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Elogio (fingido) de un libro: ¡Indignaos!

Juan Jorganes. Nuevatribuna.es, 16-05-2011 | 17 mayo 2011

¿Quién se atreve a reivindicar la lucha antifranquista? ¿Y quién se atreve a hacerlo como conciencia de una lucha contra la injusticia?

 

Juan Jorganes Diez | Profesor

nuevatribuna.es | Actualizado 16 Mayo 2011

Durante la fiesta de Sant Jordi en Cataluña, Stéphane Hessel ha sido el autor que más libros ha vendido en el apartado de no ficción (¡Indignaos!, Destino). El libro de Hessel se ha promocionado en España con la garantía del millón y medio de ejemplares vendidos en Francia durante los primeros meses de su publicación.

Prologado por José Luis Sampedro, el librito no llega a las 60 páginas, incluidas las notas y el posfacio del editor. Su punto de partida fue un discurso improvisado de Hessel con ocasión de una reunión convocada por la asociación Citoyens résistants d’hier et d’aujourd’hui (CRHA). La CRHA reivindica los principios del Consejo Nacional de la Resistencia, creado clandestinamente el 27 de mayo de 1943 en París por representantes de los movimientos de la resistencia a la invasión del ejército nazi alemán; entre ellos, los sindicatos más importantes anteriores a la Segunda Guerra Mundial, la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Confederación Francesa de los Trabajadores Cristianos (CFTC), y los partidos comunista (PCF) y socialista (SFIO).

Éxito desconcertante

El éxito del opúsculo se repite en España. Además, es una referencia habitual, al menos el título, en artículos diversos y entre analistas varios. Las citas al título de Hessel por el establishment mediático y los analistas del pensamiento único desconciertan en el primer aniversario de los sucesos de mayo, cuando el presidente Zapatero anunció en el Congreso “las medidas de ajuste”. Sin rebuscar mucho en la hemeroteca, ninguna de aquellas medidas les pareció, por ejemplo, a los editorialistas de El País (13-5-10) ni “injusta ni ilógica”, incluyendo la “no revalorización” de las pensiones o la bajada del sueldo a los funcionarios. Es más, pasaba de la opinión a la exhortación en una línea: “Los agentes sociales, en especial los sindicatos, no deberían enturbiar el ajuste con suspensión de negociaciones, huelgas y protestas”. No fueron la excepción. Aún zumban los oídos desde las vísperas de la huelga general con los truenos de otras tribunas. El mensaje implícito suena a algo así como un indignaos (ahora mola citar a Hessel), pero nada de organizar huelgas y tonterías.

También desconcierta que pudieran alabarse otros contenidos del libro por el pensamiento dominante publicado. Defensor de la causa palestina, Hessel escribe que “los propios judíos puedan perpetrar crímenes de guerra es insoportable”. Piensa que el terrorismo es inaceptable y que el “porvenir pertenece a la no violencia, a la conciliación de las diferentes culturas”. Pero “hay que admitir que, cuando un pueblo está ocupado con medios militares infinitamente superiores, la reacción popular no puede ser únicamente no violenta”.

Hessel, tras insistir en que hay motivos para indignarse, apela a los jóvenes a que busquen el suyo, a que miren alrededor. La indignación fue el origen de la resistencia al nazismo. Reproduce a lo largo del libro textos del Consejo Nacional de la Resistencia. Alude a los veteranos de los movimientos de la resistencia como conciencia de unos valores y, así, recuerda que en 2004, con motivo del 60 aniversario del Consejo, ellos, los veteranos, dijeron que la amenaza de la barbarie fascista no “ha desaparecido todavía y nuestra cólera respecto a la injusticia sigue intacta”. Y reitera la vigencia de esta afirmación.

Opinión dominante

Buscar el paralelismo con España no es difícil: como las paralelas nunca nos encontraremos. La propuesta de un hipotético consejo de la resistencia al franquismo podría acabar en un juzgado con quienes lo constituyeran. El reconocimiento de la lucha antifranquista carece de la firmeza inequívoca que mantiene el resto de Europa con respecto a los luchadores contra el fascismo. No se encontrarán por ahí calles o plazas, hospitales o centros escolares con nombres de generales o militantes fascistas. Tampoco parece probable que haya un juez Garzón acusado de un delito de prevaricación al abrir una causa por las desapariciones del franquismo/fascismo. Más improbable es que la acusación atendiera la petición de, entre otros, Falange Española de las JONS, organización heredera de la que colaboró en el golpe de Estado de 1936 y entusiasta participante en la represión durante la Guerra Civil y la dictadura.

Escrito lo cual, algunas preguntas (retóricas): entre la opinión dominante, ¿sería posible que alguien reivindicara la resistencia al franquismo como cimiento de las conquistas sociales logradas y que apelara a las jóvenes generaciones a dar vida y transmitir la herencia de la resistencia y sus ideales? ¿Quién se atreve a reivindicar la lucha antifranquista? ¿Y quién se atreve a hacerlo como conciencia de una lucha contra la injusticia? Si aún nos zumban los oídos desde las vísperas de la última huelga general, nos duelen desde mucho antes por despegar los labios para reclamar el cadáver de un pariente desaparecido o de un poeta fusilado o por apoyar una investigación sobre los crímenes de la dictadura.

Es dudoso que la opinión publicada preponderante apoye sinceramente la apelación de Hessel a una “verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no proponen otro horizonte para nuestra juventud que el del consumo de masas, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos”.

Demasiadas diferencias entre el pensamiento dominante y el contenido del libro como para sonar a sinceras tantas alabanzas y referencias. Más parece fingimiento, el que se esconde tras el esnobismo (lo que sea con tal de estar a la moda), o la pedantería (lo que sea por alardear), o la erudición a la violeta (lo que sea con tal de aparentar lo que no se sabe). O simple y llana hipocresía. Detectado el elogio fingido de un libro, ¡indignaos!

http://www.nuevatribuna.es/opinion/juan-jorganes-diez/2011-05-16/elogio-fingido-libro-indignaos/2011051612104500825.html