Albacete rinde tributo a los testigos de Mauthausen
El Ayuntamiento nombró hijos predilectos y adoptivos a los más de 100 albaceteños que pasaron por los campos de concentración alemanes entre 1940 y 1945
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MARCELO ORTEGA
Decenas y decenas de nombres y apellidos. Como Luciano MartÃnez, de Vianos, Pedro Polo, de la capital, Enrique López, de HellÃn, o Juan Antonio Escribano, de Villalgordo. Ellos, y un centenar de compañeros más, los albaceteños que pasaron por el campo de extermino nazi de Mauthausen-Gusen, fueron ayer reconocidos por el Ayuntamiento como hijos predilectos o adoptivos de la ciudad de Albacete, en homenaje a su memoria y testimonio de la lucha por las libertades en el siglo pasado. La ceremonia se celebró en el simbólico Museo Municipal, donde se pudo escuchar el testimonio vivo de uno de los pocos supervivientes, asà como el relato emocionado de algunos de los muchos familiares que llenaron el salón de plenos.
Este homenaje llega por iniciativa de la asociación Amical y el Foro por la Memoria, quienes propusieron al Ayuntamiento rendir el mayor reconocimiento de la ciudad a los más de 100 albaceteños que pasaron por los campos del horror, también para los 96 que murieron allÃ. Ayer los portavoces de los tres grupos polÃticos municipales intervinieron en el acto para destacar la oportunidad del nombramiento, que viene a saldar la deuda de la ciudad y la provincia con las anónimas vÃctimas del nazismo. Antonio MartÃnez, portavoz del Grupo Socialista, destacó que «este acto es la mayor distinción que un ayuntamiento puede otorgar. La lucha del hombre no puede ni debe caer en el olvido». Carmen Bayod, portavoz del Grupo del partido Popular significó el acto como «rechazo y deseo de que hechos como estos no vuelvan a producirse bajo ninguna ideologÃa, creencia o bandera». Rosario Gualda, portavoz del Grupo de Izquierda Unida, denunció a su vez «la complicidad que hubo de la España franquista con el régimen nazi», y recordó que la ciudad, antes de este homenaje «ha retirado la Medalla de Oro a Franco, cómplice y verdugo de los nazis». También la alcaldesa, Carmen Oliver, habló en nombre de la ciudad para dar las gracias a supervivientes y familiares, y para reivindicar que «Ninguna bandera puede estar por encima de los derechos humanos, la libertad y la igualdad». Junto a los representantes de la ciudad intervino en el homenaje Emilio Caballero, albaceteño que pasó pro Mauthausen entre los años 1940 y 1945, y testigo de las atrocidades que todos los prisioneros soportaron.
También habló Jean Ocaña, hijo de José Ocaña, albaceteño de Paterna del Madera que pasó por Mauthausen entre junio de 1940 y mayo de 1945. Y también habló Pierrette Sáez, viuda de José Sáez Cutanda, albaceteño nacido en Bormate que estuvo en Mauthausen desde 1941.
EL MENSAJE DE NO OLVIDAR. El testimonio de las vidas de sus familiares en este homenaje vino a repasar el sacrificio que emprendieron ya en la Guerra Civil, con apenas 18 años, para después pasar a Francia y volver a tomar partido contra los nazis. Pierrette Sáez, viuda de José Sáez, finalizó el homenaje con unas palabras que pedÃan a la sociedad «no olvidar que la insensatez humana pueda repetirse. Todo esto fueron obras humanas. El deber de memoria es un deber de vigilancia. De ello, las generaciones futuras deben ser conscientes».
«CONTADLO». A sus 93 años Emilio Caballero acudió al salón de plenos para hablar en su nombre, pero también en el de todos los demás. Antes del homenaje, este mahoreño recorrÃa la exposición fotográfica donde se describe ese complejo de sufrimiento y tortura que fue Mauthausen, donde él llegó en septiembre de 1940, y donde permaneció hasta el dÃa cinco de mayo de 1945, fecha en que lo liberaron las tropas norteamericanas. Viendo las fotografÃas, y señalándolas una a una, Emilio Caballero reflexionaba en voz alta para los periodistas: «Esto lo ha hecho el mundo, estas cosas. No tenemos palabras para decirlo. Que la gente vea y sepa esto, contadlo». Caballero, que todavÃa tenÃa 28 años cuando ya llevaba casi cinco en el campo de exterminio, reconocÃa imágenes todavÃa muy vivas en una instantánea donde aparece una fosa común repleta de cuerpos: «en esta fosa tuvieron que sacar mujeres, venÃan con guantes, y la fosa tenÃa lo menos cinco metros. Persona por persona las sacaron, y si se caÃan los guantes tenÃan que ir sin guantes». Con voz entrecortada y ante el testimonio fotográfico, este ahora hijo adoptivo de la villa comentaba que «aún me quedan dos o tres amigos de entonces que no han podido venir. De 7.500 españoles que entramos volvimos 2.000, y de esos quedamos ya muy pocos».   Â
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