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“Puertorriqueños en la Guerra Civil Española. Prensa y Testimonios 1936-1939”

La Librería de El Sueño Igualitario, | 3 noviembre 2009

De Luis A. Ferrao

Precio: 13 euros + gastos de envío por concretar

Interesados en adquirirlo contactar con La Librería de El Sueño Igualitario

libreria@cazarabet.com Tlfs.  978 849970  –  686 110069

208 páginas. 15 x 23 cm

 

Este libro es una serie de testimonios de puertorriqueños que de un modo u otro vivieron la Guerra Civil Española (entre 1936 y 1939 esta guerra asoló y dividió a España y llevó al poder al régimen fascista dictatorial del general Francisco Franco). Los testimonios que aparecen en este libro aparecieron en la prensa de Puerto Rico. Son de personas que estuvieron en España, de un bando y del otro, o que desde Puerto Rico apoyaban a los combatientes. Estas personas pertenecieron a todos los ámbitos de la vida del Puerto Rico de esa época, desde periodistas como José Enamorado Cuesta, a comerciantes prominentes como Dionisio Trigo.

El levantamiento militar, ocurrido entre el 17 y el 18 de julio de 1936, encabezado por los generales Francisco Franco y Emilio Mola, el cual puso fin al proyecto de una república democrática en España, desencadenó una brutal guerra de casi tres años de duración. El conflicto enfrentó, de un lado, al gobierno del Frente Popular, –una alianza de izquierdas empeñada en mantener un programa de reformas sociales y modernización que había resultado victoriosa en las elecciones generales de febrero de 1936– y, del otro, al bando nacional compuesto por la casta militar, los grandes terratenientes, grupos adinerados y la Iglesia Católica. Respaldando el pronunciamiento militar estaba la mayoría de la Guardia Civil, diversos grupos monárquicos y la Falange, el pequeño grupo fascista español.

Gran parte del libro está compuesto por una veintena de declaraciones de la Guerra Civil Española, altamente reveladores y que se presentan en conjunto, por primera vez. La mayoría de ellos se publicó durante los primeros seis meses del conflicto en periódicos y revistas de la época. Se trata de conmovedores relatos narrados para la prensa puertorriqueña por aquellos sobrevivientes que a duras penas pudieron salir de España, escapando de una guerra fratricida que sorprendió al mundo por su ferocidad y sus múltiples episodios de crueldad, destrucción y heroísmo.

La mayoría de estos testimonios procede de personas que para el 18 de julio de 1936 se encontraban en Madrid, Barcelona o en ciudades que, como Bilbao, se mantuvieron inicialmente en la zona dominada por el gobierno republicano. Por tal razón, sus narraciones sólo cuentan lo ocurrido en ese lado de la contienda. De lo que pasaba, durante ese primer año, en la zona nacionalista sólo pudo conocerse lo informado por los despachos de los servicios de prensa internacional. Los puertorriqueños que se encontraban en España en el momento de iniciarse la guerra civil pueden dividirse en tres grupos: estudiantes universitarios; puertorriqueños y españoles residentes en Puerto Rico que aprovecharon el verano de 1936 para visitar a familiares o simplemente ir de vacaciones; y puertorriqueños que residían permanentemente en España. Cabe destacar que entre los puertorriqueños del segundo grupo, la mayoría comerciantes o empresarios, se encontraban la familia Serallés, de Ponce (dueños de la destilería Ron Don Q), y los Fonalledas (dueños de extensas vaquerías). En aquel entonces, estas familias eran figuras altamente influyentes en Puerto Rico, miembros de las principales instituciones de la élite, social y políticamente conservadoras.

Los 20 testimonios van precedidos por un ensayo que sirve de contexto histórico, en el cual se ofrece un examen detallado de las características de la prensa puertorriqueña en la década de 1930. Es decir, la manera en que los periódicos cubrieron la guerra, qué fuentes de información utilizaron, y si se vieron parcializados por alguno de los dos bandos. Además, y por tratarse de uno de los episodios más controvertidos del conflicto, Ferrao analiza la manera en que la prensa abordó el asesinato de Federico García Lorca. Puertorriqueños en la Guerra Civil Española será de gran interés para el público en general, especialmente, para aquellos interesados en la historia militar de Puerto Rico y de España; así como también aquellos profesionales o estudiantes de periodismo.

