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De la Diagonal a Nou Barris, el largo exilio de la República

Público, 02/02/2011 | 3 febrero 2011

La talla de Josep Viladomat pasó más de cuarenta años en dos almacenes municipales

J.J. CABALLERO Barcelona

La República volvió a las calles de Barcelona el 17 de mayo de 1986, sólo ocho días después de que el general Franco fuera descabalgado de su caballo en el patio de armas del castillo de Montjuïc para ser llevado al contiguo Museo Militar. El dictador fue descabalgado con el máximo sigilo, con apenas media docena de testigos y sin la presencia de cámaras. Separar el jinete del caballo fue imprescindible para introducirlos en el museo. El simbolismo de los dos hechos va más allá de la mera coincidencia de fechas, porque el autor de las dos esculturas era el mismo: Josep Viladomat.

La República fue a parar a un almacén municipal de la calle Wellington cuando fue retirada del obelisco de la Diagonal, aunque esto se supo muchos años después, porque se creía que había sido fundida. Y aún pasó unos cuantos años más en otro almacén. Cuando finalmente volvió a la calle fue situada en la plaza de Sóller, paso previo a la ubicación definitiva en la plaza Llucmajor. Sobre una peana diseñada por los arquitectos Helio Piñón y Albert Viaplana, la escultura, de cuatro metros y medio de altura y unos 1.500 kilos de peso, preside una de las plazas principales de Nou Barris, el distrito más combativo de Barcelona. A los pies de la estructura de hierro figura el medallón de piedra con el rostro de Pi i Margall.

El concejal Lluís Reverter -uno de los pocos socialistas que en aquellos tiempos no ocultaba sus simpatías monárquicas- fue el primero en intentar rescatar a la República de su ostracismo, en 1980. Propuso que fuera instalada en el patio del Ayuntamiento y también estudió devolverla a la parte superior del obelisco de la Diagonal, sin desmontar la escultura de Marès. Ninguna de las ideas prosperó y la obra no salió del almacén hasta 1983. Y lo hizo para viajar hasta Madrid, donde fue expuesta en la muestra «Cataluña en la España moderna».

El motivo por el que el escultor que modeló la República se avino a crear un monumento dedicado a Franco tiene su historia. Josep Maria Huertas, Jaume Fabre y Pere Bohigas explican en «Los monumentos de Barcelona» una rocambolesca peripecia que les había narrado el mismo escultor y que estaba relacionada con una multa de tráfico que le impusieron en una visita a España (Viladomat residía en Andorra). La iniciativa partió del alcalde Josep Maria de Porcioles, que era también juez de Andorra. A pesar de las reticencias de Viladomat, Porcioles se salió con la suya y la estatua se colocó en el patio de Montjuïc en 1963. El escultor aprovechó un error en el proceso de fundición para borrar su firma y poner en su lugar el nombre del fundidor.

http://www.publico.es/especiales/memoriapublica/359499/de-la-diagonal-a-nou-barris-el-largo-exilio-de-la-republica