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La zorra y el gallinero

José Luis Casas. El Plural, 10-06-2011 | 11 junio 2011

Cuando cada año explico en clase la naturaleza de la dictadura franquista, les doy a conocer a mis alumnos las diversas posiciones de historiadores y sociólogos

 

En el año 1994 el historiador Manuel Pérez Ledesma, en un artículo que ya cité aquí hace algo más de una año y que lleva el significativo título de “Una dictadura por la gracia de Dios”, concluye así: “el franquismo fue algo más que una dictadura personal, pero también algo distinto del fascismo de otros países europeos”. Y como dije entonces, dicha reflexión enlaza con una cita que aparece en la primera parte de su trabajo, cuando Azaña escribe en su diario el 6 de octubre de 1937 que si ganaban los sublevados en España se impondría “una dictadura militar eclesiástica de tipo tradicional”. Aquella definición fue olvidada porque en la postguerra mundial se generalizó la analogía entre franquismo y fascismos europeos porque al fin y al cabo eran esos regímenes, Italia y Alemania, quienes habían apoyado el golpe de Estado de 1936.

Luego vendrían las aportaciones desde distintos ámbitos de las ciencias sociales para definir la naturaleza del franquismo, en primer lugar desde el campo de la sociología, con trabajos donde se caracterizaba como un régimen “autoritario”, y hubo determinados grupos que se sumaron a esa definición, si bien con matices. Las críticas llegaron desde el campo de la política activa, cuando los sectores de oposición consideraron que aquello era una manera de “dulcificar” al franquismo, pues coincidía con el periodo de los años 60 en que desde el propio régimen se intentaba un distanciamiento con respecto a sus iniciales vinculaciones a los fascismos. En la década de los años 80 le llegó el turno a los historiadores. Entre ellos nos encontramos con una clara dualidad de interpretaciones: la de quienes también vinculan al franquismo con un régimen autoritario, aunque utilicen el término dictadura en sus trabajos y en el título de alguna de sus obras sobre el periodo, pero lo hacen de tal manera que se preocupan por señalar qué tipo de dictadura “no fue” más que lo que de hecho fue; y la de aquellos que mantienen la identificación entre franquismo y fascismo, que a su vez se ha canalizado en tres líneas: una, centrada en defender  la inadecuación de caracterizar el franquismo sólo por lo que representó en su etapa final; en segundo lugar, algunos historiadores italianos han señalado que existen diferentes vías nacionales al fascismo, de manera que unos llegaron a esa situación como consecuencia de la fractura provocada por la primera guerra mundial, mientras que en otros casos hubo fuerzas de control social que participaron, como por ejemplo la Iglesia, de ahí que hablen de “fascismo católico”, y la tercera, la de quienes hablan del franquismo como un “régimen fascistizado”, dadas sus variantes nacionales, entre otras la experiencia de la guerra civil, que significó la liquidación material de los enemigos y en consecuencia no era necesario un aparato como el de los partidos fascistas para imponer el orden y el control social, lo cual no significa ausencia de represión.

En realidad, el objetivo de la dictadura, piensa Pérez Ledesma, era “asegurar la recuperación del poder por las fuerzas conservadoras; y en lugar de pretender la creación de una nueva comunidad, sólo intentó restablecer la comunidad tradicional, es decir, aquel pasado glorioso e idealizado que el liberalismo y la democracia habían puesto en peligro”. Así obtuvo el apoyo de los grandes propietarios agrarios y de los empresarios, que recuperaron sus bienes y su autoridad, aunque perdieran capacidad de intervención en la política, al menos hasta que la situación cambió en los años 60.

Cuando cada año explico en clase la naturaleza de la dictadura franquista, les doy a conocer a mis alumnos las diversas posiciones de historiadores y sociólogos, y les indico que se trata de razonar y argumentar por qué una definición u otra, pues en los debates científicos caben diversas posiciones que siempre pueden ser objeto de controversia porque tienen argumentos científicos. Y esto es lo que ha faltado a la hora de redactar algunas voces del “Diccionario biográfico” de la Academia de la Historia, donde lo grave ha sido que se ha llevado a cabo con financiación pública y no se ha exigido el mínimo rigor científico, cosa que no se podía esperar cuando se encargan determinadas entradas a quienes están alineados desde el punto de vista ideológico con posiciones de defensa de un sistema dictatorial, lo cual representa, en términos coloquiales, que se ha puesto a la zorra a guardar el gallinero. ¿Cabe entonces alguna sorpresa ante el resultado?

http://www.elplural.com/andalucia/la-zorra-y-el-gallinero/