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“Poner a los vencedores de la guerra civil a la misma altura que los vencidos indica una enorme insensibilidad democrática”

Alberto J. Miranda. IU-Alcalá de Guadaíra, 15-12-2010 | 16 diciembre 2010

A raíz del artículo publicado por M.Carmen R.Hornillo en la página del PP Alcalá de Guadaíra

 

 

A raíz del artículo publicado por M.Carmen R.Hornillo en la página del PP Alcalá de Guadaíra titulado “¿Ha pasado página la izquierda?“, quisiera expresar mi opinión y profunda decepción ante sus palabras.

Reza la candidata del PP en Alcalá de Guadaíra “La Transición fue esa época integradora y de reconciliación ¿a qué viene ahora todo ese revuelo por parte de una izquierda que mira a un pasado que fue horrible para todos los españoles que les tocó vivir?“

Pero, ¿Qué tipo de democracia defiende la señora Hornillo que nos exige silencio?, que pretende obligarnos a aceptar la injusticia y la impunidad de los crímenes franquistas.

La actuación de muchos personajes clave en esa Transición de que habla, es claramente cuestionada por la visibilidad de los desaparecidos, de las fosas comunes, de las sentencias firmes de los Consejos de Guerra, de las víctimas humilladas y saqueadas. Así como la recuperación de la memoria histórica en nuestro país también expone a la luz pública a los beneficiarios económicos y   políticos del franquismo, los pactos más o menos explícitos de impunidad y de silencio. Tal vez la señora Hornillo tema que la sociedad empiece a conocer qué ocurrió y el papel de cada uno en la “integradora” Transición.

Cuando habla de “mirar al futuro” y respetar la Constitución, debería recordar que no hubo dos bandos, sino defensores de un Estado republicano con un gobierno democráticamente elegido y golpistas que violaron el Estado constitucional establecido democráticamente, que no hubieran vencido si no hubieran recibido ayuda militar de Hitler y Mussolini, que sobrepasó el equipamiento militar de la República. Poner a los vencedores a la misma altura que los vencidos indica una enorme insensibilidad democrática.

A la señora Hornillo también dice llamarle la atención “que personas jóvenes de una izquierda que se autodenomina progresista transmita tanto resentimiento“, “¿qué le han enseñado sus padres, hijos de esa época integradora y de reconciliación?”, se pregunta.

No podría sino contestarle con otra pregunta, y es que suponiendo el caso de que alguna víctima del franquismo hubiera cometido algún delito, ¿habrá oído hablar la candidata del PP Alcalá de lo que son las garantías procesales?. Porque todas y cada una de las víctimas del franquismo que pasaron por los consejos de guerra o los siniestros tribunales, fueron juzgados y condenados en situación de manifiesta indefensión legal: mediante testimonios, “pruebas” sin posibilidad de ser refutadas; con “confesiones” obtenidas por medio de la tortura y las palizas; sin opción de apelar las sentencias ante una autoridad judicial superior independiente. ¿Con qué derecho constituyeron tribunales, legislaron, juzgaron y condenaron quienes no tenían otra “legitimidad” que el hecho de haberse sublevado contra el gobierno democrático y legal?

El asumir una “culpabilidad” colectiva es un argumento pobre y falaz, puesto que hubo responsabilidad directa sólo por parte de quienes libremente decidieron sublevarse contra el gobierno legítimamente constituido.

En el discurso que pronunció al recibir el Premio Cervantes en 2008, el poeta y periodista argentino Juan Gelman decía: “Hay quienes vilipendian este esfuerzo de memoria. Dicen que no hay que remover el pasado, que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar hacia adelante y no encarnizarse en reabrir viejas heridas. Están perfectamente equivocados. Las heridas aún no están cerradas. Su único tratamiento es la verdad. Y luego, la justicia. Sólo así es posible el olvido verdadero. Y sospecho que no pocos de quienes preconizan la destitución del pasado en general, en realidad quieren la destitución de su pasado en particular.”

La Transición se basó en una gran injusticia, se hizo bajo el dominio de la nomenclatura del régimen anterior. Fue más la abertura del Estado a los partidos de izquierda que una rotura con el Estado anterior. La aceptación de la soberanía popular fue un paso de   enorme importancia, pero la expresión de esta soberanía (desde la Ley Electoral hasta la composición de los aparatos del Estado) lleva claramente la marca del franquismo.

Sin memoria no hay posibilidad de justicia, por ello es perseguida y tergiversada, pretendiendo que salga del ámbito público para que se queda refugiada en lo privado.

No existe rencor en recuperar la memoria y la dignidad de un ser humano, que es lo que mis padres me han enseñado siempre a mi. No existe rencor en luchar por la justicia.

Alberto J. Miranda.

En Alcalá de Guadaíra, a 13 de diciembre de 2010.

http://iu-alcala.org/?p=383