La ley de la memoria histórica
Los que vivieron la guerra no quisieron olvidar; los obligaron a callar, que no es lo mismo que olvidar, a fuerza de castigos y amenazasSi me lo permiten desearÃa responder al Sr. Francisco Santana Camps respecto a su escrito dirigido a esta sección del Diari del dÃa 20 de Octubre, en relación a la Ley de la Memoria Histórica. Se queja dicho señor de que la reparación y el reconocimiento de las vÃctimas de la Guerra Civil Española, que postula dicha Ley, es injusta puesto que solamente reconoce a las vÃctimas de un solo bando y trae a colación los asesinatos de Calvo Sotelo y José Antonio Primo de Rivera. Respeto, naturalmente, su opinión pero discrepo de forma radical; la historia de cualquier guerra la escriben siempre los vencedores y sus muertos se convierten automáticamente en «mártires de la patria» y pasan a ser objeto de respeto y veneración para el resto de ciudadanos. Por las buenas o por las malas. El Sr. Calvo Sotelo y el Sr. Primo de Rivera ocupan sendos mausoleos en el Valle de los CaÃdos, ese monumento vengativo levantado en honor de los vencedores con el sudor y la sangre de los vencidos; durante más de cuarenta años los pueblos y ciudades de este paÃs han ostentado en lugares preferentes altares y monolitos funerarios con los nombres de los ‘caÃdos por Dios y Por España’ de cada lugar y hasta la Iglesia Católica continúa en la actualidad con su labor de beatificación de los ‘mártires de la cruzada’, (por supuesto del bando vencedor). Dudo pues que exista mayor reconocimiento para estas vÃctimas. En cambio a los vencidos nadie les ha erigido obeliscos ni escrito sus nombres con letras doradas en lápidas de mármol sobre las fachadas de iglesias, catedrales y cuarteles sino que continúan pudriéndose en fosas comunes junto a las cunetas o en parajes apartados de los cuales apenas si sus deudos tienen conocimiento. Realmente creo que no existe tal injusticia.
Sr. Santana, no se equivoque. Los que vivieron la guerra no quisieron olvidar; los obligaron a callar, que no es lo mismo que olvidar, a fuerza de castigos y amenazas. No cicatrizó esa herida como usted afirma sino que se cerró en falso y por tanto era lógico que volviese a sangrar. Posiblemente cuando de verdad se haya hecho justicia y la Ley de la Memoria Histórica se cumpla con todas sus consecuencias podamos comenzar a hablar de olvido.
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