«Gracias por hacer un filme de Saturraran»
La superviviente de la cárcel franquista Anita Morales revive el horror del penal donde monjas robaban hijos a las presas
Â
Iban Gorriti
La escena se desarrolla en el glamuroso Festival de cine de San Sebastián. Una mujer de 93 años se pone en pie en una sala de butacas. Es leonesa, madrileña, donostiarra. Sus ojos brillantes buscan a modo de GPS a Mikel Rueda, el director de la pelÃcula que se acaba de proyectar titulada Izarren argia (Estrellas que alcanzar). La mujer llega a su destino y le planta un beso al realizador. En ocasiones, los labios hablan antes sobre los papos que susurrando al oÃdo. «Gracias por sacar a la luz esta historia», resumió satisfecha Ana Morales, superviviente de las cárceles de Ventas y Saturraran. «Sólo entonces me relajé, porque estás nervioso por cómo acogerá el público la pelÃcula, pero la mayor responsabilidad que sentà fue si la aprobarÃan aquellas personas que la sufrieron», concluÃa ayer, el director del filme que llega a las salas el dÃa 22.
Antes, esta misma tarde, el denominado Autobús de las estrellas de la memoria histórica meterá primera precisamente en Saturraran, donde el régimen franquista registró 177 mujeres muertas y 59 niños entre 1937 y 1944. Una de las dos mil jóvenes reclusas de Franco que lograron sobrevivir a la inanición, a pernoctar en celdas inundadas, a la falta de medicamentos… fue esta mujer, la ya histórica Anita Morales. El régimen detuvo a la leonesa en 1939 en Madrid. Fue condenada a pena de muerte por haber cosido ropa para soldados republicanos en un taller de la asociación de mujeres antifascistas del barrio en el que residÃa.
4.000 presas en ventas de madrid
2.000 reclusas en Saturraran
El hecho fortuito de que su expediente cayera en manos de un juez militar le salvó del paredón. El magistrado descubrió una serie de falseamientos en el proceso y requirió su revisión. Le cayeron 20 años de cárcel. Morales ingresó presa en el penal de Ventas, donde «nos apelotonaban a cuatro mil personas», recuerda a sus 93 años en su Donostia de adopción y de futuro.
Su siguiente destino penitenciario fue el sombrÃo Saturraran, un edificio ubicado entre Mutriku y Ondarroa que de balneario para mejorar dolencias pasó a ser un campo de concentración de mujeres y niños.
Otra circunstancia que le pudo ayudar a seguir con vida fue que estaba embarazada. Anita recaló en Saturraran con un bebé de tres meses en una expedición de presas madrileñas. Al cumplir el niño los tres años, Morales, que no habÃa encontrado a ningún familiar que se quisiera hacer cargo de él, pudo evitar que fuera a parar a un hospicio o a una familia falangista. Todo fue gracias a que una antigua compañera del taller de ropa aceptó cuidar al niño todo el tiempo que fuera necesario: hasta que Anita saliera de la cárcel, si lo conseguÃa. «Mi hijo tuvo catarros fuertes y una vez las que estaban en la oficina con el director le dijeron al médico que por qué no le recetaba algo. Y responde: «¿Cómo le voy a recetar si no tiene dinero para comprarlo?», rememora. Morales recuerda que a diario entraban en la cárcel -edificio hoy inexistente- treinta litros de leche. «La traÃa uno que luego tuvo la gasolinera de Deba. Pero la leche era para las monjas, no era para los niños ni para nosotras».
La actriz protagonista de Izarren argia, la guipuzcoana Bárbara Goenaga, ha valorado que «no debe haber nada peor que te roben a tu hijo». En Saturraran ocurrÃa: «VenÃan monjas teresianas de paisano y nos mandaban a lavar al rÃo y al volver al pabellón no habÃa ningún niño mayor, todos se los habÃan llevado. Y, claro, a las madres les daban ataques», lamenta Morales, de quien es el tÃtulo del libro cientÃfico publicado en torno al filme de la periodista e investigadora Maria González Gorosarri. «En Madrid, lo peor era por la noche, cuando iban a buscar a alguna presa para fusilar. Una compañera segundos antes de morir dijo: «No lloréis, lo que tenéis que hacer es no olvidarnos».