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En memoria de unos hombres buenos

Información.es, | 27 enero 2011

Benidorm: Reconocimiento a un alcalde republicano

El Ayuntamiento de Benidorm homenajeó ayer a su último alcalde republicano y primero de la Guerra Civil, Jaime Ferrer

El Ayuntamiento de Benidorm homenajeó ayer a su último alcalde republicano y primero de la Guerra Civil, Jaime Ferrer, quien junto a otros líderes izquierdistas salvó de la muerte en la población a numerosos simpatizantes del ejército franquista durante los primeros meses de la contienda.

ARTURO RUIZ En los días que siguieron al estallido de la Guerra Civil, la vida ya no fue fácil para nadie. Tampoco en los pueblos pequeños, donde la convivencia se vio rasgada no sólo por motivos ideológicos (siglos de odio entre dos españas) sino por rencillas personales y familiares también atávicas. En Benidorm, sin embargo, sólo hubo un fusilado durante la contienda. Aquel bagaje tan incruento en comparación con otras latitudes -donde se produjeron auténticos baños de sangre- fue en buena parte responsabilidad de los integrantes de la corporación municipal que dirigían los destinos de la población cuando en julio de 1936 estalló el conflicto, quienes desde sus convicciones izquierdistas porfiaron para que las milicias republicanas no apresaran a los empresarios y simpatizantes políticos del ejército franquista que acababa de alzarse en armas contra la República.

Uno de esos hombres buenos era Jaime Ferrer (1908-1971), último alcalde de la República, primero de la Guerra Civil. Militante de la UGT, recibió la vara de mando el 14 de julio de 1936, apenas 4 días antes del golpe de Franco y cuando sólo tenía 28 años. Ayer, más de siete décadas después, la ciudad inauguró en el casco urbano una calle que lleva su nombre y saldó así una deuda demasiados años pendiente. No fue sólo un reconocimiento a Ferrer sino también a otros líderes republicanos locales como el secretario de la UGT, Juan Ripoll, o el también regidor Emilio Ruzafa.

Durante 1936 y 1937, todos ellos salvaron vidas. Las vidas de sus propios enemigos políticos. Hay una carta impagable que así lo atestigua: fue escrita el 8 de julio de 1939 por un industrial de Alcoy, Alberto López, al que la guerra le sorprendió cuando veraneaba en Benidorm y cuya filiación política no ofrece lugar a dudas: inicia la misiva declarando que residió en Benidorm «desde unos días antes de iniciarse el glorioso Movimiento Nacional hasta su liberación». Pero a continuación asevera que durante los meses en que fue alcalde (hasta el 25 de enero de 1937) «Jaime Ferrer, lejos de molestarnos, estaba dispuesto a defendernos de la barbarie roja». Y enumera ejemplos: relata que «Ferrer nos permitió conservar durante mucho tiempo nuestros aparatos de radio»; que les dejó reunirse en casas de amigos o en las fondas para comentar la «marcha triunfal» del ejército de Franco; que mandó colocar en una entrada de la playa guardia permanente para evitar que los camiones de los milicianos penetraran en la zona de los chalets; que «evitó con otros elementos de la localidad que las bandas de asesinos de otros pueblos nos sacaran de Benidorm con la siniestra intención que es de suponer»; y que protegió a empresarios, diputados y hasta al torero Vicente Barrera -todos simpatizantes franquistas- de las milicias de Xàtiva, la FAI de Valencia, o la columna de «Pancho Villa» que llegó a Benidorm con la intención de fusilar «facciosos».

Este testimonio no bastó para que Jaime Ferrer (que tras dejar el Ayuntamiento sirvió en el ejército republicano) fuera condenado por un tribunal militar y encarcelado en prisiones de Dénia y de Alicante hasta 1940. Tras salir de la cárcel, se dedicó a su oficio, el de carpintero, hasta su muerte. En 2009 y en virtud de la Ley de Memoria Histórica, Ferrer fue rehabilitado por el Ministerio de Justicia. Ayer, también lo hizo su pueblo natal.

Salvar la Virgen del Sufragio a riesgo de la propia vida

El estallido de la Guerra Civil acentuó la destrucción de los iconos religiosos por parte de las milicias republicanas . El alcalde de Benidorm entre 1936 y 1937, Jaime Ferrer, logró no obstante, y en compañía de otros líderes izquierdistas, salvar la principal reliquia del municipio, la Virgen del Sufragio, que trasladó después de varios avatares desde la iglesia de San Jaime hasta su casa familiar en la calle del Buen Retiro. Hizo lo mismo con otras reliquias. Según cuenta el periodista Carlos Ferrer, estos traslados se realizaban con máxima cautela, ya que de ser descubiertos quienes lo hacían ponían en peligro no sólo las tallas sino sus propias vidas. De hecho, algunos de esos viajes se efectuaron durante la sobremesa de aquel verano de 1936, cuando todos los vecinos permanecían en sus casas a resguardo del calor. El industrial franquista Alberto López también asegura que durante su gestión, Jaime Ferrer trató de impedir la destrucción de la iglesia y de sus imágenes, a pesar de que los milicianos aseguraban que era el único templo de la zona que no había sido quemado. A.R

http://www.diarioinformacion.com/benidorm/2011/01/26/memoria-hombres-buenos/1088267.html