«La épica antifranquista es una mina para cualquier narrador»
YOLI LANCHA
LATRIBUNADETOLEDO.ES
Almudena habla sin parar de Inés, de su alegrÃa, de su esperanza, de su juventud. De esas ganas de cambiar el mundo, de la pistola y del caballo que la acompañan en su viaje a Arán y de las cientos de rosquillas que prepara cuando se pone nerviosa. También habla del guerrillero Galán como de un hijo. De su tosquedad, sus tacos, su valentÃa y sus ideales. Del amor, del dolor y de los sentimientos. La novela de la escritora madrileña se ha guisado a fuego lento, con tres voces narrativas, la desconocida batalla del Valle de Arán, con personajes de ficción que se mueven en un contexto histórico, con La Pasionaria, con Santiago Carrillo, personajes reales que la autora desnuda en la novela. ‘Inés y la alegrÃa’ es una obra reposada y bien pensada, uno de esos proyectos que consiguen encerrar en casa a la escritora durante meses, como si fuera una ermitaña de las letras, tejiendo párrafos, buceando en una sensibilidad descriptiva a la que pocos escritores recurren, ahondando en el perfil psicológico de unos personajes que emocionan al lector durante más de 700 páginas.
¿En la España actual queda algo del espÃritu de Inés, la protagonista de esta primera de las seis novelas previstas como ‘Episodios de una guerra interminable’?
Hay muy poco del espÃritu de Inés. Ese espÃritu se ha borrado. Ha habido un olvido natural, que es normal que con el tiempo pase, pero también un intento de enmascarar ese espÃritu. A veces, mujeres como Inés en la época de la Transición, por ejemplo, han pasado por ser sectarias, peligrosas, violentas y agresivas. En este paÃs hay una épica antifranquista que es una mina de oro para un narrador, pero los españoles viven de espaldas a ella y contribuye a que ese espÃritu se haya perdido. Naturalmente, vivimos en otros tiempos, pero asà todo.
Se siente ligada a su protagonista por sus cualidades culinarias. Pero, ¿no comparte también el inconformismo de esta joven?
Me siento vinculada a Inés por muchas cosas. La cocina es como muy evidente, pero también Inés es un paradigma del tipo de mujer que a mà me gustarÃa llegar a ser en muchos sentidos. Es valiente, leal, honesta y comprometida. Pero, al mismo tiempo, es capaz de salirse del cuadrado cuando conviene. Es capaz de tomar sus propias decisiones y no se deja influenciar demasiado cuando las cosas no le parecen justas. Con Inés he intentado hacer un homenaje a las mujeres republicanas. En ese sentido, me gustarÃa pensar más bien que ella es un modelo, más que pensar que me parezco a ella.
Lo de comprometida también lo comparte con ella. ¿Qué coste paga por exponerse polÃticamente tanto?
No tengo ni idea ni lo valoro en esos términos. Supongo que pierdo lectores y también ganaré otros. Asà es la vida, ¿no? Es muy curioso como a partir de ‘Corazón Helado’ he ganado muchÃsimos lectores masculinos porque he dejado de escribir novelas en las que se reconocÃan sistemáticamente las mujeres de mi generación para empezar a escribir novelas sobre un tema que interesa más, curiosamente más a los hombres que a las mujeres. Siempre se pierde y se gana, pero escribir es mirar al mundo y esa mirada no puede obedecer a ese tipo de cálculos.
¿Qué le parece el boom de los niños robados del franquismo que ha estallado en los últimos meses?
Llevaba esperando un montón de tiempo. Sobre todo, todos los que hemos leÃdo libros como ‘Irredentas’, que tiene ya treinta años, y los que estamos en contacto con historiadores que han trabajado el tema de la represión en las cárceles de mujeres y en general. Lo estábamos esperando y se venÃa venir. Es un caso singular el de los niños robados porque se trata de una trama polÃtica que se convierte en una trama criminal que sobrevive a la democracia. Es muy fuerte porque se habla de lo que fue la impunidad, de la mentalidad que el franquismo imbulló en sus dirigentes respecto a la población española. A las republicanas les quitaban los hijos porque el psiquiatra Vallejo Nájera decÃa que el marxismo era un gen y que habÃa que extirpar el izquierdismo en la sociedad española. Hubo cárceles de madres lactantes en las que los niños iban a la enfermerÃa y no volvÃan. Y nadie veÃa los cadáveres. Era una historia muy articulada y terminó convirtiéndose en una trama económica originada en la convicción de que las mujeres de pueblo, pobres y medio analfabetas eran una especie de seres infrahumanos que no iban a protestar, estaban muertas de miedo y no tenÃa medios. Por eso, fue tan buen negocio y ha llegado hasta la democracia. Es un tema que deberÃa inducirnos a reflexionar sobre el paÃs en el que vivimos, de dónde viene y a dónde queremos llegar.
