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«Querían verme morder el polvo»

El Correo, | 15 mayo 2010

El juez se despide entre lágrimas y aplausos de los juzgados centrales, arropado por decenas de compañeros y funcionarios

 

15.05.10 – 02:31 -MELCHOR SÁIZ-PARD

Cuarenta minutos para despedirse de 22 años en la Audiencia Nacional. A pesar de los esfuerzos, Baltasar Garzón no pudo contener las lágrimas cuando se topó en las escaleras del tribunal con casi medio centenar de funcionarios y compañeros que le dedicaron una cerrada ovación. En el interior del coche, ya fuera de los flashes, el juez suspendido fue reconfortado por su esposa, Rosario Molina, que ayer no fue a su trabajo en una escuela de Secundaria y por un día rompió su firme promesa de no aparecer por el juzgado de la calle Génova.

Garzón estaba en su despacho de la segunda planta cuando, a las 13.19 horas, el secretario general del Consejo del Poder Judicial, Celso Rodríguez, le llamó a él y al presidente de la Audiencia Nacional, Ángel Juanes, para informarles de la suspensión. Dicen que el juez no mutó el gesto. En ese momento, Garzón interrogaba a uno de los imputados de la ‘Operación Pretoria’, el empresario catalán Josep Singla. El magistrado se limitó a pedir al constructor y al abogado que abandonaran su oficina.

La noticia ya había corrido por los atestados pasillos del tribunal. Los primeros en acudir al despacho de Garzón fueron sus más íntimos amigos, los instructores Santiago Pedraz y Fernando Andreu, y la fiscal Dolores Delgado. Luego, el juzgado se llenó de funcionarios y de otros menos próximos como los magistrados Manuela Fernández, José Ricardo Prada o Clara Bayarri, los instructores Ismael Moreno y Fernando Grande-Marlaska o los fiscales Pedro Martínez, Daniel Campos o Ana Noé.

Mirada vidriosa

El momento más emotivo en el interior de la Audiencia tuvo lugar cuando el abogado Fernando Magán, quien promovió la querella contra el franquismo que le ha costado al magistrado ser apartado de la carrera, le pidió disculpas con un «lo siento». La mirada del ‘juez estrella’ se volvió vidriosa, pero aguantó. No lloró cuando recogió las escasísimas pertenencias que quiso llevarse consigo.

Poco antes de las 14.00 horas, el instructor llegaba a la puerta lateral de la Audiencia Nacional con la creencia de que había superado el mal trago. Pero nada más lejos de la realidad. Allí le esperaban funcionarios, compañeros y partidarios anónimos y más conocidos, como la abogada Cristina Almeida. Los primeros, que hicieron un pasillo al juez, rompieron en un aplauso. Los segundos, con pancartas de ‘Torquemada vive’ y banderas republicanas, se desgañitaron con gritos de «¡Garzón, amigo, el pueblo está contigo!».

El magistrado hizo amago de subirse al coche blindado, pero se lo pensó mejor y volvió a las escaleras a darse un baño de multitudes. Y allí afloraron las lágrimas. Los besos y las muestras de cariño conmovieron al instructor, que terminó fundiéndose en un abrazo con Pedraz. El instructor apresuró el paso para no dejar ver sus lágrimas. Volvió al coche y sólo se paró para saludar a Almeida. Luego en el turismo siguió llorando, ya sin disimulo. Triste, pero también dolido: «Querían verme morder el polvo», comentó a varios allegados. Aún no sabía que el CGPJ había pospuesto la decisión sobre su marcha a La Haya.

 http://www.elcorreo.com/alava/v/20100515/politica/querian-verme-morder-polvo-20100515.html