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Un hombre de una pieza

Lne.es, | 20 diciembre 2009

Aquilino Gómez Fernández es un exponente de los avatares del siglo XX y un ejemplo de coherencia

 

 

 

El historiador Rubén Vega repasa la vida de Aquilino Gómez, quien, junto a Honorina Álvarez Marrón, Cándido González Carnero y Juan Manuel Martínez Morala, recibe hoy el premio «Juan Ángel Rubio Ballesteros», que otorga la Sociedad Cultural Gijonesa

RUBÉN VEGA LNE Aquilino Gómez Fernández, a sus 95 años recién cumplidos constituye un acabado exponente de los avatares del siglo XX y un ejemplo de coherencia con unos principios ideológicos que han inspirado toda una vida de luchador. Como militante comunista que sigue siendo al cabo de más de setenta años de su ingreso en el PCE, mantiene actualmente una actividad que le hace publicar ocasionales artículos de opinión en la prensa burgalesa o velar por la memoria de las víctimas de la represión.

Crecido en Gijón, donde sigue residiendo su hermana y la mayor parte de su familia, y trasladado a Oviedo, donde se forma como mecánico ajustador en la Fábrica de la Vega, al estallar la guerra civil y encontrarse atrapado en zona sublevada abandona la ciudad, cruzando las líneas para incorporarse como combatiente en las filas republicanas. Este será el momento de su ingreso en el PCE, a cuyo ideario permanecerá fiel el resto de su vida. Con la caída del frente Norte, logra evacuar a Francia y se reincorpora de inmediato a territorio catalán, prestando sus servicios como trabajador metalúrgico en la construcción de aviones para el Ejército republicano.

Tras encontrarse entre los centenares de miles de combatientes y civiles inmersos en la retirada de Cataluña, va a parar, como tantos refugiados en aquel crudo invierno de 1939, a un campo de concentración en el sur de Francia, de donde logra salir gracias a su condición de obrero cualificado para trabajar en una empresa aeronáutica. En permanente contacto con el Partido, abandona su empleo cuando el curso de la Guerra Mundial hace que la producción de su fábrica se ponga al servicio de la ocupación alemana y pasa, bajo identidad supuesta, a desarrollar trabajos que no entrañen riesgo de colaboracionismo. Al mismo tiempo, desarrolla tareas en el aparato de propaganda de los comunistas españoles en Francia, colaborando en la elaboración de prensa y otros materiales al servicio de la Resistencia.

Tras la liberación de Francia, forma parte de los cuadros políticos que asumen el riesgo de incorporarse a la lucha clandestina y reforzar la resistencia antifranquista en el interior de España. Al cabo de dos intentos fallidos, logra finalmente cruzar la frontera y llegar a Asturias, donde desempeña la responsabilidad de agitación y propaganda en el Comité Regional encabezado por Casto García Roza. Detenido y torturado en Gijón en septiembre de 1946, pasa sucesivamente por las manos de la guardia civil en el cuartel de Los Campos y de la policía en la comisaría de la calle Cabrales (donde muere Casto Gª Roza a resultas de las torturas), ingresa en la cárcel de Oviedo hasta ser juzgado en consejo de guerra en el cuartel de El Milán. La sentencia le impone una pena de 25 años de prisión, a los que se añaden otras dos de tres años cada una en procesos aparte por sus actividades durante la guerra civil y por el paso clandestino de frontera. Permanece recluido en los penales de Burgos y El Dueso hasta diciembre de 1958, manteniendo de forma permanente en el interior de la cárcel una actividad militante como miembro de la organización comunista, en la que asume responsabilidades relacionadas con la solidaridad (reparto de ayudas, organización de las comunas?), la propaganda (difusión de noticias, elaboración de tarjetas postales…) y la formación (servicio de biblioteca, clases para otros presos?). El impenintente lector que ha sido toda su vida encuentra en la cárcel ocasión para completar su sólido bagaje cultural, en buena medida autodidacta.

En el tiempo que permanece en Burgos entabla relación con Venancia López (Nancy), hija de un maestro republicano «paseado» por los falangistas y sepultado en una fosa común. En adelante, Nancy será su «madrina de preso» durante todo el tiempo que permanece en prisión y posteriormente su esposa desde su boda -forzadamente religiosa- en Gijón en enero de 1959. No han vuelto a separarse desde que los barrotes de las cárceles franquistas dejaron de interponerse entre ambos.

Tras su excarcelación, fija su residencia en San Sebastián y trabaja en la factoría de Michelín en Lasarte hasta que se jubila. Habiendo aprendido en sus avatares vitales catalán y francés, llega a convertirse en la prisión de Burgos en improvisado profesor de idiomas, faceta de la que conserva aún diversos métodos y gramáticas. Una vez instalado en el País Vasco y ante la constatación de que buena parte de los trabajadores de su empresa hablan euskera y algunos de ellos comprenden con bastante dificultad el castellano, se hace el propósito de estudiar la lengua vasca, objetivo que figura entre los escasos que su férrea voluntad no ha sido capaz de superar.

Tras su jubilación, frecuenta las visitas a la localidad murciana de Mazarrón, donde llega a adquirir una vivienda. En ese tiempo, promueve y diseña el monumento que el ayuntamiento de Mazarrón ha erigido a los hijos de este municipio muertos en los campos de exterminio del nazismo. En los últimos años ha fijado su residencia en Burgos, donde igualmente ha velado por la preservación de la memoria y el respeto al lugar de enterramiento de las víctimas de la represión franquista en Estépar, fosa común en la que yacen los restos del padre de Nancy. Ha participado así mismo en la actividad política de los comunistas burgaleses, si bien en los últimos tiempos ha reducido su presencia dejando de asistir regularmente a las reuniones por razones de edad.

Tanto su sentimiento asturiano como su relación con Asturias han permanecido intactos, realizando visitas ya sea por motivos familiares o políticos, como fue la asistencia al homenaje a Horacio Fernández Inguanzo celebrado en 2008 en el Ateneo de La Calzada que indirectamente posibilitó que Irene Díaz y yo mismo tomáramos contacto para emprender una entrevista con destino al Archivo de Fuentes Orales para la Historia Social de Asturias. Sus reservas hacia los protagonismos personales y la modestia respecto a sus muchos méritos le hizo en un principio poner objeciones a nuestra pretensión de grabar una entrevista biográfica. En cierto modo, acceder a este papel es un servicio más que presta a la memoria de la causa por la que luchó y de tantos otros que lo hicieron junto a él y ya no están aquí para contarlo. En las muchas horas compartidas de forma intermitente en el último año y medio hemos encontrado al joven sportinguista, al cantante de un coro ovetense y de un ochote carcelario, al orgulloso trabajador metalúrgico, al combatiente republicano, al resistente contra el nazismo, al luchador antifranquista, al preso político, preservador de la memoria histórica y militante comunista? y, por encima de todo, a un veterano joven de mente, activo, vital, lúcido, cabal, sobrio, recio, ordenado, racional hasta extremos insospechados, de portentosa memoria, magnífico narrador, hospitalario anfitrión, virtuoso artesano que mantiene hasta hoy impoluto su pequeño taller y sus herramientas y, como toda su vida, sigue al pie del cañón para comprometerse con lo que considera justo. Un paisano de los de antes. Un hombre de una pieza.

http://www.lne.es/gijon/2009/12/18/hombre-pieza/849472.html