Zapatero y la Ley de Memoria Histórica
En el origen de todo este lÃo no hay más que otra operación de propaganda sin consumar que no fue capaz de conciliar las propuestas de la ley con los fines que se pretendÃan
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MADRID, 15 Abr. (OTR/PRESS) –
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  El presidente pide calma desde Washington y pide que las crÃticas se hagan con respeto a las instituciones cuando la situación está desbordada. Tal vez pretenda que no tiene que ver con él lo que está sucediendo alrededor de la Justicia, pero debiéramos reflexionar sobre los pasos dados hasta esta situación.
  Número uno: la Justicia no ha cambiado en los últimos años; ¿se acuerdan de aquella terrible foto en la inauguración del año judicial, en la que Felipe González, vestido de gala, parecÃa estar a punto de ingresar en prisión? Muchos de los que hoy claman contra esta Justicia de derechas, entonces estaban callados. Aquellos barros han traÃdo estos lodos.
  Número dos: ¿quién ha nombrado a Carlos DÃvar presidente del Tribunal Supremo, sin siquiera guardar las formas de una propuesta, sino el presidente del Gobierno, José Luis RodrÃguez Zapatero?
  Tres: Ley de Memoria Histórica: su objetivo, al margen del aparato de propaganda de Moncloa, era cerrar definitivamente las heridas pendientes de la guerra civil y la dictadura. Satisfacer las legÃtimas demandas de las vÃctimas, proceder a enterrar a todas las personas que lo habÃan sido en fosas comunes y retirar los sÃmbolos del franquismo. Un empeño personal del presidente del Gobierno, legÃtima y visiblemente afectado por el asesinato de su abuelo republicano. ¿Qué ha pasado? La ley, como otras, se ha visto desbordada y no ha sido capaz de satisfacer las expectativas despertadas; al contrario, ante su inacción, se han puesto en marcha mecanismos alternativos que han motivado un clima general de crispación en vez de colaborar a una satisfacción de las demandas legÃtimas de los herederos de las vÃctimas del franquismo.
  El presidente puede pedir calma cuando se ha desatado una tormenta que ni siquiera fue capaz de prever, pero lo que debiera hacer a toda prisa es dotar de medios a la Ley de Memoria Histórica y poner fin al disparate que está dejando a la Justicia española a los pies de los caballos. En el origen de todo este lÃo no hay más que otra operación de propaganda sin consumar que no fue capaz de conciliar las propuestas de la ley con los fines que se pretendÃan. El presidente debiera hacer algo y urgentemente, porque el paÃs se le está yendo de las manos.