Hallazgos casuales y memoria histórica
Resulta peculiar que un investigador piense que diseminar un patrimonio milagrosamente rescatado sea la mejor manera de conservarlo
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JOSÉ L. GUTIÉRREZ, SANTIAGO MORENO Y FERNANDO ROMERO | HISTORIADORES
Desde hace unas semanas estamos asistiendo a un vergonzante espectáculo que harÃa reÃr si no fuera porque es un signo más de la situación de abandono en la que se encuentra el patrimonio cultural de esta ciudad (un seguimiento completo en http://www.todoslosnombres.org). Una de sus fuentes de riqueza, por mucho que algunos piensen que eso de la cultura sólo es cuestión que interese como fuente de ingresos a particulares y gasto improductivo colectivo. Nos referimos a la aparición de una documentación relacionada con el sistema penitenciario franquista. Aunque estaba en manos de la llamada Asociación Andaluza para la Recuperación de la Memoria Histórica desde hace bastante tiempo, una década quizás, no ha sido sino tras el anuncio de la puesta a disposición del público de los expedientes penitenciarios de los reclusos condenados por las autoridades franquistas del penal de El Puerto de Santa MarÃa y la Prisión de Partido de Jerez de la Frontera, cuando se ha decidido a darlo a conocer. Una curiosa coincidencia.
Como extraña resulta la declaración que hacÃa su presidente de que estaba entregando a los familiares dicha documentación porque la necesitaban para poder reclamar indemnizaciones a la administración y porque, desde su punto de vista, eran quienes debÃan tenerla. Ciertamente en el movimiento memorialÃstico existen diferencias en sus objetivos y divergencias en sus métodos de actuación. Incluso prioridades. Pero es la primera vez que oigo decir que la forma de ayudar a los familiares es repartir la documentación, esperamos que de forma altruista, en vez de exigir a la Administración que cumpla con su obligación de ayudarlas. Como también resulta peculiar que un investigador piense que diseminar un patrimonio milagrosamente rescatado sea la mejor manera de conservarlo. Todo muy extraño.
Pero resulta que las sorpresas no acaban aquÃ. A los pocos dÃas de aparecer la noticia y ante la falta de reacción de las autoridades competentes, medio centenar de historiadores, asociaciones y personas sensibles, no sólo de Cádiz sino también del resto de AndalucÃa y otras regiones del paÃs, suscribieron un comunicado de denuncia de la situación y pidiendo que la administración actuara de forma inmediata y contundente con los instrumentos que tiene en su mano. Escrito que, por cierto, escasa difusión ha tenido. En paralelo la Delegación de Cultura de Cádiz anunciaba que iba a llegar a un acuerdo con la asociación para la digitalización de la documentación pública que obraba en su poder. Es decir, que aunque aseguraba su presidente que no tenÃa ningún problema en devolverla, la realidad era que ponÃa unas condiciones y aunque decÃa que no se trataba de una cuestión de dinero, éste aparecÃa de por medio. Pero si rara era la actitud de la asociación, más aún lo era la de la administración que no sólo relegaba a septiembre, «cuando los técnicos volvieran de vacaciones», el tema sino que se avenÃa a aceptar las condiciones de un particular para recuperar una documentación pública que estaba obligado a devolver. Seguramente los servicios jurÃdicos sepan la forma más eficaz de llevarlo a cabo.
Asà las cosas, al dÃa siguiente los firmantes del manifiesto citado presentaron ante la Delegación del Gobierno en Sevilla un escrito en el que se le pedÃa su intervención inmediata y decidida en el asunto. Algo debió de moverse porque ese mismo dÃa la delegación gaditana envió al director del Archivo Histórico Provincial de Cádiz, el lugar donde debe estar la documentación, a la sede de la asociación para requerirle su entrega. Asà pareció que se iba a hacer el pasado martes 31 de agosto. A cambio de «material de oficina» como compensación por haber mantenido oculta una documentación pública durante años, aunque fuera por la ineptitud administrativa y proceder a su dispersión. Sin embargo el sainete no habÃa llegado a su fin. El Archivo Histórico Provincial no aceptaba la muestra del material que se le entregaba de todo el que dice la asociación poseer. La excusa es que era lo que habÃa podido recopilar de la documentación porque ésta está distribuida entre los miembros de la asociación, muchos de ellos de vacaciones. Si los técnicos de cultura y la delegada estaban de vacaciones por qué no podÃan estarlo los socios de la asociación.
Conocida es la fama de Cádiz por lo graciosos y cachondos que son sus habitantes. Se cachondean de todo y todos/as. En carnaval y fuera de él. Asà que, aprovechando los carnavales de agosto, Delegación de Cultura y Asociación Andaluza para la Recuperación de la Memoria Histórica han decidido aportar su grano de arena. Menos mal que el director del Archivo Histórico Provincial decidió no participar y ha vuelto a poner las cosas en su sitio: toda la documentación debe ser entregada y de forma inmediata. La cuestión no es si la Delegación de Cultura tiene medios o no para hacerlo, que no cabe duda de que los tiene, sino por qué no los pone en práctica.
Hace unos años alguien tuvo acceso al sumario, o a parte del sumario, del proceso del capitán Rojas. El homicida de Casas Viejas. Lo quiso vender en Sevilla y la actuación de las autoridades y la policÃa fue inmediata y contundente. Quizás Cádiz forme parte de otra administración -¿será cantón independiente?- y en asuntos como éste llueve sobre mojado. Conocido es en el mundillo de los que trabajamos la edad contemporánea en Cádiz, y el golpe de estado y la represión franquista el estupor que nos supuso que tras la muerte del jefe del Estado Mayor del Gobierno Militar de Cádiz, José Pettenghi Estrada, autor entre 1963 y 1977 de numerosos artÃculos en la prensa local, muchos de ellos sobre el golpe de estado de julio de 1936, no apareciera en la documentación entregada al Archivo Histórico ninguna de las fuentes que habitualmente utilizaba -procedentes del Gobierno Militar pero citadas como archivo particular del autor- y sobre las que habÃa decidido que no se pudieran consultar hasta no recuerdo qué año después de su muerte. Seguramente, como en el caso de la documentación de la que ahora tratamos, la encontrara en la basura y a ella volviera a su fallecimiento.