La infancia que robó el franquismo
Los Centros de Menores de la DictaduraBLANCA ESPACIO. BARCELONA
A punto de cumplir 8 años, Mercè Torres entró en la Casa de la Misericòrdia de Barcelona. Era el año 1960. «La vida allà era muy triste… porque no eras nada, solo un número. Yo, el 61. Allà la sopa tenÃa gusanos, pasaba mucho frÃo y los castigos eran habituales». Pensaba que no lo resistirÃa, pero lo resistió. El de Mercè es uno de los testimonios que recoge la exposición Infà ncia robada. La protecció de menors en el franquisme, que hoy se inaugura (19.00 h) en el CIRD.
La muestra, creada por la asociación Grup de Recerca Històrica (Circare), reúne las experiencias de personas que durante su infancia fueron tuteladas por el Estado franquista y muestra la organización, el funcionamiento y la ideologÃa de las instituciones que se hicieron cargo de esos niños. Muchos, hijos de rojos y represaliados. Muchos más, hijos del hambre.
Cuando tenÃa 6 años, una enfermedad llevó a Amparo GarcÃa (1936) al Asilo de San Rafael. La directora era sor Virginia y sus castigos, un catálogo del horror. Una vez la encerraron con una niña muerta. Aún recuerda el olor de aquella habitación. Cuando fue la monja a buscarla le hizo tocar a la niña y le dijo: «¿Está frÃa?, pues más frÃa te vas a quedar si vuelves a mearte».
HabÃa centros para los dos sexos, pero mientras los niños aprendÃan un oficio, las niñas limpiaban y rezaban. El dÃa que cumplió 11 años, a Encarnació Hernández (1948) la metieron en un centro de Lleida con la promesa de estudiar. «Solo aprendà a bordar mientras rezaba rosarios y jaculatorias». Con su experiencia y la de otros muchos, Infà ncia robada hace visible el auténtico significado de aquella tutela.