El álbum definitivo del exilio español en Cuba
El hijo de un combatiente republicano traza, a través de 500 fichas, el mapa humano de la diáspora en la islaNATALIA JUNQUERA – Madrid – 27/10/2009
Una cantante lÃrica con el complicado nombre artÃstico de Dorini de Diso que perdió la voz en La Habana después de haber sido abandonada por su marido y haber perdido a su hija en un accidente. Un ex combatiente republicano que organizó, probablemente, las únicas partidas de dominó del mundo en las que podÃan sentarse juntos franquistas y ‘rojos’. O un arquitecto que ayudó a diseñar el edificio más alto de la isla. Son algunas de las historias recogidas en El exilio republicano español en Cuba (Editorial Siglo XXI), un volumen de 619 páginas que incluye 500 biografÃas de españoles anónimos que dejaron huella en la isla.
El autor, Jorge Domingo Cuadriello (La Habana, 1954) empezó a confeccionar ese complejo mapa humano de exiliados españoles en Cuba hace 15 años, cuando fueron a verle dos musas: la que atrapa a los investigadores cuando descubren una parcela de la historia sin explorar, y la sentimental. «Mi padre, asturiano, habÃa combatido contra Franco. En La Habana trabajó como jardinero en el cementerio de Cristóbal Colón y organizaba partidas de dominó con franquistas. QuerÃa escribir sobre eso», cuenta. «A la vez, me di cuenta de que, al margen de las grandes figuras (MarÃa Zambrano, Manuel Altolaguirre…) el exilio cubano estaba apenas sin estudiar porque no fue un exilio organizado, que contara con el apoyo del Gobierno cubano, a diferencia del chileno, por ejemplo. Los españoles que estaban en campos de concentración en Francia, se acordaban, a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial, de que tenÃan una madre, un primo, en Cuba… Y asà fueron llegando, poco a poco».
El exilio cubano no tiene foto, quizá por eso es menos conocido. No existen en este caso, las expresivas imágenes de barcos abarrotados en los que miles de españoles con la derrota en el rostro partÃan con lo puesto hacia México o Chile en barcos que se llamaban Sinaia o Winnipeg. «Pero fueron muchos», defiende Cuadriellos «y aportaron muchÃsimo a la medicina, la literatura o el periodismo en Cuba. De hecho, muchos habÃan nacido en la isla, emigrado a España y tras la guerra, regresado como exiliados al paÃs donde habÃan nacido. Esta es una caracterÃstica exclusiva del exilio cubano. También habÃan nacido en Cuba el general Mola y José Giral».
En 1939, además de los españoles, también empezaban a regresar a la isla cubanos que habÃan salido del paÃs a la espera de tiempos mejores, y exiliados judÃos, por lo que las autoridades pusieron restricciones. «Para entrar en la isla, en 1939, habÃa que pagar 500 dólares», explica Cuadriello. El problema, en muchos casos, se solucionó no con dinero, sino con picaresca. «El académico que ya estaba en Cuba invitaba a otro a dar una conferencia y una vez dentro…», afirma Cuadriello.
Muchos falsificaron su documentación y casi todos llegaron a la isla sin ni siquiera una partida de nacimiento, por eso, confiesa el autor, este libro es «una investigación más detectivesca, que histórica». Exprimidos los archivos, repasó cientos de esquelas, llamó a las puertas de viudas e hijos de exiliados y en algún caso, los localizó a golpe de intuición usando la guÃa telefónica. Murieron en Cuba, pero como españoles, añade el autor, porque no hubo entre los exiliados otro tema de conversación que no fuera España. El ex vicepresidente Alfonso Guerra, que prologa el libro, cita la Divina Comedia en la que Dante le habla al exiliado: «Abandonarás todas las cosas que más has amado: esa es la primera flecha que dispara el arco del exilio. Experimentarás cuán amargo es el pan del prójimo y cuán duro es ascender y descender por la escalera de los demás».