Granada recuerda a los tres obreros asesinados en 1970
Los policÃas que mataron a los huelguistas fueron exculpados
 AMINA NASSER GRANADA
Antonio Huertas Remigio murió de un tiro en la sien. Lo mataron en la mañana del 21 de julio de 1970, cuando participaba en una manifestación pacÃfica durante la huelga de la construcción de Granada. Era martes y se escribÃa otro siniestro episodio del terror policial que imponÃa la dictadura franquista. La policÃa abrió fuego contra los 2.000 huelguistas que participaban en la protesta. Fallecieron tres obreros. Antonio Huertas era uno de ellos. TenÃa 21 años. PedÃa un sueldo base de 240 pesetas diarias, una jornada laboral de ocho horas y la abolición del trabajo a destajo y de las horas extras. En la protesta laboral le arrebataron la vida, como a Manuel Sánchez Mesa, como a Cristóbal Ibáñez Encina.
Nadie pagó por el triple crimen. La propaganda del régimen se encargó de tergiversar los hechos. Culpó a los huelguistas de los sucesos y, en un simulacro de investigación, concluyó que «los agentes de la autoridad corrÃan grave peligro y se vieron obligados a disparar». Esta semana CCOO y UGT han rendido homenaje a los tres obreros asesinados, pero 40 años después de aquella jornada sangrienta, el crimen sigue impune.
Lo recordaba Rosa Huertas, hermana de Antonio. «Nunca se hizo justicia dice. Nos vamos a morir sin saber quién lo hizo». Rosa tenÃa 16 años el dÃa que mataron a su hermano. Antonio, que trabajaba en una obra en Huelva, habÃa venido a Granada para apoyar la huelga. «Lo mataron a las 11 de la mañana, pero nosotros lo supimos al dÃa siguiente», relata Rosa. «Lo buscamos por todas partes al ver que no regresaba a casa y, después de mucho buscar, mi padre encontró su cadáver en el cementerio de San José». Rosa Remigio, la madre de Antonio Huertas, viste de riguroso luto desde aquel dÃa en que ni siquiera pudo enterrar a su hijo en Maracena, su localidad natal. «No nos dejaron enterrarlo en Maracena. El pueblo estaba tomado por la Guardia Civil para impedir que se inhumaran allà sus restos», destaca la hermana de Antonio. «Aún siento odio», confiesa.
Encarnación Sánchez Mesa tenÃa 19 años cuando mataron a su hermano Miguel, otro de los obreros fallecidos durante la manifestación. TenÃa 27 años. «Vinieron a casa para decirnos que estaba herido en el Hospital ClÃnico, pero habÃa muerto», relata Encarnación. «No supimos cómo lo mataron», añade.
La causa por las tres muertes fue vista y sobreseÃda por el Juzgado Militar Permanente de Granada en marzo de 1971. «No cabe argumentar si pudo emplearse algún medio menos violento para imponer el respeto a la ley» Es lo que indica el auto exculpatorio, dictado entonces, en el que se exime de responsabilidad penal a los agentes.
«Fue el gobernador»
Rosa Huertas no tiene ninguna duda de quién dio la orden de disparar: «Fue el gobernador civil». De ello se habló en su momento en hojas informativas distribuidas por los movimientos cristianos de base, que pretendÃan contrarrestar la información difundida por el régimen. También se habló en algunas parroquias, y en la catedral de Granada, donde se refugiaron los obreros. Hoy, un monumento recuerda a los tres obreros que murieron por reclamar mejoras laborales y el convenio de la construcción de Granada está entre los mejores de España.
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