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Miedo Versus Democracia

Rafael López Fernández. Memoria y Justicia de Andalucía, | 30 abril 2010

Tras las numerosas manifestaciones sucedidas estos queremos hacer llegar a las personas que han participado en ellas nuestra gratitud y reconocimiento

 

Tras las numerosas manifestaciones sucedidas estos días en torno al juez Garzón, pero, sobre todo, como hemos recalcado hasta la saciedad los organizadores, a favor de una salida digna para las  víctimas de la guerra civil y el franquismo y en contra de las actuales políticas sobre la Memoria Histórica, queremos hacer llegar a las personas que han participado en ellas nuestra gratitud y reconocimiento. Juntos hemos manifestado, democrática y cívicamente,  nuestro dolor e inquietud por los sucesos que se vienen sucediendo en la judicatura y juntos hemos dicho públicamente:  No a la impunidad del franquismo.

Paralelamente, y como no cabía esperar de otra manera, muchas voces se están oyendo sobre la imprudencia de remover el pasado, la reapertura de heridas, las dos Españas y el peligro para la democracia que ello supone. Naturalmente, cuanto más a la derecha se sitúa la voz que habla, más miedo.

El miedo. La base de cualquier sistema dictatorial. Siempre el miedo. Y ahora estamos otra vez vendiendo, “vendiendo”, porque es parte de una estrategia de contención, MIEDO.

Pues sí. Es cierto que cualquier movimiento, cualquier reivindicación, a lo largo de la historia, ha supuesto posibilidad de desacuerdo, de disparidad de criterios, de enfrentamiento. ¿Cuál es la alternativa? ¿No movernos? ¿No hablar? ¿No opinar? ¿No reivindicar? Esa es la paz de las dictaduras, la paz de los pueblos sometidos, la paz de los sitios en donde sólo habla uno y los demás callan.

No, no es el silencio, evidentemente, la solución para nuestros miedos. Es la educación democrática. Educación de todos y para todos, quizá más necesaria para aquellos que nos llenan los oídos de miedo, quizá más necesaria para aquellos que, aún en puestos relevantes de nuestro país, no han tenido ocasión, a lo largo de su vida, de vivir en un contexto democrático y de impregnarse de ideas democráticas.

Tenemos que ser capaces de hablar, de debatir, de reivindicar… sin que nos asalten los miedos, que tan rentables han sido para la derecha de este país. Durante cuarenta años, nos quiso atemorizar la dictadura con “los rojos”, los “masones”, los “homosexuales”, los “socialistas”…  Ahora, ya en democracia, el PP  utiliza el mismo recurso: nos tacha de “antidemocráticos”, de “romper España”, de “guerracivilismo”… todo para  conseguir el inmovilismo y la pasividad propios de las tiranías. Bien haría el PP, si le preocupa la democracia,  en considerar las vinculaciones de muchos de sus miembros con la dictadura franquista. Ese sí que sería un buen ejercicio de salud democrática.

Desde el movimiento memorialista, lo que los familiares de las víctimas del franquismo estamos pidiendo es algo tan humano como poder rescatarlos de las fosas comunes y enterrarlos dignamente, que se conozcan sus nombres, que se anulen sus juicios ilegales, que queden registradas sus muertes  en los Registros Civiles… Queremos, en resumen, RESPETO.  La derecha política y mediática de este país sigue teniendo la oportunidad de asimilar su pasado y dar una seña de madurez aceptando lo que está generación de “nietos” de las víctimas del franquismo está pidiendo: dar a sus familiares el misma trato que ellos ya dieron a los suyos hace setenta años.

Era labor esencial de la democracia que hoy vivimos educar democráticamente a los ciudadanos,  para ser capaz debatir y discrepar sin miedos y avanzar hacia una sociedad bien enraizada en los principios democráticos. Poco se ha hecho en ese sentido, para oprobio de la izquierda, y de ahí esta utilización actual del recurso del miedo y este eco, poco pero, incluso así, demasiado, que encuentra.

Una educación democrática más profunda nos convencería de que una sociedad libre no se puede sustentar en el miedo y que la superación del pasado, el famoso cierre de las heridas, no puede basarse en la ignorancia y en la negación, sino en el conocimiento y la asimilación. Nos mostraría que el miedo nos hace reos, nos hace esclavos, y ninguna sociedad democrática puede aceptarlo como base de su convivencia. Una formación más democrática, en fin,  hubiera tenido presente que existe un Derecho Internacional que dice que los crímenes de lesa humanidad,  y así están considerados los crímenes del franquismo por la mayoría de los organismos internacionales, no prescriben y no pueden, por tanto, ser amnistiados.

No podemos permitir que el miedo nos haga retroceder, no ya por las víctimas del franquismo, sino por nuestro presente y  futuro como sociedad democrática. Las libertades y los derechos no existen si no se ejercen y es responsabilidad de todas las personas que creen en la democracia el protegerlos y potenciarlos, y no conjurarlos en base a ese miedo paralizante.

La ONU, a través de su Comité de Derechos Humanos, y organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch están reclamando desde hace tiempo un tratamiento de los delitos del franquismo acorde con el Derecho Internacional, que implica, entre otras cuestiones, que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles y que la Ley de Aministía de 1977 debe ser  derogada. Es labor de toda la sociedad española, no ya de las víctimas del franquismo, reivindicarlo y conseguirlo, porque es sobre la justicia, y no sobre el miedo, sobre la que podremos construir nuestra democracia. 

Como somos demócratas y respetamos la Democracia, queremos hacer llegar a la sociedad que nuestra intención está expresada en nuestros mensajes. Nunca nadie ha planteado ningún tipo de revancha, ni calentar el deseo de sectores reaccionarios de la excusa perfecta. Hemos aprendido. Lo que pedimos es: VERDAD, JUSTICIA y REPARACIÓN.

27 de abril de 2010

 

Rafael López Fernández

Pte de Asociación Memoria y Justicia de Andalucía