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Un trío de maquis inseparable hasta la muerte

Revista Ecos, | 4 abril 2011

Un libro cuenta las andanzas por Toledo de el Manco, el Comandante y Parrala

UN LIBRO CUENTA LAS ANDANZAS HASTA SU MUERTE POR LOS MONTES DE TOLEDO DE EL MANCO, EL COMANDANTE Y PARRALA

“En un tiroteo ocurrido el 30 de enero de 1945 en la finca El Brozoso, de Porzuna (Ciudad Real), resultó muerto ‘Borrato’, y un guardia civil herido de gravedad. La primera acción que realizaron en la provincia de Toledo tuvo lugar el 5 de febrero de 1945, en la finca Santo Tomé de Los Yébenes, cuando un hombre armado entró en una labranza y se llevó algunos víveres…”.

El párrafo pertenece al libro “Vida y muerte de tres guerrilleros antifranquistas en los Montes de Toledo: El Comandante, El Manco de Agudo y Parrala (1939-1949)”, escrito por Benito Díaz Díaz y Juan Pedro Esteban Palmero, y que narra las vicisitudes de los tres maquis cuyos restos fueron encontrados en marzo de 2010, tal y como publicó ECOS, en la localidad de Retuerta del Bullaque (Ciudad Real), lindante con la provincia de Toledo, por un equipo de arqueólogos e historiadores bajo la dirección de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Ponferrada (León).

EN TERRITORIO MONTEÑO

Andanzas que, efectivamente, se desarrollaron en gran parte dentro de los límites de los Montes de Toledo. Lean: “El 25 de marzo de 1945, cinco hombres de la partida liderada por El Manco de Agudo y El Comandante robaron en la majada El Grajonal, de Ventas con Peña Aguilera, de la que se llevaron bastantes alimentos. Después de este robo tardaron en volver a dar señales de vida por esta zona, pues hasta el 16 de julio no se llevaron comestibles de la finca El Pastuero, también de Ventas con Peña Aguilera. En julio volvieron a robar en otra majada de ese término municipal, y en la finca Boca de la Sierpe, de Los Yébenes. El 26 de agosto dos hombres armados se presentaron en la finca Pilili, en San Pablo de los Montes, y secuestraron a Magdaleno Rubio y a su hijo Mariano Rubio Gómez, por los que exigieron 15.000 pesetas como rescate. Los guerrilleros sabían que unos días antes habían vendido varios centenares de cabritos y que por lo tanto disponían de ese dinero. Pero los secuestradores se pusieron nerviosos y al ver que la Guardia Civil había sido advertida del secuestro soltaron a sus víctimas sin recibir nada a cambio…

De hecho, los tres guerrilleros protagonistas de esta historia, y del libro, formaron parte de la 23ª División de la 2ª Agrupación Guerrillera, reorganizada el 22 de julio de 1946 y siendo elegido jefe de la misma El Comandante. Reorganizada porque un año antes, en el verano de 1945, los dirigentes de la Agrupación Guerrillera de Toledo, entre los que se encontraban el trío, “acordaron disolverla en una reunión que tuvo lugar en los Montes de Mora ante el convencimiento de que estaban abandonados a su propia suerte y que no se estaba organizando nada serio para impulsar el movimiento guerrillero y que éste tuviese posibilidades de triunfar”.

“SU ÚNICO OBJETIVO ERA SOBREVIVIR”

“Un día del mes de octubre de 1947, cuando estaban en la casilla de un enlace El Manco y Miguel Padilla Camello “Michelín”, que formaba parte del Estado Mayor de la 2ª Agrupación, llegaron a ella El Comandante y Parrala, y convencieron al primero para que desertase y se fuese con ellos. Desde entonces y hasta su muerte, año y medio después, formarían un trío inseparable. Su único objetivo era sobrevivir y, si era posible, alcanzar la frontera francesa, que para ellos estaba por desgracia demasiado lejana”.

Porque eran perseguidos día y noche por la Guardia Civil, cuyas fuerzas estaban a las órdenes del teniente coronel Eulogio Limia Pérez y que “tenía carta blanca en su lucha contra la guerrilla y unas enormes atribuciones que no dudó en utilizar”. Hasta marzo de 1949, cuando ya entonces “en la zona centro fueron bastantes los exguerrilleros que contribuyeron de manera activa en la exterminación de sus antiguos compañeros (durante años Gregorio “Tana”, vecino de Menasalbas, afirmó que había sido él quien delató al Manco de Agudo; sin embargo, al ser preguntado por este particular lo negó con cierta agresividad). La inclusión de exguerrilleros en las contrapartidas hizo de éstas un arma mortífera”.

Y aquí viene el desgraciado final del trío. “Es muy posible que en la contrapartida que consiguió dar con el paradero de El Comandante y sus dos compañeros estuviese incorporado “Pedro el Cruel”, como él se atribuye en su sumario, para recibir a cambio una elevada suma económica”. Porque la Guardia Civil logró dar con el enlace en cuyo chozo, situado en la sierra del Carrizal, se refugiaba el trío a veces. Tras dos semanas de espera, el 12 de marzo de 1949 “tres guardias civiles vieron llegar al Comandante, que se alumbraba con una linterna (…). Según el informe de la Guardia Civil, los tres guerrilleros, aunque heridos y con las ropas incendiadas, lograron arrastrarse fuera del chozo y disparar contra sus agresores (…). Como suele ocurrir, el informe elaborado por la Guardia Civil contiene exageraciones y alguna que otra grave imprecisión. No es creíble que los guerrilleros saliesen con las ropas incendiadas y disparando, pero estos detalles elevaban a la categoría de gesta el simple ametrallamiento de tres personas a las que no se les dio la más mínima posibilidad de defenderse ni tampoco de entregarse, aún cuando el resultado iba a ser el mismo”.

Punto final. “Recientemente, en marzo de 2010, 61 años después de su muerte, han sido exhumados…”.

MURIERON JUNTOS Y ESTABAN BOCA ABAJO

“Recientemente, en marzo de 2010, 61 años después de su muerte, han sido exhumados por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica los restos de José Méndez Jaramago ‘Manco de Agudo’, Reyes Saucedo Cuadrado ‘Parrala’ y Honorio Molina Merino ‘El Comandante’ en el cementerio viejo de Retuerta del Bullaque. Los tres murieron juntos y así, boca abajo, han permanecido desde entonces. Ahora, una vez que sus familiares les entierren donde y como quieran, seguirán formando, con sus virtudes y defectos, un trío inseparable en el recuerdo de muchos españoles”.

Lo que acaban de leer es el párrafo final del libro de Benito Díaz Díaz y de Juan Pedro Esteban Palmero. Benito es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Castilla-La Mancha y uno de los máximos especialistas de la guerrilla en la zona centro, como afirma Arturo Peinado, de la Federación Estatal de Foros por la Memoria, en el prólogo del libro.

Y Juan Pedro es investigador especializado en la historia y vida cotidiana de los maquis de la provincia de Ciudad Real y uno de los promotores de la exhumación de los tres guerrilleros.

César del Río

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