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Ladrones de la memoria histórica

La Nueva España, | 2 noviembre 2009

Dos jóvenes roban el cuadro de Franco que colgaba desde hace décadas en la sidrería La Cuadra de Alfredo de NoreñaManuel NOVAL MORO

A pesar de críticas, comentarios y hasta peticiones casi formales, la sidrería La Cuadra de Alfredo mantenía desde la posguerra en una de sus paredes la foto de Francisco Franco. Formaba ya parte de su idiosincrasia. Su dueño, Luis Bobes, tenía a favor el refranero: «En mi casa mando yo, y si quiero rompo un platu, y si me da por la gana, echo-y de comer al gatu», y ni presiones ni leyes de la memoria histórica lograron hacerle descolgar el ya gastado retrato del Generalísimo. Hasta el pasado viernes.

La noche -imaginamos aciaga- de ese día dos individuos decidieron tomarse la justicia por su mano, y retirar del bar el símbolo franquista por excelencia. El establecimiento estaba a punto de cerrar y el personal estaba recogiendo. Fue entonces cuando, rápida y sigilosamente, entraron los dos individuos, descolgaron el cuadro y echaron a correr calle arriba.

Una camarera del bar de enfrente, La Antigua Estación, observó toda la maniobra. Dijo que habían sido dos jóvenes, uno moreno y otro rubio de perilla. El hijo del dueño a punto estuvo de pillarlos in fraganti, pero sólo pudo contemplar, impotente, cómo se alejaban con el preciado tesoro.

La intención del «asalto», que se ha convertido en la comidilla de Noreña, estaba bien clara. Los ladrones sabían a lo que iban, como quien entra en el Louvre directamente a por la «Gioconda». Tenían la oportunidad de robar otros cuadros, trofeos, bebida y hasta jamones, tesoros visiblemente más valiosos al margen de lo sentimental, pero no se llevaron nada. Fue un robo ideológico con todas las letras.

Ahora sólo queda esperar qué harán con el cuadro, si pasará a formar parte del tesoro secreto de un coleccionista clandestino, si se verá condenado a la destrucción o si alguien pedirá un jugoso rescate por su devolución. Por el momento, los hechos están denunciados y es posible que aparezcan los autores del robo.

Al igual que cuando el cuadro estaba colgado de la pared, seguramente ahora seguirá la controversia. Habrá quién lo eche de menos, no necesariamente porque extrañe al personaje retratado, sino porque formaba parte de la historia del bar, y habrá quien considere que el símbolo está bien retirado, aunque no por el método ilícito elegido. El caso es que con el robo del retrato se cierra una página de la historia de uno de los bares con más solera de Noreña, que ha cumplido ya 75 años, y que deberá plantearse la disyuntiva entre recuperar el símbolo perdido o buscar nuevos retratos en los que mirarse.

http://www.lne.es/centro/2009/11/02/ladrones-memoria-historica/828839.html