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Donde habita el olvido o la vigencia del cainismo

Lucas Leon Simon, | 19 marzo 2011

Hoy, en Córdoba, se ha puesto nombre en forma de muro de memoria a la gratitud frente a lo arbitrario

¡Que la tierra os sea leve! Así despedían los romanos a sus difuntos ilustres. Y desde hoy, esa frase, escrita en la trasmutada eternidad del mármol, quiere honrar a los 4.000 fusilados por el franquismo en la ciudad de Córdoba.

Parece que nos hemos hecho insensibles al espasmo de cualquier cifra. Parece que dan igual 100 que 50.000, pero 4.000 personas sacadas de sus casas, sometidas a procesos sumarísimos absolutamente irregulares, ajurídicos y fusiladas desgarradamente contra el blanco/negro paredón de un cementerio son el contingente y el constitutivo de un brutal genocidio.

Sobretodo porque son sólo las  víctimas, entre 1936 y 1950, de uno de los 8109 municipios de una piel de toro desgarrada por el odio y el cainismo más feroz que recuerdan los tiempos.

Han tenido que pasar siete décadas para que se haga un mínimo gesto de la sociedad civil que honre el sacrificio de cuatro mil personas, defensoras de la libertad, la democracia y la legalidad institucional vigente, asesinadas vilmente y sometidas a una doble condena: la física y la del silencio.

Aún hoy, con una democracia forjada y soportada en este doliente y cabal sacrificio, ni  un sólo representante de la numerosa derecha local ha acudido al lugar en el que durante setenta y cinco años ha habido una ominosa fosa común que agraviaba nuestra identidad como ciudadanos. El simple reconocimiento, con nombres y apellidos en un muro de mármol y memoria, de los cuatro mil fusilados, ha llevado a la ausencia y el silencio a los que de esta forma se convierten en herederos políticos y morales de los verdugos. Caín (el PP) vuelve a matar a Abel (fusilados republicanos).

Esa desnuda, obscena identidad, que pretende, naturalmente sin lograrlo,  que la doble condena de muerte y silencio, siga gravitando sobre la mudez de una fosa colectiva, alentada en unas cancillerías y judicaturas que procesan y sientan en el banquillo, no a los verdugos o sus herederos, sino al juez que pretende investigar uno de los mas sangrientos y dolosos episodios de nuestra historia.

Hoy, en Córdoba, se ha puesto nombre en forma de muro de memoria a la gratitud frente a lo arbitrario, a la idea frente al confinamiento, a la vida frente al crimen. Querían que allí sólo habitara el olvido, y hoy, en esos cuatro mil nombres levantados sobre el horror ignominioso de una fosa común, tenemos la certidumbre de que no solo habita nuestro pasado sino nuestro futuro.

¡Que la tierra les sea leve¡  Y que a sus verdugos, de ayer y de hoy, se la demande.

http://lucasleonsimon.wordpress.com/2011/03/18/donde-habita-el-olvido-o-la-vigencia-del-cainismo/