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Volveré a pisar las calles nuevamente…

José María Pedreño: La Trinchera Roja, | 13 octubre 2009

Noticias del Encuentro Internacional “Procesos de memoria, ciudadanía y recuperación de lugares de conciencia” organizado por Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi, en Santiago de Chile

Encuentro Internacional “Procesos de memoria, ciudadanía y recuperación de lugares de conciencia”

Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi. Santiago de Chile, 15 al 17 de octubre.:

http://www.foroporlamemoria.info/2009/10/encuentro-internacional-%E2%80%9Cprocesos-de-memoria-ciudadania-y-recuperacion-de-lugares-de-conciencia%E2%80%9D-2/

Aquí estoy, en Chile, escribiendo en una terraza con una maravillosa vista de los Andes al frente.

Tras un duro viaje de 13 horas en avión, llegué al aeropuerto de Santiago sobre las 8:00 horas, horario de Chile. Me esperaban en el aeropuerto mi hermana (Rut) y mi cuñado (Julio).

Lo primero que me recomendaron mis hermanos fue que desayunara para que mi cuerpo se empezara a adaptar al nuevo horario (son 5 horas de diferencia), me aseara e intentara, una vez llegada la noche (sobre las 19:00) mantenerme despierto todo el tiempo posible.

Lo primero que me impresionó fue ver que, a modo de M-30 chilena, Santiago es atravesada por una gran autovía. Las señales (la señaléctica dicen aquí) son muy similares a las que tenemos en España. Los túneles recuerdan a los recientemente construidos en la M-30 madrileña; lo normal, ya que han sido empresas españolas las que han acometido las obras.

Mi hermana vive en un barrio que se llama Vespucio Norte; en una departamento de tres piezas (piso de tres dormitorios) con una amplia terraza con vistas directas a Los Andes que con sus nieves perpetuas se erigen vigilantes sobre Santiago.

Además de las cuestiones políticas que me traen a estas tierras, uno está deseando conocer las costumbres y la forma de vida que la gente común tiene. Cómo viven, de que viven, cómo se desarrolla su día a día. Recordando constantemente lo que sólo conocía a través del cine, los libros y las canciones de Violeta Parra, Víctor Jara, Quilapayún e Inti Illimani y las poesías de Neruda, no hago más que pensar en la canción de Pablo Milanés. Estoy deseando pisar “las calles de lo que fue Santiago ensangrentada y en una hermosa plaza liberada detenerme a llorar por los ausentes”.

Tras desayunar, asearme y cambiarme de ropa nos fuimos a comer a una viña. Las viñas de aquí tienen muy poco que ver con las nuestras (o tal vez mucho que ver, pero muy distintas). Cuando en Chile se habla de viñas estamos hablando de viñedos de varias hectáreas. En casi todas ellas no falta una vieja casa colonial transformada en restaurante. La uva es procesada en enormes bodegas. Si bien la cultura del vino la trajeron a Chile los españoles, en el siglo XIX se importaron esquejes de la variedad de uva francesa Cabernet Souvignon y los procesos de elaboración son más una herencia francesa que española.

Aunque todavía no he tenido oportunidad de relacionarme directamente con chilenos (aquí también hacen puente, aunque lo llaman sándwich), sí he visto que, una vez que se sale de las autopistas y se entra en carreteras secundarias, nos encontramos en un Chile distinto. Carreteras estrechas, mal mantenidas en las que los baches son la tónica general. Atravesamos pueblos que recuerdan a los poblados marginales españoles. Aquí, ese tipo de poblados, se ven por todas partes. Es la señal inequívoca de las grandes diferencias sociales existentes en el país y la prueba fehaciente de que las recetas neoliberales sólo sirven para que los pobres sean más pobres y los ricos más ricos. El contraste que parece existir entre la burguesía y las clases populares salta a la vista, parecen dos sociedades distintas que viven tan separadas la una de la otra hasta el punto de ignorarse. El efecto del golpe ha sido duradero ya que, incluso en democracia, las recetas neoliberales impuestas a sangre y fuego con brutales violaciones de derechos humanos han pervivido. Claramente, las tesis que algunos mantenemos respecto al desarrollo de la lucha de clases a escala global, se ven confirmadas al comprobarlo in situ.

En la viña donde estuvimos, tienen un museo que, frente a lo que imaginaba antes de entrar, me pareció muy interesante. Descubrí algo de la cultura mapuche, la de los guasos (el equivalente en Chile al gaucho argentino) y la de los polinesios de Rapa-Nui (la isla de Pascua). El vino es francamente bueno, en especial los blancos, y los tintos no tienen nada que envidiar a los mejores caldos de La Rioja, La Rivera del Duero o Valdepeñas.

