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«Soy el monumento de lo que no hay que hacer. El Gilipollas»

El País, 07/05/2011 | 7 mayo 2011

Salen a subasta 36 cartas inéditas de Céline, escritor genial y filonazi convencido

 

ANA TERUEL – París –

A punto de cumplirse el 50º aniversario de su muerte, el próximo 1 de julio, la figura de Louis-Ferdinand Céline (Courbevoie, 1894-París, 1961) sigue instalada en el misterio. Celebrado como uno de los grandes escritores del siglo XX por su sobrecogedor Viaje al fin de la noche y condenado a la eterna polémica por sus violentos panfletos antisemitas de los años 30, su nombre fue retirado de la lista de celebraciones nacionales oficiales de este año en el último momento. En lo que podría interpretarse como un acto de venganza poética, la casa Artcurial subastará este martes en París un lote de casi 40 cartas inéditas pertenecientes a su periodo más oscuro, entre 1939 y 1948, durante la segunda guerra mundial y su exilio forzado tras la Liberación. Un conjunto que ayuda a arrojar algo de luz sobre el enigma Céline.

Las 36 cartas, valoradas entre 90.000 y 100.000 euros y que estos días se exponen en la galería de la casa de subasta, están dirigidas a su amigo el doctor Alexandre Gentil, al que conoció tras la Primera Guerra Mundial. Las misivas aparecieron en un mueble olvidado de los descendientes de Gentil. Algunas las firma Céline con el seudónimo de Henri Courtial, personaje de su novela Muerte a crédito, o con el nombre de su esposa, Lucette Almanzor, por miedo a ser descubierto y convencido de que su correo está siendo interceptado. La venta se acompaña de otros escritos originales del literato, y de una fotografía tomada en 1944 por la policía alemana, que hasta ahora solo ha sido publicada en un libro.

La correspondencia descubierta suma unas 120 páginas manuscritas en las que el escritor expresa abiertamente su desagarro por el exilio y por su caída en desgracia. «Aquí no le intereso a nadie… les importa bastante poco un chupatintas extranjero», escribe en una carta fechada en octubre de 1945 en Copenhague. «Es la más cruel de las condiciones, cuando a los 52 años, enfermo, tu suerte te es arrancada sin perspectiva de jamás poder encontrar otra», se lamenta unos años más tarde.

Céline huyó de Francia tras el desembarco aliado de Normandía, en junio de 1945, por temor a las represalias. Gentil es uno de los pocos amigos a los que avisó de su salida del país. «Mi querido viejo, ¡hemos tenido que irnos de forma apremiante al campo!», relata en una misiva del 15 de junio, «espero que no dure mucho». El exilio duró siete años, esencialmente en Copenhague, donde pasó un año y medio en una cárcel y cuatro bajo arresto domiciliario. Condenado en Francia a la indignidad nacional por traidor en 1950, fue absuelto en 1951. Pudo entonces regresar a su país con su esposa Lucette, donde ambos vivieron totalmente aislados.

«En otra vida, te aseguro que no volveré a sacrificarme por nadie. Me haré un pasaporte animal. Iré a cuatro patas. Renegaré de los hombres», afirma en uno de los extractos más nihilistas de esta correspondencia, fechado en septiembre de 1945. En la misma carta se queja de su enfermedad, del frío y de la soledad. «¡Aquí no vivo más que en estado de aislamiento moral!… Los días pasan pesados como el plomo».

Médico de profesión, Céline también intercambia impresiones con su amigo sobre temas sanitarios, como el descubrimiento de la penicilina o los tratamientos de las enfermedades de las tiroides. En sus escritos, Céline hace justicia a su fama de misógino -a su secretaria la describe como «admirable pero infollable»- y de antisemita que agita el fantasma de la conspiración judeo-masónica.

Céline se reserva también palabras durísimas para sí mismo. «Tenemos aquí un bonito aniversario», reflexiona, a propósito del armisticio del 11 de noviembre, el que puso fin a la Primera Guerra Mundial durante la cual fue herido gravemente. «¿Para qué tanto esfuerzo en la primera para acabar de forma tan penosa? ¡Menudo engaño de la tierra al cielo! ¡Vomito mi vida cuando lo pienso, me vomito de gilipollez crédula de sacrificio perdido!» Y concluye: «Soy el monumento de lo que no hay que hacer. El Gilipollas».

Un genio odiado

РAutor de novelas capitales en la literatura francesa del siglo XX, como Viaje al fin de la noche o Muerte a cr̩dito.

– Simpatizó con los nazis y fue acusado de colaborador. Pasó un año en prisión. Abandonó Francia en 1944 y vivió en Alemania y Dinamarca.

– Recientemente, el ministerio de Cultura francés rechazó conmemorar el 50º aniversario de su muerte.

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Soy/monumento/hay/hacer/Gilipollas/elpepicul/20110507elpepicul_7/Tes?print=1