‘El proceso a Garzón nos retrata como paÃs’
Hicieron la transición aquellos que no lo necesitaban, mientras que los verdaderos destinatarios de dicho proceso se limitaron a formar una pantalla de impunidad y olvido obligado
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Fernando Holgado. Sant Pere de Vilamajor
Estoy sorprendido y entristecido por las maniobras del Tribunal Supremo para castigar al juez Baltasar Garzón por su osadÃa al pretender investigar los crÃmenes del franquismo. Sorprendido, por cómo se ha desmontado la operación de maquillaje de la transición y el mito creado sobre ese perÃodo; hicieron la transición aquellos que no lo necesitaban, mientras que los verdaderos destinatarios de dicho proceso se limitaron a formar una pantalla de impunidad y olvido obligado, habitual en cualquier régimen dictatorial. Repugna la prisa con la que a esta operación de derribo se han adherido polÃticos adictos al régimen y aprovechados que buscan anular las pruebas obtenidas de sus actividades corruptas mientras mantienen su apoyo electoral en las encuestas, haciendo bueno aquello de que tenemos lo que merecemos.
Garzón ha pecado de soberbia y vanidad en muchas ocasiones, pero su hoja de servicios a la democracia es intachable. Es uno de los nuestros, de los que no etiquetamos las dictaduras como buenas o malas según la ideologÃa teórica del régimen. La persecución que sufre Garzón nos retrata como paÃs y deja claro que tenemos una crisis. Pero no una crisis exclusivamente económica, sino una mucho más profunda, de base, moral, que nos hace ser un Estado de segunda por la incapacidad de honrar a ciudadanos que fueron eliminados por su ideologÃa. Este paÃs tiene que despertar y empezar a exigir que queremos ser dueños de nuestro destino, superando los intentos de los púlpitos, de las televisiones sectarias, de las ondas envenenadas y de las palabras cÃnicas de polÃticos corruptos que quieren convencernos de que seguimos siendo la España eterna.