El derribo de un paredón de la cárcel abrirá a la ciudad el patio donde al principio de la guerra se fusiló a decenas de personas, entre ellas el rector Leopoldo Alas

 

L. S. NAVEROS

La Guerra Civil y los años posteriores configuran una de las páginas más negras de la historia de España. También de la de Oviedo. Esa historia, escrita con sangre, tiene uno de sus paisajes ocultos en el patio de hombres de la vieja cárcel de Ciudad Naranco, el recinto donde fueron fusiladas decenas de personas en los primeros tiempos de la contienda, antes de que el enfrentamiento civil llegara a su fin en Asturias. Entre ellos, quizá el nombre más destacado es el del rector Leopoldo Alas, el hijo de Clarín, fusilado en febrero de 1937.

Este patio dejará de existir como tal y se abrirá a la ciudad este año, con las obras de urbanización del entorno del nuevo Archivo Histórico Provincial. Las obras prevén el derribo del viejo paredón de la cárcel, en el lateral del recinto que da a la actual plaza de Juan Pablo II y a la calle Quevedo. El paredón será sustituido por un muro de mampostería y verja, similar al cierre de la Junta General del Principado, en una obra incluida en el «plan A», que impulsa el Gobierno del Principado junto al Ayuntamiento de Oviedo. Quedará en pie, sin embargo, el torreón junto al que el ex rector, junto a otros muchos ovetenses y asturianos, perdió la vida, conocido como el «castillete del diablo».

«Este nombre no es único para la cárcel de Oviedo, hay castilletes del diablo en otras prisiones y fuertes, al menos desde el siglo XVII. Tiene origen legendario, quizá por el mito de que se apareciera en él el diablo en las noches de guardia», señala el historiador local Ernesto Conde. En Oviedo, así fue conocido por los presos, los guardianes y los vecinos del cercano pueblo de Ferreros el torreón del muro de la prisión más cercano a la cima del Naranco, el que se alza junto al antiguo patio de hombres de la prisión.

La profesora de la Universidad de Oviedo Carmen García García, en su trabajo «Aproximación al estudio de la represión franquista en Asturias: «paseos» y ejecuciones en Oviedo (1936-1952)», publicado en la revista «El Basilisco», señala que las sentencias de los juicios sumarísimos que dictaban los tribunales militares, cuando eran de pena de muerte, se cumplían en esos primeros tiempos en el patio de la cárcel de Oviedo o en el cementerio de San Pedro de los Arcos. Después, una vez finalizada la guerra en Asturias, las ejecuciones se hicieron en otros lugares, como el muro del cementerio El Salvador. En total, según este estudio, fueron ejecutadas en Oviedo en cumplimiento de sentencias de los tribunales militares del franquismo 1.339 personas.

Según un funcionario de la prisión, que trabajó en la vieja cárcel de Oviedo durante décadas, el patio de la cárcel donde se ejecutaban estas sentencias en los primeros meses de la Guerra Civil era el segundo, hacia la izquierda, entre los dos pabellones de hombres. Se hacía en ese lugar porque era el más espacioso, para evitar rebotes de balas. Según esta fuente, las ejecuciones se hacían al amanecer, hacia las cinco de la mañana. No fue así en el caso del rector de la Universidad -el único rector en ejercicio fusilado por el franquismo, junto con el de Granada, Salvador Vila-, que fue ejecutado por la tarde, a las 18.00 horas del sábado 20 de febrero de 1937, según el certificado de defunción, firmado por el alférez médico José Álvarez Cofiño.

La vieja cárcel de Oviedo, construida en 1907 y declarada monumento en 2003, encara una nueva vida como sede del Archivo Histórico de Asturias, después de años de proyectos y obras de rehabilitación. El nuevo archivo pretende abrirse a los ciudadanos, también con el derribo del muro más cercano a Ferreros. Un muro en el que se escribieron algunas de las páginas más oscuras de la historia reciente.

http://www.lne.es/oviedo/2010/03/07/castillete-diablo/882761.html