Los testigos de Garzón que Varela se niega a escuchar
Varios de los testigos explican a ‘Público’ por qué la Ley de AmnistÃa no protege los crÃmenes del franquismo
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PERE RUSIÑOL – Madrid – 12/04/2010
Son 15 juristas o expertos de primera división mundial que suman décadas estudiando los derechos humanos y la legislación internacional. Han lidiado con los fueros que gracias a variantes diversas de leyes de amnistÃa protegÃan a dictadores como Slobodan Milosevic, Augusto Pinochet y Jorge Rafael Videla, entre otros. Y fueron citados por Baltasar Garzón como testigos para tratar de demostrar al Tribunal Supremo que no prevaricó al tratar de investigar los crÃmenes del franquismo.
Pero Luciano Varela, el juez instructor de la causa contra Garzón, los ventiló a todos de un plumazo en el auto del 7 de abril: no es necesario escucharles.
A algunos les rechaza educadamente porque dice que ya han dejado por escrito sus posiciones, pero a otros se los saca de encima sin ocultar el malestar que le genera la sugerencia. Por ejemplo, el ex fiscal Carlos Jiménez Villarejo, reclamado en su condición de miembro del Grupo de Expertos designado en el sumario de Garzón: «No se expone qué tipo de experiencia ha puesto a contribución en la causa en su dÃa tramitada, tampoco resulta útil para hacer visible la intencionalidad del imputado», sostiene Varela en su auto, que Garzón recurrió el sábado.
O Ricard Vinyes, historiador de la Universitat de Barcelona (UB), el mayor experto en el robo de niños a las madres del bando republicano tras la guerra: «No es pertinente la declaración de don Ricardo Vinyes, al que se pretende convocar para ilustrar a este instructor a fin de que pueda valorar lo horrendo de los crÃmenes relativos a secuestro de niños, por cuanto que, aún en la hipótesis de que el Instructor careciera de capacidad propia para tal valoración, esa constatación nada añadirÃa, ni restarÃa, a las razones de la imputación», escribe Varela.
Ley de AmnistÃa
La mayorÃa de los expertos fueron citados para tratar de demostrar que, al igual que ha sucedido en otros paÃses, la ley internacional impide amnistiar los crÃmenes más graves en derecho internacional, por mucho que asà lo decidieron normas nacionales. El haber ignorado supuestamente la Ley de AmnistÃa -aprobada en 1977, antes que la Constitución- es uno de los argumentos centrales que esgrime Varela para seguir adelante con las querellas presentadas por Manos Limpias y Falange.
Vinyes fue llamado en su momento por Garzón para ratificarse en el contenido de su libro Irredentas. Las presas polÃticas y sus hijos en las cárceles franquistas (Temas de Hoy), donde documenta cómo al menos 12.000 niños fueron arrancados de sus madres tras la guerra para extirpar el virus rojo de las nuevas generaciones. Y esta cifra incluye sólo
los casos hasta 1943.
«Las desapariciones infantiles no fueron un azar, sino un sistema muy bien planificado. No es como pasó después en Argentina, donde se hacÃa a escondidas. Aquà el régimen se enorgullecÃa. Si tenemos tantos datos es porque lo cuenta el Estado», explica Vinyes.
La raza y la democracia
«El sistema nació de unos experimentos de Antonio Vallejo-Nájera [jefe de los servicios psiquiátricos militares de Franco] con presas en Málaga, en los que supuestamente demostraba cómo la raza española, que según sus teorÃas existÃa con una base más cultural que genética, se habÃa ido deteriorando a medida que avanzaba la democracia», prosigue el historiador. Y añade: «De aquà salen la propuesta para evitar la transmisión cultural de madres a hijos: la segregación. Es decir, quitarles los hijos».
n 1949, este «sistema organizado» de robo de niños sigue operativo y se ha ampliado al extranjero, como demuestra un documento del Servicio Exterior de Falange para buscar hijos de republicanos fuera. «Es gravÃsimo que aún exista impunidad sobre estos crÃmenes», concluye Vinyes.
