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Una calle para Amado Granell

Miguel Ángel Pérez Oca, 08 Dic 2010 | 9 diciembre 2010

En el blog «El loco de las estrellas» se nos recuerda a Amado Granell, héroe español en la liberación de París

 

Amado Granell Mesado fue el héroe de la liberación de París, en la II Guerra Mundial, y fue vecino de Alicante en los últimos años de su vida. Vivió tres guerras y fue protagonista de aventuras que podrían servir de guión a excelentes películas bélicas e, incluso, de espías. Durante toda su existencia dio ejemplo de tesón, integridad, valor y lucha por la democracia. Poseedor de múltiples condecoraciones y distinciones, cuando fue nombrado caballero de la Legión de Honor francesa, el general Leclerc dijo: “Si la Legión de Honor fue creada por Napoleón para premiar a los bravos, nadie se la merece más que usted”.

Granell había nacido el 5 de noviembre de 1898 en Burriana (Castellón), y en 1921, indignado por lo acontecido en el Desastre de Anual, se enroló en la Legión y luchó en nuestra Guerra de África.

En 1927, ya licenciado, nos lo encontramos en Orihuela al frente de un negocio de bicicletas y motocicletas. Por entonces era militante de Izquierda Republicana y estaba afiliado al sindicato UGT. Al estallar la Guerra Civil, formó parte del comité que se hizo cargo del Ayuntamiento oriolano y ayudó a salvar las valiosas obras de arte del Colegio de Santo Domingo y otros templos de la población.

En noviembre de 1936 es ascendido a capitán, al frente del llamado “Batallón de Hierro”, unidad de motoristas armados de fusiles ametralladores cuya denominación oficial era Batallón Motorizado de Ametralladoras, que sería ampliado a Regimiento. Por entonces manda los blindados que participan en el sitio de Santa María de la Cabeza.

Ascendido a Comandante en diciembre de 1938, se hace cargo de la 49 Brigada Mixta, con la que participa en la ofensiva de Fuente Ovejuna.

Al mando de la 49 División, en 1939, se ocupa de la defensa de Castellón ante el avance de las tropas de Franco.

En los últimos días de la guerra, decidido a continuar la lucha desde el exilio, se embarca el 28 de marzo de 1939 en el vapor Stanbrook, del capitán Dickson, último buque que parte del puerto de Alicante con casi 3000 refugiados. Granell lleva consigo su fusil ametrallador, que tiene que entregar a las autoridades francesas de Orán, donde es internado en un campo de trabajo.

Pero Granell no se da por vencido, y en 1942 se une a los americanos que acaban de desembarcar en el norte de África y los ayuda a tomar Orán. A continuación se enrola en los Cuerpos Francos de África, junto a otros muchos exiliados republicanos españoles, y tiene que tragarse su orgullo aceptando el grado de subteniente que le otorga el Ejército Francés. Participa en la campaña de Túnez en 1943, luchando contra las tropas alemanas del Afrika Corps del general Rommel. Allí es herido de gravedad y ascendido a teniente.

Por entonces, el general Leclerc llega del Chad con sus tropas de la Francia Libre y funda la División Acorazada que lleva su nombre. Granell se integra en ella como adjunto del capitán Dronne, en la mítica compañía 9ª, conocida como “La Nueve” en castellano, por estar integrada casi en su totalidad por exiliados republicanos españoles. Embarcados en el buque Franconia son enviados a Gran Bretaña para su entrenamiento y preparación con vistas a un futuro desembarco en el continente.

Y el desembarco de Normandía tiene lugar el 6 de junio de 1944. Una vez acondicionados los puertos prefabricados para recibir material pesado, la División Leclerc desembarca a su vez en Normandía el 1 de agosto y participa en los combates que consolidan el establecimiento definitivo de la cabeza de puente, en los que se distingue Granell al frente de su sección.

