«Lo mataron camino de Sevilla»
Dos mujeres viajan desde América a la fosa donde reposa su tÃo desde 1936
SANTIAGO BELAUSTEGUIGOITIA – Sevilla –
Pilar Comendeiro y Nelly Bravo oÃan hablar en su infancia de su tÃo José. Sus madres recordaban a aquel hombre que trabajaba como tornero en los talleres de la mina de Riotinto (Huelva). José Palma Pedrero murió en una emboscada de la Guardia Civil a una columna de mineros en La Pañoleta, en Camas (Sevilla), el 19 de julio de 1936. AcudÃa a Sevilla para luchar contra el levantamiento franquista. Iba en un vehÃculo con explosivos que estalló en la emboscada tras los disparos de la Guardia Civil. Está enterrado en una fosa en Camas junto a otros ocho cuerpos carbonizados. La fosa está situada en un antiguo cementerio que es ahora un parque de educación vial. Sus dos sobrinas visitaron ayer el lugar donde está enterrado su tÃo. Comendeiro reside en Buenos Aires y Bravo en Montclair (New Jersey, EE UU).
«Mi madre me contaba cosas de niños, cómo jugaban, las travesuras que hacÃan los hermanos… José era alegre, travieso, un chico normal. TenÃa una novia. Lo único que recuerdo es que se llamaba Rosario», señala Bravo. «Nuestras madres hablaban con mucho cariño de la novia del hermano muerto. Nos contaban que la novia de nuestro tÃo no se casó. José le llevaba ocho años de diferencia a mi madre, que era la más pequeña y muy traviesa. Era el hermano mayor que le consentÃa algunas cosas, pero cuando tenÃa que poner los puntos sobre las Ães, la ponÃa en vereda», agrega Comendeiro, que es licenciada en Administración de Empresas y trabaja en su casa «haciendo diseños de sitios webs». Bravo se retiró hace 10 años tras estar empleada en la «industria farmacéutica en asuntos relacionados con la administración de salud».
Las dos sobrinas descubrieron en Internet, a través de una búsqueda en Google, el libro La justicia de Queipo, del historiador Francisco Espinosa. «Escribà en Google Palma Pedrero y vi datos de que murió carbonizado. Y entré en el libro de Francisco Espinosa», detalla Comendeiro. «SabÃamos que habÃa muerto pero no cómo. Gracias al libro de Espinosa supimos cómo», dice Bravo.
De hecho, nunca conocieron los detalles de su muerte en combate. «La muletilla de mi madre es que su hermano se fue con otros del pueblo hacia Sevilla y que lo mataron camino de la ciudad. Y que no supieron nada más», evoca Comendeiro. «Vi que mi tÃo era un integrante de la columna minera que fue de Riotinto a Sevilla. Entré en un foro de AndalucÃa y escribà diciendo que soy la sobrina de un miembro de la columna minera. Francisco Espinosa me dijo que está perfectamente documentado. Tantos años creyendo que habÃa muerto el 18 de julio y ahora sabemos que su muerte fue el dÃa 19», afirma Comendeiro.
«Queremos que se le dé la sepultura que merece todo resto humano, que sea enterrado en un camposanto. Queremos que se exhumen, se identifiquen los restos y que sean depositados en el cementerio de Camas con una placa con el nombre de mi tÃo», dice Comendeiro, que regresará a Argentina el 26 de julio. Bravo retornará a EE UU el 29 de julio.
La Asociación Andaluza Memoria Histórica y Justicia y la Asociación Memoria, Libertad y Cultura Democrática se han interesado en localizar y exhumar los restos para luego enterrarlos en el nuevo cementerio de Camas. A las dos sobrinas las acompaña Cecilio Gordillo, coordinador del grupo del sindicato CGT de Memoria Histórica. Gordillo opina que si «el Ayuntamiento de Camas da su autorización y la Junta asigna a este proyecto una subvención, las obras podrÃan ponerse en marcha en otoño». «La fosa está en un suelo urbano, no grande. Con un toldo podrÃa intervenirse en invierno. Se podrÃan encontrar los restos a finales de este año o principios de 2012. Los restos se enterrarÃan en el nuevo cementerio de Camas», comenta Gordillo.
Lo que era una historia familiar llena de pequeñas anécdotas y recuerdos ha tomado cuerpo. Las dos sobrinas paseaban ayer por el Parque Municipal Metropolitano de Educación Vial del Ayuntamiento de Camas. Han pasado muchos años desde que su tÃo fue enterrado allÃ. Todas las imprecisiones y las dudas que habÃa en torno a su muerte se han disipado. Comendeiro y Bravo saben ya dónde está enterrado. Las dos sobrinas de Palma Pedrero han cruzado el charco para concluir una historia que comenzó en 1936.
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