Luis A. Ferrao es catedrático del Departamento de Ciencias Sociales en la Facultad de Estudios Generales, de la Universidad de Puerto Rico. Se doctoró en Ciencias Políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México y obtuvo un Diplomado en Historia y Relaciones Internacionales en la Universidad de París I. Ha publicado numerosos artículos en torno a temas de investigación como la Guerra Civil Española, el nacionalismo en Puerto Rico y aspectos de historia económica y cultural, sobre los que también ha dictado ponencias a nivel internacional.

El 18 de julio de 1936 los militares más conservadores del Ejército español se levantaron en armas contra la República. Este acto significaba el fin del experimento democrático realizado en España desde abril de 1931. La caída de la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera y el descrédito de la Monarquía habían posibilitado la proclamación de la II República Española como panacea que pretendía sacar al país de su histórico atraso. Sin embargo, los años que van desde 1931 a 1936 se convirtieron en fiel reflejo de las contradicciones de la sociedad española. De un lado muchos pedían un cambio social y económico profundo que acabara definitivamente con el poder oligárquico en España. Del otro, ese mismo poder, apoyado por el Ejército y la Iglesia, luchaba por defender su posición privilegiada.

Comenzó a escribirse la oscuridad, la caída de nombres inocentes, el sitiado de los hogares, la visita de la sangre tomando prisioneros. Días aciagos, de duelo, de fuga, de oraciones inútiles. Una guerra se hacía presente brindándose en poder a pocos, y diseminando miseria a muchos. El generalísimo Francisco Franco tomaba la silla de mando con mano de hierro. Los testimonios son abundantes y más en principio hacen la historia de La Guerra Civil Española. La orden de muerte bajo el comando Café mucho café, levantaba la sombra de la barrancas con los cuerpos violados por la pólvora. Federico García Lorca se fue de bruces una madrugada de agosto de 1936-la fecha, no quiero recordarla-en la fosa de Víznar, Granada, bajo la línea de fusiles de La Benemérita. Hoy, bajo otra España se exhuman los cadáveres, se recuerda el nombre triste, se aspira al verdadero descanso de aquellos que siguen preguntando: ¿Porqué me matan?

El Puerto Rico de 1936 estaba bajo el mandato del sombrío Blanton Winship, nombrado por el presidente y encargado de mantener el sometimiento de la colonia traspasada en el Tratado de París de España a los modernos Estados Unidos de Norteamérica, luego de la aplastante derrota sufrida por la Metrópoli en la Guerra Hispanoamericana. El Puerto Rico de 1936 transcurría con la enseñanza del inglés como primer idioma en las escuelas, con las líneas de resistencia al imperio en la voz de Pedro Albizu Campos, con seis periódicos circulando siendo El Mundo el de mayor difusión con unos 33,800 ejemplares diarios, dos cuerpos legislativos, interrogantes, fachadas, vida agraria, boleros, y la nostalgia.

El profesor Luis A. Ferrao de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras nos presenta su libro Puertorriqueños en La Guerra Civil Española, Prensa y testimonios 1936-1939 bajo la Editorial UPR. Veinte testimonios liberan sus letras en este libro revelador, ilustrativo, también dramático en la coordenada de los que escriben su historia bajo la nebulosa de la guerra.