Los aliados avanzan hacia el Este tratando de alcanzar Alemania, aplastando a las tropas enemigas que se retiran. En París, la Resistencia se ha alzado contra los ocupantes y se ha hecho fuerte en el Ayuntamiento, mientras los alemanes todavía se mantienen en su Cuartel General. La situación es muy tensa, con escaramuzas y combates callejeros, mientras el general Von Choltitz, gobernador de París, espera la llegada de alguna división Panzer para cumplir las órdenes de Hitler de destruir la capital con todos sus monumentos. Si los resistentes no reciben ayuda inmediata puede producirse una matanza como la que ha ocurrido en Varsovia, donde la resistencia no ha recibido ayuda de las tropas rusas y los alemanes la han aplastado sin contemplaciones, provocando una masacre. De Gaulle y Leclerc quieren ir en auxilio de París, pero Eisenhower, Patton y Montgomery tiene otros planes. Para ellos lo importante ahora es destruir a los enemigos en retirada y prefieren rodear la capital francesa. Leclerc no se resigna y manda hacia París a su mejor compañía, “La Nueve”, en una misión que oficialmente es de reconocimiento. El capitán Dronne, al frente de una sección de unos 50 hombres en sus vehículos blindados, y el teniente Granell, al mando de otra sección, se dirigen a París por dos caminos distintos. Dronne deberá ir hacia el cuartel general alemán con el fin de hostigarles y conminarles, si puede, a que se rindan. Granell irá al Ayuntamiento, a reforzar a los resistentes que lo han ocupado. Por el camino encuentran un puente que sospechan está minado, dispuesto para estallar cuando sea cruzado por un vehículo. La columna se detiene y Granell, solo sobre su jeep, lo cruza el primero, comprobando que no tiene cargas explosivas, tras lo cual anima a sus hombres a pasar al otro lado. Los parisinos desconfían de aquellos soldados que hablan un idioma extranjero y llevan en sus tanquetas la bandera de la II República española, así como exóticos nombres (Guadalajara, Brunete, Belchite, Madrid) pintados en sus costados. Pero cuando comprueban que pertenecen al ejército de la Francia Libre estalla el entusiasmo. La unidad de Granell se interna por las calles de París, recibiendo esporádicos disparos de los alemanes, hasta que llegan a la Plaza del Ayuntamiento, a primeras horas de la noche, y toman posiciones. “Hemos llegado a París, manden refuerzos”, dice el mensaje que envían por radio a Leclerc. El teniente Granell se presenta a los líderes de la Resistencia, en la que militan también muchos exiliados españoles, y estrecha la mano de Georges Bidault y Chaban-Delmas, que llegarán a ser importantes políticos franceses. Y así toma posesión oficial de la ciudad de París. Las vecinas campanas de Notre Dame comienzan a voltear. Un bombero francés, burlando la vigilancia alemana, se encarama a la Torre Eiffel y despliega una gigantesca bandera francesa. La gente se echa a la calle, en un júbilo imprudente que todavía se cobra algunas vidas bajo los disparos de francotiradores alemanes. Cuando el capitán Dronne llega por fin al Cuartel General alemán, el gobernador Von Choltitz cree que la División Leclerc en pleno ha invadido la capital y se rinde sin condiciones a un cabo extremeño al que regalará su reloj de pulsera. Cien españoles han conquistado una capital de 6 millones de habitantes. Ni Hernán Cortés se atrevió a tanto.

Ante los hechos consumados, el general Leclerc obtiene de sus superiores permiso para entrar en París con toda su división, lo que realiza la mañana siguiente. El día 26 el general De Gaulle, jefe del Gobierno Provisional francés, llega a París y recorre los Campos Elíseos a pie entre el Arco del Triunfo y la Plaza de la Concordia. Tras él, abriendo el desfile que tiene lugar a continuación, va Amado Granell en su destartalado jeep lleno de abolladuras e impactos, y detrás toda “La Nueve”, entre los gritos de entusiasmo de los parisinos. En la prensa de todo el mundo ha aparecido la foto de Granell y los jefes de la Resistencia parisina, bajo el lema “ Ils sont arrivés!”

