Federación Foros por la Memoria
Comunicados y Documentos de la Federación
Noticias
Agenda
Artículos y Documentos
Home » Artículos y Documentos

¿Autoritario o totalitario?

Cándido Marquesán. El Periódico de Aragón, | 18 junio 2011

El régimen de Franco fue una dictadura que no respetó ni el pluralismo ni los derechos humanos

 

18/06/2011 CÁNDIDO Marquesán Millán

Se ha convertido en noticia relevante la polémica por algunas biografías recogidas en el Diccionario de la Real Academia de la Historia. Sobre todo ha sido la de Franco realizada por el historiador Luis Suárez, al no atreverse a definirlo como dictador ni golpista y dejarlo reducido a autoritario. Según sus declaraciones «el régimen franquista no fue dictadura porque no dictó nada» y «que no ha querido reflejar la represión, porque eso es cuestión de los de la Memoria Histórica.

No quiero divagar sobre si el régimen de Franco fue totalitario o autoritario. Las distinciones ente ambos términos me parecen discusiones bizantinas reservadas para cenáculos universitarios. Linz distinguió entre regímenes autoritarios y totalitarios, definiendo los primeros como «aquellos con pluralidad política limitada, sin haber asumido responsabilidades ni tener una ideología elaborada; sin intensa ni extensa movilización política; con un líder que ejerce el poder dentro de unos límites mal definidos, mientras los segundos son como sistemas cerrados, impenetrables, sin capacidad de evolución». Incluye el régimen franquista entre los autoritarios. Pues muy bien, mas la cuestión clara es que fue una dictadura que no permitió el pluralismo político, ni respetó los derechos humanos.

Pero además el régimen de Franco ejerció una represión indiscriminada contra la disidencia antes y después del final de la guerra civil. Desde el mismo golpe militar fue brutal, con algunos acontecimientos traumáticos como las matanzas en la plaza de toros de Badajoz. Después del final de la guerra no se atenuó. Tras el 1 de abril de 1939 continuó una represión física sobre todos los prisioneros del ejército republicano, unos 700.000 que acabaron en unos 50 campos de concentración para depurar sus responsabilidades.

EN LAS CÁRCELES franquistas se hacinaron cientos de miles de españoles, en 1940 eran 280.000, donde sufrieron hambre, enfermedades y muerte por subalimentación, palizas o ejecuciones. La tortura se convirtió en algo sistemático. En enero de 1940, el Ministerio de Justicia creó la llamada Prisión de Madres Lactantes, en el n° 5 de la Carrera de San Isidro, de Madrid, lugar terrible ya que los niños solo estaban una hora con sus madres, y luego les fueron arrebatados para entregarlos a familias adictas al régimen, siguiendo las teorías del doctor Vallejo Nágera según las cuales los marxistas eran psicópatas antisociales, en consecuencia era conveniente apartar a sus hijos de las madres rojas para que no se pervirtieran.

Las denuncias muchas veces arbitrarias fueron muy frecuentes. Para ejercer toda esta maquina represiva proliferaron los juzgados y tribunales militares, donde se realizaron consejos de guerra, que eran auténticas farsas jurídicas, cuyas sentencias servían para llevar a cabo ejecuciones «legales», aunque con mucha frecuencia eran totalmente arbitrarias por medio de los «paseos» y la «ley de fugas». Formas de represión física fueron diversas modalidades de trabajos forzados para redimir penas: Batallones Disciplinarios de Trabajadores, Trabajos en Regiones Devastadas, Colonias Penitenciarias Militarizadas, Destacamentos Penales y Talleres Penitenciarios, con las que se enriquecieron empresarios vinculados con el régimen.

Hubo también una represión económica basada en el expolio y la rapiña y en la aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas, una auténtica aberración jurídica. El franquismo no sólo atentó contra la integridad física, la libertad y la vida de los vencidos, también reprimió las mentes, tarea a la que contribuyó incondicionalmente la Iglesia. Hubo clérigos que confeccionaron listas negras, y los informes del cura párroco eran claves en los consejos de guerra o en los expedientes de la ley de responsabilidades. La asistencia espiritual de los capellanes a la población reclusa sirvió para ejercer todo tipo de presiones: obligatoriedad de la misa, de la confesión o comunión, o tener que superar un examen de catecismo para alcanzar la libertad condicional. Se revocó la ley del divorcio republicano y la legislación de las bodas civiles, por lo que se deshicieron divorcios de una manera retroactiva y los que se habían casado civilmente fueron obligados a volver a hacerlo en la iglesia si querían que su estado civil fuera reconocido.

ADEMÁS, UNA represión laboral, ya que los puestos de trabajo fueron botín de guerra para los vencedores y los rojos tenían que superar un proceso de depuración para ejercer un empleo público. La más conocida fue la ejercida sobre muchos docentes. Esa marginación laboral supuso gran número de suicidios. Si los rojos no tenían derecho a nada, sus mujeres tampoco derecho a la honra, ya que se vieron sometidas a numerosos abusos deshonestos.

Podríamos seguir exponiendo más y más atrocidades del régimen franquista, que están ya documentadas por historiadores de prestigio como Paul Preston, Santos Juliá, Reig Tapia, Julián Casanova, Francisco Espinosa. Por ello, resulta una cuestión baladí hoy estar elucubrando sobre si autoritario o totalitario. La realidad es la que fue. Una dictadura brutal e inmisericorde, santificada por la misma Iglesia, que permitió al «salvador de las esencias patrias» la entrada bajo palio en muchas catedrales españolas.Profesor de instituto

http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=680834