“Els anys del PSUC. El partit de l’antifranquisme (1956-1981)”
De Carme Molinero y Pere Ysàs
L’Avenç. Barcelona, 2010. 392 páginas. 23 €
Carme Molinero y Pere Ysàs han publicado, tanto en colaboración como de manera individual, muchos libros y artículos sobre la historia de la época franquista. El último de sus trabajos es Els anys del PSUC. El partit de l’antifranquisme (1956-1981) (“Los años del PSUC. El partido del antifranquismo”), en el que se interrogan sobre el papel que tuvo este partido comunista en la sociedad catalana de las décadas de los sesenta y los setenta. No pretenden ofrecernos una historia del PSUC, en sentido estricto. El estudio arranca con el I Congreso del PSUC (1956) y las nuevas políticas de reconciliación nacional, y termina con la ruptura del partido, en el V Congreso (1981), con las batallas entre “eurocomunistas”, “leninistas” y “prosoviéticos”. El partido del antifranquismo, como los autores lo definen, no iba a ser, está claro, el partido del posfranquismo.
Dos grandes partes forman el libro, dedicadas, respectivamente, al tiempo del franquismo y a la transición democrática. Los autores analizan actuaciones, estrategias y debates, al mismo tiempo que nos presentan personajes —de López Raimundo a Solé Tura, del “Guti” a Cipriano García—, ambientes y coyunturas. El activismo continuado, así como la capacidad para encontrar vías adecuadas de acción colectiva, constituyeron, sostienen Molinero e Ysàs, las claves para explicar la influencia del Partit Socialista Unificat de Catalunya en la sociedad catalana. La narración está fundamentada en una documentación extensa y en amplios conocimientos, tanto del objeto en cuestión como de la época. Las páginas dedicadas al movimiento vecinal, a la integración de Bandera Roja en el PSUC, a los fracasos electorales, a las tensiones PCE-PSUC o a la fracasada política de unidad de los años setenta deben ser destacadas.
Algunos elementos del libro merecen comentarios críticos. Ante todo, un pequeño detalle: junto con Fernando Claudín y Jorge Semprún, del PCE, fueron expulsados, ciertamente, en 1964, Francesc Vicens y Joan Berenguer, del PSUC, pero debe tenerse en cuenta que Berenguer era el nombre de guerra de Vicens; esto es, se trata de una única persona. Segundo elemento a tomar en consideración: el tratamiento de buena parte de los principales dirigentes y sus actuaciones es, a veces, poco crítico, con tendencia puntual hacia una cierta hagiografía. Pienso que es bueno recordar, pongamos por caso, que Gregorio López Raimundo ha sido, como citan los autores tomando las palabras de la famosa canción de Raimon, el personaje de cabellos blancos y sonrisa en la cara, pero también constituyó, como sostuvo Semprún en la Autobiografía de Federico Sánchez (1977), “uno de los más desmemoriados e implacables sectarios del Espíritu-de-Partido”.
Finalmente, debo reconocer cómo la utilización que, en especial en la introducción del volumen, hacen Molinero e Ysàs del término “democracia” me plantea algunas dudas: ¿Los comunistas luchaban en 1956 por la democracia? ¿Tiene algo que ver esta democracia con lo que hoy entendemos normalmente por democracia? Dejo estas preguntas en el aire. La discusión, me parece, va mucho más allá de este volumen y tiene mucho que ver con la particular reconstrucción historiográfica y memorial de las izquierdas hispánicas que se está llevando a cabo en los últimos lustros. Como quiera que sea, estamos ante un libro bien informado y muy interesante, que permite contribuir a la reconstrucción de una época todavía demasiado poco conocida.
