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Luis Rubio Chamorro, reorganizador de Izquierda Republicana

El País, 17/03/2010 | 18 marzo 2010

Fue uno de los reorganizadores de Izquierda Republicana, de cuya dirección ejecutiva formó parte durante la Transición

 

RAFAEL FRAGUAS

Luis Rubio Chamorro falleció el 2 de febrero en Madrid, donde había nacido en 1918 en pleno barrio de Las Letras. Fue allí, en el cruce de las calles de Fúcar con la de Atocha donde, siendo un adolescente, se sorprendió sobremanera al ver a centenares de modistillas festejar con un alborozo -según él, indescriptible- la proclamación de la República, cuya causa defendería ardorosamente desde entonces hasta el fin de sus días.

Luis Rubio Chamorro falleció el 2 de febrero en Madrid, donde había nacido en 1918 en pleno barrio de Las Letras. Fue allí, en el cruce de las calles de Fúcar con la de Atocha donde, siendo un adolescente, se sorprendió sobremanera al ver a centenares de modistillas festejar con un alborozo -según él, indescriptible- la proclamación de la República, cuya causa defendería ardorosamente desde entonces hasta el fin de sus días. De aquellas jornadas recordaba recientemente que presenció el derribo de la estatua de Isabel II en la plaza de la Ópera.

Incorporado desde hora muy temprana primero a la Federación Universitaria Escolar (FUE), organización estudiantil progresista decisiva en el derrocamiento de la dictadura de Primo de Rivera, y posteriormente a las Juventudes Libertarias de la CNT, dirigió tres años el semanario Juventud Libre, donde publicó numerosos artículos así como en la revista Estudios, de educación sexual. Para seguir la carrera de arquitectura, se matriculó en Madrid y desplegó a partir de entonces una extraordinaria pasión por el dibujo.

Con el estallido de la Guerra Civil, Rubio Chamorro se incorporó como voluntario al frente, concretamente a la defensa de Madrid, donde sirvió en un nido situado en las inmediaciones de la hoy carretera de A Coruña. Los bombardeos con antitanques contra su posición eran incesantes, recordaba recientemente. Un día, se presentó en la primera línea del frente el general José Miaja, jefe supremo de la defensa de Madrid, y mientras realizaba una inspección, al verle allí tan joven, le preguntó: «¿Mucho miedo, ¡eh soldado!?». «Sí general, pero sigo aquí, en mi puesto», le respondió. Muy pronto se integró en la XIV División que dirigía el líder anarquista Cipriano Mera, donde, gracias a su compromiso político y a su ardor combatiente, llegó a capitán de su Estado Mayor, para combatir en Guadalajara y pasar al XVI Cuerpo del Ejército en Valencia.

Al finalizar la contienda, intentó proseguir sus estudios, pero fue detenido y encarcelado en la prisión de Fuencarral, en Madrid. Tras pasar por distintos presidios, incluido el de Alcalá de Henares, salió en libertad e inmediatamente intentó reconstruir la disuelta FUE con otros universitarios, entre ellos Nicolás Sánchez Albornoz, con quien mantendría la amistad toda la vida y al que ayudaría más adelante, con otros, a preparar su fuga con Manuel Lamana del Valle de los Caídos, donde ambos cumplían condena. En 1946 fue encarcelado de nuevo y sufrió aislamiento en celdas de castigo. Con extremo detalle, narró las torturas sufridas en comisaría: «Entre otras, con cigarrillos encendidos apagados directamente sobre mi cuerpo, a manos de Roberto Conesa», explicaba recientemente. Rubio Chamorro aseguraba que el comisario había pertenecido en un principio a las Juventudes Socialistas Unificadas y que militaba en las organizaciones de barrio del área de General Lacy antes de pasarse al bando franquista y delatar y perseguir a compañeros republicanos.

Hace apenas unas semanas, en conversación con este diario, confesaba: «Aún hoy, a mis 92 años, me despierto por las noches aterrorizado y envuelto en sudor mientras mi mente cree que estoy siendo torturado todavía por aquel monstruo», relataba con emoción. Desde entonces, arrastraba un acentuado déficit visual a consecuencia de las penalidades y violencias sufridas.

Pese a ello, fue un apasionado lector y gozaba de una intensa formación literaria, nutrida como ateneísta desde su mocedad. Luis Rubio Chamorro fue uno de los reorganizadores de Izquierda Republicana, de cuya dirección ejecutiva formó parte durante la Transición. Desde el punto de vista profesional, desarrolló su carrera como delineante industrial. Su libro Tratado de dibujo geométrico y sus aplicaciones técnicas, prologado por Fernando Chueca Goitia, fue considerado un clásico entre arquitectos, aparejadores, técnicos y publicistas, en cuya formación científica influyó sobremanera. Por su esposa Carmina mostró siempre intensa y correspondida devoción. En 2002, Luis Rubio Chamorro fue galardonado con el Premio a la Lealtad Republicana.

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