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Finalmente, Isidro Díaz Gener alcanzó su sueño: Vencer al fascismo

JM Álvarez, 8 de julio de 2010 | 21 agosto 2010

Llamó mi atención un cubano peleando, con un fusil en las manos, contra el fascismo español

 

Vi por primera vez la foto que acompaña esta entrada, en un viejo libro de una buena amiga que relataba las peripecias de la Guerra Civil española. De inmediato llamó mi atención un cubano peleando, con un fusil en las manos, contra el fascismo español, cuando aún no hacía tanto tiempo que Cuba había dejado de ser colonia ¡Qué diferencia con algunos (no todos) que sobreviven como pueden en el régimen de la familia Borbón besando la mano de su explotador! Luego, por cubadebate me enteré de toda la historia, una historia que aquel libro no contaba.

Isidro Díaz Gener nacido en Sagua la Grande el 8 de enero de 1914. La familia busca salir de la miseria en la capital. La miseria mantiene las carcajadas. El muchacho le dice adiós a las clases de historia y de aritmética. Debe hacer su propia historia, aunque sea pequeña, para ayudar en la casa. Usa los números, sobre todo, para saber cuánto saca de las melcochas, chambelonas, matahambres y panetelas colocadas en su tablero para provocar el deseo de quienes eran sus condiscípulos, ahora clientes, o cuánto ha ganado por el calzado que limpia y los periódicos que pregona hasta enronquecer la voz.

Fuerte y corajudo, ha tenido que intercambiar golpes en la calle para defenderse de algunos individuos: pensaban abusar y salieron amoratados. Le aconsejan utilizar sus dones para noquear la mala situación. Lo escucha: poco tiempo en el ring amateur y a cobrar por los piñazos. De La Habana se lanza a probar suerte en cuadriláteros de Argentina, Portugal y Francia. No es un as: más valiente y resistente que técnico, punch del montón, algo felino en su esquiva, rapidez normal de manos y de piernas, y, eso sí, rayo sobre el contrario, sin dar ni pedir cuartel.

Welter conocido entre las cuerdas como Isidro Delgado, va tirando: sabe que para él no habrá títulos mundiales en este ámbito al que llegó para usarlo como tabla de salvación y no por apasionamiento. Ah, en Barcelona sí es noqueado…por el amor: se casa y fija residencia. En la tierra hispana, la propia vida le demuestra que el mundo no se limita a las contiendas boxísticas. La sublevación traidora lo lacera y le levanta lo mejor de sus orígenes. En lo personal, enorme es la herida: pierde a su “gallega” en un bombardeo. Sin soslayar el dolor, al contrario, teniéndolo como impulso, está entre los defensores de la República. Recolecta dinero para el frente con varias peleas, torea en Barcelona, Madrid, Valencia… baila fandango Y obtiene otro sobrenombre: Fandanguillo.

Con el Quinto Regimiento combate en Alcañiz, Montalbán, Martín del Río, Belchite, Teruel…Ascendido por sus acciones a teniente de una sección de ametralladoras. Al frente de sus hombres en la columna Luis Companys. Batalla del Ebro. ¡Camaradas, le han dado al boxeador…. ! Muchos años más tarde, Díaz Gener recordaba aquellos instantes: “Me salvaron la vida, aunque como resultado de la lesión en la pierna, mi carrera deportiva terminó”

Mas estamos en la contienda del pueblo español contra los fascistas. Aquella fue lesionada duro: demasiados errores, dogmatismo, deslealtad, ingenuidades incluso. Retirada de los voluntarios internacionalistas. Hacia Francia. Traición. Isidro sufre los rigores del campo de concentración de Argelés-sur-Mer; lo trasladan al de Gurs. Trato y alimentación terribles. Ninguna atención médica. Gusanos en su herida. La muerte puede atraparlo desde esa infección. Gracias a la solidaridad, él y centenares de sus compañeros retornan a sus hogares en mayo de 1939.

Golpe del 10 de marzo de 1952. Como protesta, renuncia a su empleo. Gesto romántico que no resuelve los problemas patrios, pero muestra la honestidad, el alma del ex atleta. Sostiene una posición antibatistiana, apoya acciones de la oposición, le crece la esperanza. Cuando esta deviene victoria-su victoria-, entre los fundadores de las milicias. Tiene el honor- y lo siente privilegio- de participar en las operaciones contra los invasores de Playa Girón. “Ahora sí que no pasarán, me dije. Y no pasaron”. Integra la Policía Nacional Revolucionaria y, con posterioridad, es masajista en el Instituto Técnico Militar. Jubilado, termina sus días en Sagua la Grande. A Isidro Díaz Gener no lo podemos dejar morir. Su pequeña gran historia merece ganar el corazón de sus coterráneos.

 

Publicado por JM Álvarez

http://jmalvarezblog.blogspot.com/2010/07/finalmente-isidro-diaz-gener-alcanzo-su.html