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«Un cura lo delató y ahora otro impide buscarlo»

Público, | 30 mayo 2010

Manuel Domínguez fue un cantero fusilado en 1936. La jueza del juzgado de O Porriño (Pontevedra) María Domínguez archivó el caso en un auto del 29 de abril de 2009

 

P.R. / D.B. / A.M. Madrid / Sevilla 30/05/2010

El mismo odio que veo ahora cuando se habla de la memoria histórica es el que se llevó a mi padre», reflexiona Manuel Padín, de 74 años, sobre la muerte de su abuelo, Manuel Domínguez, fusilado a los 27 años en O Porriño (Pontevedra). Es en esa localidad donde nadie le ha conseguido facilitar recuperar los restos. Ni la iglesia le da permiso en el cementerio, ni el Gobierno lo atiende, ni el juzgado  local investigó.

«Él trabajaba para una cantera del ayuntamiento, no pertenecía a ningún partido político, y sin embargo fue un cura el que lo delató. Y ahora es otro cura el que no deja ir a buscarlo», explica Padín, ligando sucesos del pasado y el presente. La abuela de Padín tuvo que convivir con los asesinos de su marido durante años. «Yo tenía un puesto en la plaza del mercado de Salceda. Cuando se acercaba el criminal por allí, no le compraba, el muy sinvergüenza. Yo lo pensaba y decía: Si viene, le doy con una hoja de bacalao», dice Padín.

Según relata, el cura de la parroquia de O Porriño le espetó lo siguiente cuando le pidió permiso para buscar en el cementerio: «Es que los otros también mataron a mucha gente y además no está claro que Garzón pueda hacer esto». La respuesta de Padín fue demoledora: «¿Pero a usted qué le importa Garzón? Está jugando con los sentimientos de las personas».

El caso de Macario y Ángela: «El matrimonio, fusilado; los hijos, con los curas»

Macario Rodríguez era peluquero y su esposa, Ángela Rodrigo, vendía verdura. Ambos fueron fusilados en agosto de 1936 en Aranda de Duero (Burgos) y sus cuerpos, arrojados a la fosa de La Lobera. Todavía nadie ha dado una explicación a su nieto Teófilo Goldaracena, sindicalista de UGT de 52 años y funcionario de la Administración navarra, que ha dedicado su vida a tratar de encajar el rompecabezas. Hubiera sido más fácil si la Guardia Civil le hubiera entregado el parte de guerra o el registro de detenidos, como ha reclamado insistentemente. Pero siempre ha chocado con la misma respuesta: «No tenemos nada».

Teófilo ni siquiera sabe cuántos tíos tiene. O tuvo: puede ser que cinco, pero no está seguro. A los huérfanos los llevaron a hospicios de curas y monjas. Nunca se pudieron reencontrar.

En Aranda le han contado que la abuela fue fusilada estando embarazada. Lo mismo había oído él en cada paso familiar hacia la reconstrucción de la memoria, antes de pisar Aranda. La coincidencia en las versiones convierte la hipótesis en muy verosímil, pero las posibilidades de resolver la incógnita se evaporaron cuando más cerca estaba de lograrse.

En la exhumación, en 2005, la pala de la excavadora fue a dar con la cadera de su abuela y la destrozó borrando cualquier rastro. A la jueza Sánchez no le ha interesado investigarlo.

http://www.publico.es/espana/316655/impunidad/franquismo/crimenes/jueces/investigar/victimas/republica/garzon/justicia/curas