2.300 homenajes grabados en piedra
Dos monumentos recuerdan a los fusilados por el franquismo en Córdoba
MANUEL J. ALBERT – Córdoba –
Enrique Cámara tenÃa 42 años cuando se lo llevaron. Era picapedrero en una cantera de la sierra de Córdoba. Simpatizaba con la izquierda, sin que su familia tenga constancia de que militase en ningún partido polÃtico. Dio igual. El 1 de agosto de 1936 fueron a por él. Nunca más lo volvieron a ver con vida.
Enrique Cámara tenÃa 42 años cuando se lo llevaron. Era picapedrero en una cantera de la sierra de Córdoba. Simpatizaba con la izquierda, sin que su familia tenga constancia de que militase en ningún partido polÃtico. Dio igual. El 1 de agosto de 1936 fueron a por él. Nunca más lo volvieron a ver con vida. Su nombre figura desde ayer en el muro que, en homenaje a todos los fusilados por los franquistas en Córdoba, el Ayuntamiento ha erigido en el cementerio de La Salud, donde está enterrado en una fosa común. Otro monumento se levanta en el cementerio de San Rafael para las vÃctimas que allà descansan.
En total, se recogen los nombres y apellidos de unas 2.300 personas de las que se tiene constancia fehaciente que fueron fusiladas y enterradas en ambos camposantos. Pero algunos historiadores cifran en más de 4.000 los que fueron pasados por las armas solo en Córdoba capital.
MarÃa Auxiliadora Cámara, bisnieta de Enrique, acudió ayer con rosas rojas a la ceremonia con la que se inauguró el muro de la memoria en el cementerio de La Salud. Pepa Cámara, nieta de Enrique, estaba con ella. Juntas recordaron lo que en su casa se contó y se calló durante 40 años de dictadura. «Mi abuelo estaba casado y tenÃa cinco hijos cuando lo mataron. El mayor de 14 años, el pequeño de solo nueve meses. No sabÃan qué habÃa ocurrido, pero lo sospechaban», rememora Pepa. «Una hermana de mi abuelo lo tenÃa tan claro que se pasó tres dÃas escondida en este cementerio esperando encontrarlo. Ella rebuscaba en cada montaña de cadáveres que descargaban los camiones todos los dÃas. Y en uno de aquellos, encontró a Enrique. TenÃa un tiro de gracia en la nuca», prosigue la nieta.
Pepa explica que la familia trató de llevarse el cuerpo del picapedrero, pero los responsables del cementerio se lo impidieron. «DecÃan que tenÃan que llevar bien las cuentas porque se jugaban la vida. Tantos llevaba el camión, tantos se enterraban», explica. «Por eso, nunca lo pudieron sacar y la familia siempre supo que estaba aquû. La mujer de Enrique sacó adelante como pudo a la familia limpiando en casas. Fue una mujer triste el resto de su vida, de negro hasta que murió en 1985, a los 90 años. La familia nunca más volvió a hablar de la tragedia hasta que murió Franco.
El alcalde de Córdoba, Andrés Ocaña, de IU, agradeció la presencia de las numerosas personas que asistieron para rendir homenaje a sus familiares: «Como Ayuntamiento lo que hemos hecho es algo que debÃamos a todas estas personas y a sus familiares, a pesar del tiempo que se ha tardado». El Consistorio se ha visto envuelto los últimos años en una incómoda polémica por su negativa a abrir las fosas como ha hecho el Ayuntamiento de Málaga. El Consistorio cordobés alega que es muy caro extraer los restos e identificarlos. Un nieto de un diputado socialista malagueño, asesinado en Córdoba, Luis Dorado Luque, ha llevado el caso al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. El nombre del polÃtico no figura en el muro por expreso deseo de la familia.