A la tarde volvimos a Santiago. Mis esfuerzos por no dormirme fueron tremendos. Hay que tener en cuenta que, una vez llegas a Chile te encuentras que a las 7 de la tarde, para tu cuerpo son las 12 de la noche y son numerosas las horas en las que has dormido de mala manera en la butaca del avión.

Aquí, el neoliberalismo sigue rigiendo la economía. Prácticamente todo es privado. Los sucesivos gobiernos posteriores a la dictadura han mantenido su política de privatizaciones y se dedican sólo a regular, aunque la realidad política parece bastante más compleja de lo que se ve a simple vista. Los “Chicago boys” siguen siendo los capitanes de la economía y la izquierda institucional, en vez de rearmarse ideologicamente, sigue las tesis neoliberales sin vacilaciones.

EL día 11 me llevaron a Viña del Mar. Me recordaba cualquier ciudad de veraneo española, con sus hoteles de varias plantas, unas playas inmensas y miles de chilenos deseando disfrutar de ellas.  Aquí, en Chile, estamos en primavera y este es el primer fin de semana de buen tiempo. No había muchas personas bañándose, pero sí disfrutando de la playa. Los chilenos son muy familiares y grandes amantes de los niños. Les encanta pasear y jugar con ellos. Como íbamos con mi sobrino –en estos días cumple un año- toda la gente nos saludaba y decía cosas al crío. Me impresionó agradablemente la cultura de volar cometas (aquí lo llaman volantines). Siempre me pareció un símbolo de libertad ver volar una cometa, por lo que ver a tantos niños y tantos padres maniobrando la cuerda de sus cometas me alegró la vista y avivó mis recuerdos de haber hecho lo mismo con mi hijo.

A continuación visitamos Valparaíso. Está tan cerca de Viña del Mar que podríamos decir que son una sola ciudad, pero están separadas. Viña del Mar, con sus grandes torres de apartamentos frente a las playas representa el Chile rico y Valparaíso, con sus casas bajas de madera al Chile popular y pobre. Intenté visitar la casa-museo de Neruda en Valparaíso, La Sebastiana, pero estaba cerrada a la hora que estuvimos allí. Curiosamente, en medio de tanta pobreza se erguía un poderoso cuartel de carabineros (son el equivalente de la Guardia Civil y la Policía Nacional en España). No existe policía local, sólo los barrios ricos tienen una policía privada, para que las clases populares no se mezclen con la burguesía.

De vuelta paramos en una gasolinera con cafetería y una tienda “De Todo” (así se llaman las tiendas que hay en las gasolineras). Y, efectivamente, tenían de todo. Variaban algunas marcas y faltaban algunos productos de los que tenemos en España y, al contrario, también había muchos productos que nosotros no tenemos. Lo que sí es curioso es que, pares donde pares, hay todo tipo de productos para los niños. En cualquier tienda encuentras pañales, “potitos”, cucharas, baberos, etc. Como contaba antes, el amor por los niños es impresionante.

El día 12 subimos a Los Andes. Santiago queda en las mismas estribaciones de la gran cordillera, por lo que uno de los pasatiempos de los santiaguinos es hacer excursiones a la montaña. No había traído calzado adecuado, por lo que antes visitamos un mol (así llaman a los centros comerciales que poca diferencia tienen con los que hay en España ) para que pudiera comprar unas botas.

Los Andes son impresionantes. Subimos hasta los 2.000 metros de altitud aproximadamente y pude disfrutar ver el vuelo de varios cóndores.

Otra faceta que me gusta de los chilenos es su amabilidad y su facilidad para las relaciones sociales. Es fácil hacer amigos entre ellos y sienten una gran simpatía por los españoles.

Mañana día 13 comenzaré con el trabajo político que he venido a realizar. Me reuní con compañeros del PC Chileno en España antes de venir y dispongo de contactos que, a partir de mañana (que ya es día de diario) podré realizar y conocer con mayor profundidad la realidad chilena, ya que aquí, al ser puente, pasa como en España, los santiaguinos huyen a la montaña, al campo o a la playa. Hoy, me llamaron del C.C. del PCCh y quedé con ellos para vernos. Asimismo, los compañeros de Villa Grimaldi se pusieron en contacto para lo mismo.

José María Pedreño

Santiago de Chile a 12 de octubre de 2009.

http://josepedre.0fees.net/?p=429