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Ángel Viñas y Fernando Hernández, Historiadores, autores del libro «El desplome de la República»

La Nueva España, | 31 octubre 2009

«Negrín fue el único en el bando republicano que no se equivocó de estrategia»Las Palmas,

Antonio G. GONZÁLEZ

-Un tópico a desmontar: que Juan Negrín (presidente del Gobierno entre 1937 y 1939) era una pieza del PCE y, por tanto, de Stalin. Y que por eso prolongó la guerra aun cuando la sabía perdida.

-Lo desmontamos de forma radical. Negrín cortaba el bacalao. Como presidente del Gobierno había diseñado la estrategia política. Lo tuvo claro. Y los comunistas le siguieron hasta el final. Ahora bien, en ese final necesariamente hubo una divergencia, y los comunistas, sabiendo que Negrín no era sincero con ellos, trataron -pero no pudieron- de articular una táctica en su contra. Negrín no se fiaba ni de su padre y jugaba sus cartas sin consultar a nadie.

-¿Y qué era lo que perseguía?

-Negrín intentó por todos los medios llegar a algún tipo de mediación internacional que presionara sobre Franco. Pero los franceses y los ingleses no estaban por la labor. Ya en noviembre de 1938 él sabía que iba a haber una guerra europea. Y pensaba que con la ayuda militar soviética podría aguantar hasta el estallido de la guerra europea. En enero de 1939 ya sabía que no podría aguantar y entonces adaptó su táctica, que fue aguantar sólo lo necesario para salvar a los cuadros y a los mandos republicanos. Negrín sabía que si no lograba ponerlos a salvo, las represalias, la represión, serían tremendas.Y toda la resistencia republicana a partir de entonces fue una resistencia funcional, encaminada a cubrir la retirada. Pero su plan fracasa y por eso Negrín se va.

Ángel Viñas y Fernando Hernández son historiadores y acaban de publicar «El desplome de la República», un libro que reivindica a Juan Negrín, el presidente del Gobierno español que sufrió la guerra. Hernández y Viñas tienen tras de sí decenas de publicaciones en torno a la historia contemporánea española, el período republicano, el Partido Comunista y la España del exilio, entre otros temas.

-Un segundo mito del final de la Guerra Civil es que Negrín trató de dar un golpe de fuerza interno ante el rechazo que causaba en el Ejército republicano su estrategia de seguir hasta el final fuera como fuera.

-La interpretación tradicional es que lo que estaba ocurriendo era un ascenso del PCE que iba a copar todos los puestos de responsabilidad y que Negrín le estaba allanando el camino. Esa idea de PCE todopoderoso no resiste el contraste con las fuentes. Cierto que había experimentado un gran crecimiento, de 21 diputados y cuarenta mil afiliados en 1936 había pasado a trescientos mil en 1939. Era, además, el partido con el apoyo exterior de la URSS que, con México, era el que suministraba material bélico a la República. Sin embargo, hay que resaltar que, en defensa de la República, el PCE buscaba una alianza interclasista con la burguesía democrática, etcétera, frente a la idea generalizada de que estaba por implantar una dictadura del proletariado en el campo republicano.Y, de hecho, siguieron a Negrín en su idea de concitar como fuera el apoyo de las democracias europeas.

-¿A qué se refieren cuando indican que Negrín tenía, en la dimensión española, una talla homóloga a la de Churchill o De Gaulle?

-Uno puede adoptar una buena o una mala estrategia; si adopta una mala estrategia, mala cosa, porque no va a ninguna parte. En cambio, la buena puede ir a buen o mal puerto, depende sobre todo de la instrumentación. En una guerra no se puede equivocar uno de estrategia. Y Negrín fue el único en el bando republicano que no se equivocó de estrategia. La suya, además, estuvo muy clara: consistió exactamente en que para hacer frente al fascismo invasor en España y al avance de Franco, que crecía con la cobertura de Hitler y Mussolini, había que hacer entender a las democracias europeas que la Guerra Civil era el primer capítulo de la guerra europea. Negrín intentó por activa y por pasiva hacer entender que España y las democracias europeas estaban en la misma onda. Esta estrategia era correcta. Si no tuvo resultado fue porque las democracias europeas no lo veían, estaban más interesadas en apaciguar a las potencias del Eje pues pensaban que podían así diferir la guerra europea, y en el fondo, a la República española, que la cocieran.

-¿Cuál fue el papel de Negrín en relación con las desavenencias continuas en el bando republicano?

-Hay que partir de la base de que, a pesar de que las fuerzas principales de la derecha no estaban, se habían pasado al bando franquista, Negrín presidió un Gobierno pluripartidista, donde estaba desde la izquierda burguesa, los socialistas, comunistas, anarquista, nacionalistas vascos, con tendencias distintas y visiones contrarias incluso de cómo gestionar la guerra. Él intentó darle coherencia a esa pluralidad, solventando el confuso período anterior de Largo Caballero, en el que el Estado republicano no acababa de restituirse y el ejército regular no acababa de fraguar. Negrín reconstruye el Estado republicano, por encima de toda la disgregación del poder, que había quedado en manos de comités partidarios, juntas, en cada lado. Fue el galvanizador del Estado republicano reconstituido, al que creía imprescindible para captar los posibles apoyos exteriores.

-¿Y, a estas alturas, qué fue del tan famoso oro de Moscú?

-Lo que se le achaca es mentira, directamente. Antes de que Negrín llegase al Ministerio de Hacienda, en septiembre de 1936, los republicanos ya vendían el oro de las reservas a Francia. Lo que pasa es que esa vía dejaba muchos cabos sueltos. Y se pasó a mandarlo a la URSS para impermeabilizar los envíos. Pero esa decisión la aprobó el Consejo de Ministros y tuvo el consentimiento expreso de Manuel Azaña, presidente de la República, y lo sabía Indalecio Prieto aunque luego dijera lo que dijo (acusar a Negrín de robo) por venganza y porque para manejar el Gobierno en el exilio debía primero cargárselo.

-¿Qué imagen social existe de Negrín? ¿Sigue siendo pésima o las cosas han cambiado?

-Sigue siendo uno de los grandes desconocidos de la política española contemporánea, lo que se debe a la leyenda negra que el franquismo fabricó. Ahora bien, yo que, además de historiador, soy profesor de instituto, le digo que, en general, la imagen de la República en los libros de texto es de una cosa convulsa y conflictiva que necesariamente debía acabar en guerra. La República aparece unida a la Guerra Civil, casi como algo indisociado. Mientras, el franquismo aparece unido a la Transición, como si la democracia fuera casi su consecuencia histórica, cuando en realidad el franquismo siempre reclamó la fecha del 18 de julio, con lo cual su hito fundacional sí que es la guerra. La República, por el contrario, fue entonces el último gran programa de modernización de España, casi en conexión con el período de la Restauración, y la Guerra Civil no fue en absoluto su consecuencia lógica ni necesaria. Todavía tenemos que romper con los esquemas heredados en los estudios de historia.

«Negrín fue el único en el bando republicano que no se equivocó de estrategia»

http://www.lne.es/sociedad-cultura/2009/10/31/negrin-consultaba-fiaba-padre/828129.html