¿Le sorprende la postura de los tribunales ahora cuando hace meses se linchó a Garzón por investigar esta problemática?
Es lo mismo, pero ahora hay niños robados de los 70 y de los 80. Hay niños robados de la democracia y no se puede eludir con la Ley de AmnistÃa. Moralmente todos los niños robados son vÃctimas del franquismo, porque lo que pasó en estos últimos años está originado en un estado de terror. Nacà en 1960 y me acuerdo de las muchachas de los pueblos… Era impensable que las mujeres pudieran llevarle la contraria a un médico. Los tribunales no tienen más remedio que juzgar estos casos y sirve para demostrar hasta qué punto es insostenible que procesen a Garzón por investigar los crÃmenes del franquismo. Hasta que punto estamos llegando a unos lÃmites entre ridÃculo y la infamia procesal en este paÃs que son impropios de un estado de derecho y de una democracia.
El tema es un buen argumento para una novela.
Mi amigo BenjamÃn Prado escribió una novela sobre este tema. Es un buen argumento, pero sólo es la punta del iceberg, como ocurre con Arán en ‘Inés y la alegrÃa’. Hay tantos argumentos para tantas novelas que como BenjamÃn escribió una novela sobre este tema no la escribiré yo. Pero hay muchÃsimas historias que no se han contado.
¿En este ambicioso proyecto de seis novelas contará también con la resistencia española en los campos de concentración?
De los campos y de la cárcel. Hay una novela de cómo se organiza el Partido Comunista en Madrid, en 1939, en la cárcel de Porlier. La segunda novela habla de la guerrilla interior, de la de Jaén, del trienio del terror. Y otra de estas seis de la guerrilla urbana de Madrid en 1946 vinculada con una trama de evasión de nazis. Y en la última intervienen los huelguistas del 62.
¿Qué le dirÃa a los que se empeñan en criticar a los escritores comprometidos y los tachan de «izquierdistas revanchistas?
Pues nada porque el nivel dialéctico de las digitales, de algunos medios de comunicación y de algunos columnistas de algunos periódicos españoles se comenta solo. Y hay un refrán que explica muy bien todo esto: No ofende quien quiere sino quien puede. No me preocupan, no entro en internet para leer los comentarios, me parece que son excrecencias de la sociedad española.
Izquierda Unida ha organizado esta charla para presentar su novela y recordar el 80 aniversario de la II República. ¿Qué podemos aprender hoy de esta etapa?
Pues todo porque estamos viviendo en un paÃs que se parece al sueño de los republicanos españoles. De alguna manera nuestro presente certifica el fracaso del franquismo y es una especiei de victoria póstuma de los republicanos que lucharon hasta el último aliento para dejarnos el paÃs en el que vivimos. Creo que los españoles no son conscientes de que ahora mismo nosotros representamos los valores republicanos y lo que entendemos por progresismo, libertades y estado de derecho tiene que ver con la moral republicana. Somos la encarnación de la moral republicana.
¿Ve viable el proyecto de IU sobre la III República?
A mà me gustarÃa morirme en una República. Tengo tres hijos, nacà en el franquismo, me eduqué en el miedo y he tardado mucho tiempo, como la gente de mi edad, en dejar de tenerlo. Siempre se decÃa que no nos metiéramos en nada, ya veréis la que nos jugamos, el 23-F y todo eso… La generación de mis hijos no ha conocido el miedo y comprenderá cuando lleguen a la edad de tomar decisiones hasta qué punto una monarquÃa en sà misma es una institución incompatible con el espÃritu de la democraica. Creo que las monarquÃas son anacronismos que tienen que ver con otra época en la que el poder venÃa de Dios y se detentaba por la gracia divina. Formalmente una democracia no es compatible con una monarquÃa y espero que termine cayendo por su peso.
Ya que no le importa mojarse en temas polÃticos. ¿Prefiere a Rubalcaba, a Chacón o a Bono?
Estoy muy cabreada. Nunca he votado al PSOE, pero lamentablemente la izquierda en España está condenada a depender del PSOE. Y creo que lo han hecho tan mal y lo que ha pasado es tan malo que da lo mismo porque no van a ser presidentes del Gobierno ni Rubalcaba ni Chacón.