Uno de los mayores expertos en leyes de amnistÃa y en qué delitos prescriben según la ley internacional es Hugo Relva, consejero jurÃdico de AmnistÃa Internacional, que ha seguido muy de cerca todos los debates equiparables en América Latina: Argentina, Chile, Brasil, Perú. Es otro de los testigos solicitados por Garzón.
«En todos los paÃses, este tipo de leyes de amnistÃa tienen validez durante algunos años, pero siempre acaban cayendo. La única excepción es España», explica Relva en conversación telefónica desde Buenos Aires. «Lo más incomprensible es que además en España se castiga por poner en tela de juicio la legalidad de la norma, algo que en todos los paÃses con leyes de este tipo se ha hecho sin problema», agrega.
«Los derechos de las vÃctimas a ser oÃdas y a ir a un tribunal para recuperar restos están amparados por todos los tratados de derecho internacional suscritos por España, que además impiden amnistiar crÃmenes de lesa humanidad, de guerra y de genocidio», apunta Relva. Y concluye: «¡Qué ironÃa que esto suceda en España, que llevó a procesos a extranjeros que cometieron crÃmenes, y que luego no se pueda investigar los crÃmenes cometidos en el paÃs!»
Entre los testigos propuestos también hay varios juristas que, ya sea como jueces o como fiscales, han actuado contra grandes acuerdos polÃticos que, al firmarse, prometÃan impunidad y borrón y cuenta nueva: la suiza Carla del Ponte, ex fiscal del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia; el argentino Eugenio Raúl Zaffaroni, uno de los jueces que firmó en 2005 la nulidad de la Ley de Punto Final y Obediencia Debida; el chileno Juan Guzmán, que abrió causa contra Augusto Pinochet y ordenó la exhumación de cadáveres de vÃctimas de la dictadura pese al manto de silencio polÃtico, y el mexicano Sergio GarcÃa RamÃrez, ex presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, fuente de jurisprudencia para buena parte de los casos en América Latina equiparables a la causa que instruyó Garzón en España.
A todos estos expertos internacionales los rechaza Varela en un párrafo de su auto de la semana pasada. Lo hace con enfado evidente: «Solamente desde una apriorÃstica desconsideración, no ya del Tribunal enjuiciador, sino de la capacidad técnica de la defensa letrada de las partes, se puede entender necesario, ni siquiera útil, acudir a la opinión de otros juristas para formar el criterio que aquel enjuiciamiento reclama».
Otros paÃses
Previamente, Varela rechaza cualquier comparación con causas abiertas en otros paÃses: «La relación de causas penales abiertas por Juzgados Centrales de Instrucción contra otros individuos a los que se imputan otros delitos cometidos en otros paÃses tampoco resulta trascendente, en esta fase del procedimiento, para determinar cuál debe ser la subsunción de los hechos imputados al querellado en el ordenamiento jurÃdico español».
Sin embargo, la histórica sentencia argentina de junio de 2005 tiene muchos paralelismos con los argumentos de Garzón sobre los que pesa la acusación de prevaricación.
Zaffaroni la fundamentó asÃ: «Que desde ese momento [cuando se aprueban las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida] hasta el presente, el derecho argentino ha sufrido modificaciones fundamentales que imponen la revisión de lo resuelto en esa ocasión. AsÃ, la progresiva evolución del derecho internacional de los derechos humanos ya no autoriza al Estado a tomar decisiones sobre la base de ponderaciones de esas caracterÃsticas, cuya consecuencia sea la renuncia a la persecución penal de delitos de lesa humanidad, en pos de una convivencia social pacÃfica apoyada en el olvido».
Previamente, en 2001, la Corte Interamericana de Derechos humanos habÃa fijado los lÃmites de las leyes de amnistÃa o perdón con la rúbrica de GarcÃa RamÃrez: «Esas disposiciones de olvido y perdón no pueden poner a cubierto las más severas violaciones a los derechos humanos, que significan un grave menosprecio de la dignidad del ser humano y repugnan a la conciencia de la humanidad».
