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En búsqueda de mi abuelo

Luis Núñez-Villaveirán. El Mundo.es, 08-06-2011 | 9 agosto 2011

En este caso, no se trataba de encontrar una fosa común sino única

 

 

Corría noviembre de 1936 cuando en los alrededores de La Toba (Guadalajara) un grupo de soldados franquistas se disponía a fusilar a dos simpatizantes republicanos. Con la muerte a la vuelta de la esquina, uno de ellos, les pidió ir a hacer de vientre tras unos arbustos. No se llegó a bajar los pantalones. Conocedor de la zona, consiguió escapar de sus ejecutores. Severiano Clemente González no. Varias balas dieron con sus huesos en tierra. Casi ochenta años más tarde, Alfredo quiso encontrar a su abuelo paterno; el materno, curiosamente era el que había huído. Pero no pudo hacerlo sólo. Tuvo que devolver una ayuda estatal que le habían concedido para la búsqueda por falta de tiempo antes de encontrar al Foro por la Memoria de Guadalajara.

Esta no es la peor historia que ha oído Jose María Pedreño, presidente de la Federación de Foros por la Memoria, una persona que, tras 19 exhumaciones, ‘ya está curado de espanto’. ‘La peor fue la de la fosa de Menasalbas, 16 personas fueron torturadas antes de ser asesinados, entre ellos, había dos niños’, comentaba. En este caso, no se trataba de encontrar una fosa común sino única. La tumba de tierra que contenía al abuelo de Alfredo. Xulio, Óscar y Carlos del Foro por la Memoria de Guadalajara dieron, tras una exhaustiva investigación histórica, con el paradero de Severiano. La zona señalada equivalía a un par de campos de fútbol. Entre las 25 personas que participaron en la búsqueda había arqueólogos, antropólogos, historiadores y un operario de una excavadora.

‘Es similar a cualquier otra búsqueda arqueológica pero desde el punto de vista estructural difiere en que hay testimonios’, comentaba el arqueólogo Jordi Estévez y añadía, ‘puede durar de un día a una semana dependiendo de la exactitud de los testimonios’. Estévez explicaba que la excavadora era la que delimitaba el sitio y después ‘comenzaba el trabajo fino’. Un trabajo que no se entendería sin un antropólogo. La lectora de historias en los huesos, Eva García, aseguraba que ‘en el campo se podían conocer bastantes detalles de la muerte y del enterramiento’. Ellos buscan características peculiares en la anatomía del difunto para poder hacer un reconocimiento inicial que luego se corroboraría con la prueda de ADN.

A falta de la citada confirmación y, tras dos días de búsqueda, al fin consiguieron encontrar los supuestos restos de Severiano, ‘el panadero de Medranda’. Hubo que inspeccionar una superficie equivalente a un campo de fútbol pero, al final, apareció próximo a dos balas procedentes de rifles Mauser utilizadas en aquella funesta década de los 30. Alfredo decía que no entendía que hubiera polémica respecto a la búsqueda de restos de los represaliados en la Guerra Civil. ‘Cualquier persona sea de derechas o de izquierdas le dices: los restos de tu padre están ahí, ¿los quieres sacar? ¿Te diría que no?’, lanzaba una pregunta de no tan clara respuesta al aire.

Una pregunta que respondía Jose María Pedreño asegurando que aún quedan muchos posos franquistas en las instituciones lo que dificulta las búsquedas. Miguel Ángel Muga, abogado y perteneciente a la asociación disparaba directamente a la Ley de la Memoria Histórica que, a su juicio, ‘es una ley que vuelve a instalar un sistema de impunidad como lo hizo la de amnistía’. Con la tierra removida y el éxito en la cara de los buscadores, los compases de la Internacional sonaban en el cerro de La Toba mientras las banderas republicanas ondeaban en honor al difunto Severiano Clemente. La grieta sigue abierta y, como decía Jordi, España ‘mantiene una deuda con su pasado, deuda que han saldado ya otras democracias como Argentina, Uruguay y Alemania’.

http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/latrinchera/2011/08/08/la-triste-busqueda-de-fosas.html