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Marina es raíz, viento y gloria

Colectivo Puente Madera. La Verdad, 22.06.11 | 23 junio 2011

La memoria es condición necesaria para la construcción del futuro, previene las arbitrariedades y suministra criterios morales

 

COLECTIVO PUENTE MADERA |

El Colectivo Puente Madera está formado por Elías Rovira y Javier Sánchez

El verano no ha llegado, pero ya está aquí. No ha sido el solsticio pero ya es el calor, la basca, la modorra que reblandece las neuronas y ralentiza el pensamiento y la voluntad. Hasta leer puede ser una tarea titánica. Por eso hemos abierto uno de los tomos de la serie La mirada del tiempo que hace años publicó El País, una cosa muy llevadera para este tiempo: mucho «santo» y poca letra. Ante nuestros ojos desfila, de repente, el gran teatro del mundo, o, mejor dicho, el gran teatro de España, con sus miserias y sus grandezas… bueno, no nos engañemos: sobre todo con sus miserias, porque, asfixiadas las grandezas colectivas por las botas de los militares, sólo quedaron las grandezas imperiales, que como todo el mundo sabe no son más que escoria fascista.

Ah, pero de entre todas las imágenes una nos mira a la cara, clava sus ojos en los nuestros y nos interpela: «Eh, vosotros, ¿qué hacéis? ¡Levantaos del sofá! ¡La República está en peligro!» A esa chica ya la habíamos visto otras veces. Se trata de Marina Ginestá, la jovencísima miliciana que posa en la azotea del Hotel Colón de Barcelona, el pelo mecido por la brisa, el gesto enérgico, la sonrisa confiada y la mirada cómplice. Ya habíamos visto a esta chica, militante de las Juventudes Socialistas Unificadas, pero nunca antes nos había transmitido una sensación tan abrumadora de libertad. Quizá se deba a que las páginas adyacentes se encuentran plagadas de clérigos preconciliares saludando con el brazo en alto y generales machistas y sangrientos. El caso es que, de inmediato, sentimos la necesidad de saber más acerca de ella. ¿Habría sobrevivido a la guerra? ¿La capturaron las tropas rebeldes? ¿Desapareció para siempre? Por internet nos informamos de que Marina trabajó aquellos años como periodista, que se exilió en Francia hasta que llegaron los nazis, lo que le obligó a huir a México, para pasar después a la República Dominicana y Venezuela y acabar viviendo en París, donde reside actualmente.

Marina, por lo tanto, vive. Y evidentemente vivirá para siempre en esa foto adolescente que es como una celebración exultante de la libertad y la dignidad. Este fin de semana pasado cientos de miles de personas se echaron a la calle para reclamar esa misma dignidad. Han pasado 75 años y los Junker alemanes no bombardean el corazón de nuestras ciudades, pero nuestra democracia padece ahora el acoso de sutilísimos mecanismos financieros y espurias prácticas políticas. Los totalitarismos sufren mutaciones, igual que los virus, y ahora no se camuflan tras la voz aflautada de ningún caudillo, ni tras el gesto grandilocuente de ningún fuhrercito, sino tras los formulismos tecnocráticos de los mercados. Cambia el formato, no el objetivo, que siempre es el mismo: defender los privilegios de los poderosos y ahogar la voluntad real del pueblo. Eso es la esencia de todos los fascismos. Por eso, consideramos que el movimiento del 15-M debe construirse a partir de la memoria histórica. No se puede luchar por la democracia real sin recordar a las miles y miles de personas que, como Marina Ginestá, combatieron por un mundo más justo sin pedir nada a cambio. Han sido muchos los que han padecido persecuciones, torturas, vejaciones, desarraigo&hellip defendiendo cosas muy parecidas a las que ahora se reclaman en calles y plazas. A veces, cuando los indignados abuchean a algunos políticos, no son conscientes de que quizá estén insultando a personas que ya exponían su seguridad o su bienestar individual bregando contra la dictadura mucho antes de que a ellos les cambiasen el primer pañal. No, ningún mindundi tiene derecho a zarandear a Cayo Lara.

La memoria es condición necesaria para la construcción del futuro, previene las arbitrariedades y suministra criterios morales. Cometeríamos un grave error si olvidásemos a hombres y mujeres que, como Marina Ginestá, constituyen nuestra raíz, siguen proporcionándonos el viento de la libertad y nos recuerdan que una derrota no impide seguir soñando con la gloria.

http://www.laverdad.es/albacete/v/20110622/opinion/marina-raiz-viento-gloria-20110622.html