Aquel mismo año, 2001, Europa avanzaba en la misma lÃnea con la detención de Slobodan Milosevic, gracias en parte al Ãmpetu de Del Ponte. La ex fiscal es hoy embajadora de Suiza en Buenos Aires y no está autorizada a hablar públicamente de su etapa en La Haya. Pero tras la detención de Milosevic, que habÃa firmado bajo el auspicio de la comunidad internacional los acuerdos de Dayton que pusieron fin a la guerra de Bosnia, declaró: «Nadie está por encima de la ley o fuera del alcance de la justicia internacional. Hoy, la comunidad internacional demuestra con su determinación que las vÃctimas no serán olvidadas y que su historia será contada».
Abrir fosas
En una entrevista reciente con Radio Holanda Internacional, Juan Guzmán Tapia, el juez chileno que se atrevió con Pinochet, se expresó en términos parecidos a los que a Garzón le ha costado la acusación de prevaricar: «Está muy claro que ni la amnistÃa del año 1977 ni la prescripción se pueden hacer valer por esas muertes sistemáticas». Y remachó: «Es una norma de derecho internacional, y la única manera de investigar esto es abriendo las fosas».
Otro de los testigos rechazados por Varela es Hernán Hormazábal, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Girona, uno de los mayores especialistas en España en derecho penal internacional. A su juicio, «no hay ni la más mÃnima base técnica ni jurÃdica para procesar a Garzón».
«Las supuestas resoluciones injustas de Garzón son un trámite procesal formal, de los que se dictan miles cada dÃa», opina Hormazábal.
El catedrático concluye que no puede existir prevaricación cuando el origen del conflicto es el choque entre «dos posiciones doctrinales diferentes, ambas con fuerte arraigo doctrinal». «La manifestación de una opinión doctrinal formalizada en una resolución judicial no puede ser nunca prevaricación», concluye.
Su argumento coincide con el de Carlos Jiménez Villarejo, testigo también rechazado por Varela. El ex fiscal subraya que la Ley de AmnistÃa «es preconstitucional y se acordó en condiciones de desigualdad, en un proceso conducido por franquistas, como muy bien contó en sus memorias Rodolfo MartÃn Villa [ex ministro de Gobernación de Adolfo Suárez y hoy presidente de Sogecable]».
«Por más que haya posiciones jurÃdicas discordantes, no puede impedirse que la causa se abra y menos aún imputar al juez por ello», recalca Jiménez Villarejo, muy preocupado porque a Garzón «ni siquiera se le permite practicar pruebas», lo que en su opinión vulnera «el principio básico del derecho a un juicio justo».
El ex fiscal no sale de su asombro: «A los acusadores, en cambio, se les acepta todo. Salvando las distancias, el proceso se asemeja cada vez más y de forma muy peligrosa a los juicios que se realizaban durante el franquismo».
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http://www.publico.es/espana/305494/testigos/garzon/varela/niega/escuchar
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Los testigos desdeñados
PERE RUSIÑOL – Madrid – 12/04/2010 08:25
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C. Jiménez Villarejo: Ex fiscal jefe de la Audiencia de Barcelona y ex responsable de la FiscalÃa Especial Anticorrupción. Miembro del grupo de expertos designado en el sumario para investigar el franquismo abierto por Baltasar Garzón.
«Por más que haya posiciones jurÃdicas discordantes, no puede impedirse que la causa se abra y menos aún imputar al juez por ello. A Garzón ni siquiera se le permite ahora practicar pruebas, lo que vulnera el principio básico del derecho a un juicio justo. A los acusadores, en cambio, se les acepta todo».
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Carla del Ponte: Embajadora de Suiza en Buenos Aires. Especialista en crÃmenes de lesa humanidad y genocidio.
Como fiscal del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia fijó sus argumentos jurÃdicos.
«Nadie está por encima de la ley o fuera del alcance de la justicia internacional. Las vÃctimas deben poder ver que existen mecanismos efectivos para llevar a los acusados ante un tribunal al que rendir cuentas de sus acciones».
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Hernán Hormazábal: Catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Girona, especialista en derecho penal internacional. Ha acudido a Naciones Unidas solicitando que la relatorÃa especial para la independencia judicial proteja a Garzón.
«No hay ni la más mÃnima base técnica ni jurÃdica para procesar a Garzón. Las supuestas resoluciones injustas son un trámite procesal formal, de las que se dictan miles cada dÃa, y nadie salió perjudicado porque no llevaban aparejadas medidas cautelares de carácter personal».Â
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Raúl Zaffaroni: Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, experto en derechos humanos. Fue uno de los redactores de la sentencia de 2005 que declaró nula la Ley de Punto Final y Obediencia Debida.