De Gaulle propuso a Granell ascenderlo a comandante si se nacionalizaba francés, pero este le contestó: “Mi General, yo quiero a España como a mi madre y a Francia como a mi novia. No me pida usted que reniegue de mi madre”. Así que seguiría de teniente por todo lo que le quedaba de guerra. De todos modos, Granell recibiría la Cruz de Guerra con Palma, cinco menciones y sería nombrado Caballero de la Legión de Honor.

La División Leclerc siguió su avance hacia el este, en las campañas de Los Vosgos y Alsacia, en cuyos combates volvió a distinguirse Granell; pero cuando llegó por fin al Rhin y pisó tierra alemana, tuvo que ser evacuado y hospitalizado, aquejado de una intoxicación o envenenamiento que le retendría en retaguardia hasta la finalización del conflicto.

“La Nueve”, ya sin Granell, alcanzaría su último objetivo conquistando “El Nido del Águila” de Berchtesgaden, residencia veraniega de Hitler en los Alpes. El centenar de españoles que integraban al principio esta unidad, y los que se fueron incorporando para cubrir bajas, sufrieron 35 muertos y 97 heridos, quedando solo 16 supervivientes en activo al final de la guerra.

Pero la odisea de Granell no acaba aquí. Recién terminada la guerra, los aliados se plantean invadir España y desalojar a Franco del poder. Granell, con la tapadera de viajante de comercio, cruza España clandestinamente en repetidas ocasiones, poniendo en contacto a los líderes socialistas Largo Caballero e Indalecio Prieto, exiliados en Francia, con los monárquicos de D. Juan de Borbón y Gil Robles, exiliados en Portugal. Se trata de organizar un gobierno provisional con D. Juan como Rey Constitucional y Miguel Maura como primer ministro. A Granell se le ofreció el cargo de Ministro de Defensa.

Pero Don Juan prefiere asegurar la monarquía al precio de consolidar la dictadura franquista, y se entrevista con Franco en el yate Azor el 25 de agosto de 1948, pactando la sucesión en la figura de su hijo Juan Carlos. Franco, a su vez, pacta con los americanos la instalación de bases militares. Y las esperanzas de los demócratas españoles se ven frustradas definitivamente, hasta la muerte del Dictador.

Granell, desilusionado, decide regresar a España y se instala en Barcelona con su compañera Lina. Se dedican al comercio de electrodomésticos y aparatos y piezas de radio. Viven después en Madrid y en Valencia, y acaban instalándose definitivamente en Alicante en 1969, donde montan una tienda de electrodomésticos en la Avenida del Poeta Zorrilla.

Yo me casé en 1970 y compré los electrodomésticos de mi nuevo hogar en una tienda cercana, sin saber que aquel señor circunspecto y amable que me atendió era el héroe de París. Lo que son las cosas.

El 12 de mayo de 1972, Amado Granell murió cerca de Sueca en un oscuro accidente de tráfico, mientras se dirigía de Alicante a Valencia para formalizar en el consulado francés unos documentos referentes a su pensión. En su tumba del cementerio de Sueca hay una lápida pagada por el Gobierno de Francia, donde figura una palma de plata y las iniciales L. H. (Legión de Honor). Por solo tres años no pudo ver el regreso de la Democracia por la que tanto había luchado.

Quiero agradecer a Marcelina Gaubeca (Lina), compañera del héroe y vecina de Alicante, la aportación de toda la documentación y fotografías que figuran en este artículo.

Y quisiera que este trabajo sirviese como solicitud ante nuestro amigo y compañero de Alicante Vivo, Alfredo Campello, integrante de la Comisión que ha de revisar el callejero de nuestra ciudad, para que se le otorgue a nuestro convecino Amado Granell la calle que sin duda merece. Porque los alicantinos haríamos muy bien en sentirnos orgullosos de su memoria.

Miguel Ángel Pérez Oca.

http://perezoca.blogspot.com/2010/12/una-calle-para-amado-granell.html