En su contenido el libro inicia ubicándonos en el contexto histórico de la prensa puertorriqueña de antesala al conflicto ibérico. El recorrido abarca el pálpito de los principales diarios de circulación de la época, sus propietarios, directores, la mesa suscrita de los editoriales, el vuelo o sombra de los titulares, los anunciantes y el desfiladero de la censura de cara a la guerra. En nuestro país se sigue muy de cerca toda la trama del conflicto, la diatriba oficial o el colgadero de los telegramas que describen, o callan el episodio. Como en toda guerra la desinformación era un protagonista de primera fila, capaz de hacer zozobrar nombres, testimonios y lugares. Un caso que destaca Ferrao en su libro es el del supuesto asesinato del dramaturgo y Premio Nobel de Literatura español Jacinto Benavente y en ese mismo andamio los hermanos álvarez Quintero también escritores de renombre en la España previa al estallido. Con sensibilidad y señalando a sus autores en el tejer y destejer de titulares, ya sea en encubrimiento, ya sea en alejar al caudillo Francisco Franco-a quien bien le cabe el verso de nuestra Julia de Burgos al decir “sombra para tu sombra, general”- del fusilamiento de Federico García Lorca, titular macabro que recorrió el mundo y llenó de indignación a muchos.

La falsedad del titular del asesinato de Benavente y los hermanos álvarez Quintero originada en los cuarteles del general Queipo del Llano la noche del 18 al 19 de agosto de 1936 y difundida por Radio Sevilla en amplitud modulada al resto del planeta es sólo un ejemplo de la manipulación informativa. Sabemos ya de manos de biógrafos como Ian Gibson, residente en la Granada de los chopos y El Cante Jondo y quien nos ha brindado la vida y obra del autor de Romancero Gitano, Poeta en Nueva York, Así que pasen cinco años, y La Casa de Bernada Alba, que este entuerto noticioso iba en busca de desviar la atención del “realmente asesinado” García Lorca. También se reseña cómo Franco en una entrevista del periodista Ricardo Saen Hayes otorgada al diario La Prensa de Buenos Aires despacha el asunto del fusilamiento del poeta en la vertiente de “ese escritor murió mezclado con los revoltosos”. ¿Cinismo? ¿Versión de filas y aplausos? Nada, el caudillo se persignaba todas las noches antes de irse a la cama y encomendaba el antro de su alma a la divinidad.

La segunda parte del libro lo componen los nombres. Los nombres del testimonio. Los nombres cercanos a la fatalidad de la guerra. Allí el pasado no ha sido una estatua derruida en la oscuridad. El pasado encuentra sus lugares y los presenta al lector de manera intensa. La memoria es fiel a su rito de desenvolver las imágenes, lo vivido, la lección, el toque del miedo, la libertad del hallazgo. Desde el relato del doctor José Ramos Mimoso y de cómo la dinamita era usada por los mineros en el primer aviso de la reyerta, un Narciso Dobal y el entierro de Calvo Sotelo, la línea de fuego contada aún en llamas por los esposos Carreras-Travieso, Polonio García y la fatiga que provoca presenciar las vueltas de la muerte sobre unos militares, María Mercedes Martí y el profundo dolor de no decir ¡Viva España! junto a la resolución del zapatero con hacer de un sacerdote asesinado unas zapatillas, Bilbao, Santander, Sevilla y Zaragoza, los círculos del fuego en el reino del recuerdo, los combatientes republicanos, otra vez la memoria, la pregunta, el destino detonando la estancia en el territorio bajo el primer asomo de sangre, no se olvida la guerra, los días de la sombra, el sonido de la muerte, y otra vez la imagen definitiva.

Luis A. Ferrao nos brinda un libro contundente en todas sus facciones, incluyendo los roles prestados por la prensa puertorriqueña muy cercana al evento que aún sigue siendo titular de debate: La Guerra Civil Española. De eso se trata la historia en su más perfecto postulado: el no olvidar, el hacer conciencia, el de adjudicar los nombres de la justicia y los nombres del ahogo. Un libro importante que cumple con su trayecto, un libro que nos devuelve la advertencia de no repetir. Hoy, a muchos lustros del amargo evento, en un Puerto Rico más irresoluto que antes, con el dilema de la política, el crimen, los valores, la educación y el futuro, el tintero solamente derrama la pregunta que ha trascendido los siglos, ¿repetiremos el pasado?.

Puertorriqueños en la Guerra Civil Española, un libro escrito en la época necesaria, con la libertad de vivir todas la épocas.

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