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Arrancan las labores para encontrar al panadero de Medranda

El Día, 05-08-2011 | 6 agosto 2011

Una tapia y un cerezo señalan el lugar donde fue enterrado Severiano

 

Guadalajara – Provincia | Marta Perruca

La noche del 17 de noviembre de 1936 una milicia de requetés de la División Marzo trasladó a Severiano Clemente, panadero de Medranda y simpatizante del Frente Popular, hasta el paraje conocido como “La viña del tío Morillas” y allí le dio muerte. Junto a él llevaban también preso a Maximiliano del Olmo, agricultor y miembro de la UGT, que habría sufrido la misma suerte de no haberse dado a la fuga, siendo perseguido durante varios metros. Pero Maximiliano logró alcanzar zona republicana y terminó sus días en los años 80.

Tres años de exhaustiva investigación por parte de Xulio García Bilbao, Óscar de Marcos y Carlos P. Paramio, miembros del Foro por la Memoria han logrado determinar, de una manera bastante fiable, dónde se enterró el cuerpo de Severiano Clemente, en un lugar señalado  por algunos testigos con una vieja tapia devastada por los años y un cerezo.

En la mañana de ayer, un equipo de 25 personas formado por arqueólogos y antropólogos, historiadores, documentalistas, abogados, fotógrafos y varios voluntarios de Guadalajara, Barcelona, Madrid, Sevilla y Toledo, iniciaban las labores de búsqueda bajo la coordinación del presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria, José María Pedreño, voluntarios que trabajarán en la zona hasta el domingo: “Participamos en sólo una o dos exhumaciones al año(…) Siempre hemos localizado la fosa porque partimos de una investigación histórica y documental bastante amplia y trabajamos con bastante seguridad”, comenta Pedreño.

“Lo primero que hemos hecho es localizar la tapia y el cerezo de los que hablaban los testigos directos e indirectos y comenzar a excavar desde los filamentos de la pared hacia el río”, comenta Jordi Estévez, el arqueólogo que dirige la excavación. “Hay un testigo que dice que vio el cuerpo de la pared para fuera, pero  75 años, es mucho tiempo”, aclara. Las labores se realizan abriendo zanjas desde la pared hacia el camino de manera sistemática “a ver si por casualidad lo enterraron profundamente y lo encontramos. Si lo hicieron superficialmente lo más probable es que hayan destruido los restos al ir plantando y arrancando viñas, y plantando cereal”, explica el arqueólogo, quien indica que la tierra no es la más idónea para su conservación pero mantiene la esperanza ya que se han localizado huesos de ganado y de pollos. También se ha realizado una labor de búsqueda con detector de metales a partir de la cual se ha encontrado tres casquillos y varias balas de fusil Mauser reglamentario del ejército español, fabricados en Toledo en 1935: “Tenemos la evidencia de que se disparó y de que lo vieron entre la pared y el cerezo”, comenta Estévez.

“El delito no ha prescrito”

Antes de iniciar las excavaciones, comenta Miguel Ángel Muga, abogado voluntario, se ha interpuesto una denuncia ante el juzgado al entender que se trata de “un delito de crímenes contra la humanidad”: “El general Mola y Franco hicieron un plan de exterminio. No es solo un asesinato, se produce dentro de un marco en el que existían unas órdenes generales al ejército franquista para que pudieran matar en todos los pueblos una vez fueran tomados, por lo que son crímenes de lesa humanidad. Aparte, hay una desaparición, y por tanto el delito no prescribe”. De esta manera, relata, una vez se encuentre el cuerpo, si esto sucede,  y restos claros de que se ha producido una muerte violenta, “nosotros lo comunicaríamos al juzgado para que, de acuerdo con la Ley de enjuiciamiento criminal, venga aquí a levantar el cadáver, se haga el informe de la Guardia Civil y se hagan cargo de los restos, y para que se lleve la investigación oportuna hasta que se averigüe quiénes son los responsables o hasta que se archive la causa”. No obstante, recuerda que en España se está aplicando la Ley de Amnistía, mientras la Ley de Memoria “ha sido perjudicial porque se encarga de administrar el proceso y que sean los familiares los que se lleven los restos, cuando  consideramos que tendría que hacerlo el Estado y ser investigado por las fuerzas de seguridad españolas  porque no está prescrito”.

Pedro y Anastasio vuelven a aquel 17 de noviembre de 1936

El paraje donde ayer trabajaban las máquinas y los voluntarios recibió a dos invitados muy especiales: Pedro González y Anastasio Salazar de 93 y 91 años respectivamente, testigos directos de la contienda que asoló España y vecinos de La Toba. En declaraciones a EL DIA, Anastasio Salazar relata que aquella fatídica noche del 17 de noviembre pastoreaba con sus ovejas en este paraje cuando escuchó los disparos: “Estaba ahí al lado”, afirma. Ambos conocían a la víctima porque era el panadero de Medranda: “Recuerdo que le llevábamos trigo y nos daba el pan ya cocinado”, rememora Pedro.

El que fuera alcalde del primer Gobierno de la Democracia de La Toba en el año 1979 con el Partido Comunista señala que no fue testigo del fusilamiento de Severiano “porque estaba en el frente” luchando en el bando republicano: “Sé lo que se decía en el pueblo, que estaba enterrado en la viña del tío Morillas, pero ya no sé más”. Pedro González fue combatiente en la 49 Brigada Mixta que se creó en Guadalajara, cuyo centro de reclutamiento estaba en Jadraque. Tal y como comenta Xulio García, promotor de la investigación y miembro del Foro por la Memoria de Guadalajara,estuvo casi toda la guerra fuera de Guadalajara.

“Esto lo hago por mi padre”

“Esto lo tenía que haber hecho el Estado hace ya mucho tiempo, pero por lo menos nos han dado unas pequeñas subvenciones”, comenta Alfredo Clemente, el nieto de Severiano, quien asegura que “hago todo esto por mi padre”.  Él ha sido en definitiva el familiar que ha iniciado los trámites para encontrar los restos de su abuelo y se ha puesto en contacto con el Foro por la Memoria Histórica de Guadalajara, que tal y como reconoce “se han encargado de todo”. Severiano dejó a tres hijos, el más pequeño, el padre de Alfredo, tenía solo cinco años y según comenta  “mi padre nunca ha hablado de esto en casa. Debía ser algo tabú y supongo que tenía miedo”.

Poco o nada sabe de su abuelo, que murió cuando sus hijos eran solo unos niños, marcado por la ignominia que impuso el régimen dictatorial posterior a la contienda. Alfredo lamenta que la educación en España no haya ahondado con más profundidad en esta época aciaga de nuestra historia.

Jordi busca a su abuelo en Sigüenza

Al arqueólogo que dirige las excavaciones de La Toba, Jordi Estévez, le une a esta provincia una circunstancia muy similar a la que vivía ayer.Su abuelo, que tenía un taller de carros en Sigüenza, fue fusilado el 13 de octubre de 1936  y sus restos se encuentran junto con una veintena de cuerpos en una fosa común en unas huertas de la localidad. Según ha podido saber “hicieron una especie de juicio pantomima en la escuela y desde allí  los sacaron a todos”, afirma el arqueólogo, que  explica que su tía estaba unida a círculos religiosos del municipio  “y a ella le devolvieron la cartera de mi abuelo con dos fotos, pero sin dinero”, relata.

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