¡Hay esperanza!
Ayer, de nuevo, en el ochenta aniversario de aquel sueño de cinco años, se ha vuelto a escuchar el ¡salud y república!
¡Salud y República! Con este saludo de bienvenida celebraron la inmensa mayorÃa de los españoles el advenimiento de la II República en España (14/4/1931); el más importante y significativo intento de transformación de las estructuras socioeconómicas y culturales de nuestro paÃs hasta ese momento.
La propuesta de democratización y transformación de unas fórmulas de convivencia que habÃan quedado ancladas en el siglo XIX y trasnochadas en relación con el resto de Europa, resultaba tan esperanzadora para la ciudadanÃa, como amenazante para los sectores e instituciones que tradicionalmente venÃan detentando el control polÃtico, económico e ideológico de la sociedad española.
Sin embargo, ese espÃritu de renovación y modernización se vio radical y cruelmente truncado por la alianza de las fuerzas más intransigentes y reaccionarias del momento que propiciaron el golpe de Estado de julio de 1936 y el desencadenamiento del más terrible de los enfrentamientos mantenidos entre españoles a lo largo de nuestra ya dilatada historia.
Ayer, de nuevo, en el ochenta aniversario de aquel sueño de cinco años que los enemigos de la libertad convirtieron en una pesadilla abyecta de más de cuarenta, se ha vuelto a escuchar el ¡salud y república! en los cientos de homenajes y reconocimientos a aquellos republicanos y republicanas que quisieron construir el futuro en torno a valores genuinamente humanos : libertad, igualdad, solidaridad.
Con emoción y alguna pizca de nostalgia se sentÃa el saludo republicano  en la plaza de Cibeles al comenzar la manifestación convocada por la Coordinadora Republicana de Madrid para conmemorar dicho aniversario. Con la misma fuerza de siempre, o con más, si cabe, volvieron a sonar las voces de la memoria silenciada pidiendo verdad, justicia y reparación. Con idéntica nitidez se oyeron eslóganes reivindicando un Estado laico, más justo, más equitativo, más igual… Y, potente, rotundo, emocionante, surgÃa de las gargantas, de los corazones asistentes, el grito simbólico, el sÃmbolo esperanzador, que condensa todos los demás: ¡por la tercera república!
SÃmbolo condensador porque a estas alturas de los tiempos vividos bajo la Constitución de 1978, se sabe, con absoluta certeza que sólo con un Estado republicano de izquierdas se podrá poner fin a la impunidad franquista, al clericalismo rampante, a la insaciable voracidad de los mercados… Y sÃmbolo esperanzador porque los republicanos de toda la vida, los viejos luchadores, los conocidos de siempre eran minorÃa en la manifestación. Ha costado mucho, pero, por fin, la tendencia se ha invertido. Ayer, —se puede decir alto y claro, cientos—, miles de jóvenes, algunos en formación, reivindicaban la tercera república porque no quieren ser súbditos de una monarquÃa hereditaria, sino ciudadanos republicanos con pleno derechos.
AnochecÃa en la puerta de Sol. El viejo ¡salud y república!, como un ritual, se repetÃa por doquier. Pero, esta vez, el verso llevaba coda: ¡hay esperanza!