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«La progresiva evolución del derecho internacional ya no autoriza al Estado a tomar decisiones cuya consecuencia sea la renuncia a la persecución penal de delitos de lesa humanidad, en pos de una convivencia social pacÃfica apoyada en el olvido».
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Hugo Relva: Coordinador del Programa de Justicia Internacional de AmnistÃa Internacional. Ha participado en los grandes procesos de América Latina que han anulado leyes de punto final.
«En todos los paÃses, este tipo de leyes de amnistÃa tienen validez durante algunos años, pero siempre acaban cayendo. La única excepción es España. ¡Qué ironÃa que esto suceda en el lugar que permitió que se abrieran procesos a extranjeros!».
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Juan Guzmán: Director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Central de Chile. Ex jefe instructor en Santiago de Chile, abrió varias causas contra los responsables de la dictadura de Pinochet.
«Ni la amnistÃa del año 1977 ni la prescripción se pueden hacer valer por las muertes sistemáticas. Prevalece el derecho internacional y la única manera de investigar esto es abriendo las fosas».
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Ricard Vinyes: Profesor titular de Historia Contemporánea de la Universitat de Barcelona (UB). Autor de ‘Irredentas. Las presas polÃticas y sus hijos en las cárceles del franquismo’ y experto en memoria histórica.
«El franquismo montó todo un sistema para quitar los hijos a las madres a partir de unos experimentos con unas presas en Málaga, que supuestamente demostraron el deterioro de la ‘raza española’ por culpa de la democracia. La base era evitar la transmisión cultural de madres a hijos. Y estos crÃmenes siguen impunes».
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Sergio G. RamÃrez: Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entidad que presidió entre 2004 y 2007.En sus sentencias recogió parte de la doctrina que servirÃa de base para anular leyes de punto final en América Latina.
«Las disposiciones de olvido y perdón no pueden poner a cubierto las más severas violaciones a los derechos humanos, que significan un grave menosprecio de la dignidad del ser humano y repugnan a la conciencia de la humanidad».
Ni uno solo de los expertos solicitados por Garzón ha sido aceptado
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José Ricardo de Prada, Ramón Saez Valcárcel y Clara Bayarri. Magistrados de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Los tres jueces emitieron un voto particular el 14 de diciembre de 2008 defendiendo la instrucción de Baltasar Garzón. Empezaba asÃ: «Los hechos a que se refiere este sumario son constitutivos de crÃmenes contra la humanidad y de crÃmenes de guerra. Esta calificación procede del Derecho Internacional Penal y se ha recibido en nuestra legislación interna». Varela rechaza citarles porque «dichos magistrados han dicho en su voto particular cuanto consideraron conveniente expresar».
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Javier Zaragoza. Fiscal jefe de la Audiencia Nacional.
Aunque la fiscalÃa se opuso a la causa contra el franquismo, la defensa de Garzón considera que la fiscalÃa nunca insinuó que el juez prevaricara. Varela no quiere escucharle porque «su criterio resulta ya, extensa y nÃtidamente, expuesto en las diversas alegaciones y dictámenes presentadas en las actuaciones.
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Joan Garcés y Fernando Magán Pineño. Abogados
Los letrados presentaron las querellas que fueron admitidas a trámite por Garzón, en nombre de la nieta de Juan NegrÃn, el último presidente republicano durante la Guerra, y las asociaciones de vÃctimas y de memoria histórica. El auto de Varela rechaza escucharles porque «los denunciantes ya se han expresado, y nÃtidamente, sin que su discurso afecte a la calificación del comportamiento del imputado».
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Eduardo Freiler. Presidente de la Cámara Federal de Buenos Aires.
El jurista argentino desempeñó, como Eugenio Raúl Zaffaroni, un papel clave en la anulación en Argentina de las leyes de obediencia debida y punto final. Varela le agrupa al resto de expertos internacionales: la propuesta de que testifique sólo puede entenderse «desde una apriorÃstica desconsideración» tanto del Tribunal como de las partes.