España en 1936, que ayer estuvo en Madrid, o el archivo del comandante Juan Manuel Riesgo, con importantes registros sobre la aviación durante la Guerra de España.

En el montaje, de Aurora Herrera, se incluye una grabación de «Salud España», una composición de 8 minutos ideada poor Dimitri Shostakovich. Además, se proyectan filmaciones y fotos-fijas con las identidades de los combatientes, así como textos conmovedores: es el caso de una comunicación oficial en el que las autoridades españolas piden pilotos rusos para el frente del Norte, a sabiendas, como se admite en el texto, de que tal frente ya se había desplomado y que los aviadores serían «sacrificados».

«Otra de las aportaciones de la exposición es que demuestra la falsedad del tópico según el cual, todos los ciudadanos soviéticos que combatieron en España fueron inmediata y posteriormente aniquilados durante las purgas de Stalin», dice Ricardo Miralles. «Algunos, como Rodion Malinovski, llegaron a las esferas supremas de la dirección militar, pues fue ministro de Defensa, con Stalin», señala. Hasta cuatro años después de su estadía en España las purgas no comenzaron a afectar a los combatientes en España por lo que Miralles deduce que su eliminación obedeció a otras razones, como «las discrepancias con Stalin sobre la inminencia de un ataque de Hitler contra la Unión Soviética».

La muestra da noticia asimismo sobre la presencia de agentes del espionaje de Stalin durante la guerra de España, si bien sus actividades son más conocidos por la abundancia de publicaciones al respecto. También se han visto muy deformadas por la propaganda franquista y durante la Guerra Fría. Llaman la atención numerosos despachos de Stalin y Voroshilov a las autoridades republicanas pidiendo evaluaciones sobre el comportamiento de los diplomáticos soviéticos destinadas en España, como el embajador Marcel Rosenberg, cuyas «pulsiones hacia el virreinato», denunciadas a Moscú por Madrid, le costaron el puesto, al igual que a otros representantes.

Como alarde documental y testimonial, con fotografías particularizadas e identidades completas, se muestran en la exposición los retratos de los 194 voluntarios rusos caídos en España, de quienes también da cuenta un extraordinario monumento funerario erigido en el cementerio de Funcarral de Madrid: numerosas efigies de soldados, marineros, obreros y campesinos, ciudadanos todos de la URSS, amparadas por una gran matrona rusa, se adentran en formación en un mapa de la piel de toro.

http://www.elpais.com/articulo/madrid/Memoria/voluntarios/rusos/Guerra/Civil/elpepiespmad/20090924elpmad_10/Tes