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Los paseados con Lorca

Granada Hoy, | 17 agosto 2011

Memoria Histórica no considera cerrada la investigación en Alfacar y plantea revisar la documentación antes de volver a buscar

 

| ACTUALIZADO 17.08.2011

Y a han pasado casi dos años desde que la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica (AGRMH) hizo el primer intento de localizar y abrir la fosa de Alfacar donde, según las investigaciones de Ian Gibson y Agustín Penón, yacen los restos del maestro Dióscoro Galindo, los anarquistas Galadí y Cabezas, y el poeta García Lorca. Participé como voluntario en los trabajos de excavación, dirigidos por Francisco Carrión, arqueólogo de la Universidad de Granada. Recuerdo que me puse el traje de faena y agarré le pala para ayudar en la búsqueda en condiciones muy difíciles, ya que tuvimos que trabajar en los meses de noviembre y diciembre de 2009, cuando la lluvia llegó a convertir la cuneta señalada por el monolito en un barrizal. Como periodista, sentí la necesidad de dejar la comodidad de la redacción, los archivos o las hemerotecas y meterme en el fango para buscar la verdad.

Además de la climatología adversa, teníamos que soportar la oposición beligerante de la familia Lorca y una fuerte presión mediática que no se detenía ante nada con tal de conseguir la exclusiva. Esto nos obligó a instalar dos naves para que los arqueólogos hicieran su trabajo con tranquilidad y extremar las precauciones para garantizar la intimidad que pedían las familias. No podíamos permitir que algunos diarios, abiertamente hostiles a la recuperación de la Memoria Histórica, convirtieran este proyecto con rigor científico en un espectáculo mediático.

No buscábamos a Lorca, sino a los «paseados» junto al poeta. Empuñé la pala, junto con mis compañeros de la AGRMH, con una fuerte motivación; con el deseo de devolver los restos del maestro y del banderillero a Nieves García y a Francisco Galadí, que vienen reclamándolos desde hace años para cumplir la promesa que hicieron a sus padres. Conforme avanzábamos en la excavación, sin obtener resultados, cundía el desánimo porque sabíamos la decepción que se llevarían Nieves y Paco. El peor momento fue cuando les comunicamos que en aquella cuneta nunca hubo enterramientos y que aún no podíamos entregarles los restos de sus abuelos para que les dieran una sepultura digna.

Tengo la convicción de que, además de los testimonios orales y los archivos, el desarrollo experimentado en los últimos años por la Arqueología ha hecho que esta ciencia sea imprescindible para documentar la Historia. Por eso, no puedo aceptar que se hable de fiasco, fracaso o error. Excavamos en la zona del monolito por estar documentada con el informe que encargó la Diputación Provincial en 1986. Desde el punto de vista arqueológico, la actuación fue impecable. Nadie se empeñó en remover la tierra para violentar la voluntad de ninguna familia. Ofrecimos a la familia Lorca garantías de discrecionalidad y el rigor científico de la Universidad de Granada, pero no aceptó. Finalmente, decidimos intervenir a petición de Nieves García y Francisco Galadí. No pudimos recuperar los restos de sus abuelos, es cierto, pero contribuir al conocimiento de la verdad fue un éxito de la sociedad democrática que puso las técnicas más avanzadas al servicio de la Memoria Histórica y los Derechos Humanos.

No consideramos cerrada la investigación arqueológica en Alfacar, aunque sí vemos necesario hacer una pausa para revisar toda la documentación disponible, antes de reanudar la búsqueda. El propio Gibson insiste en buscar la fosa en el pinar que hay próximo al monolito, al otro lado de la valla que delimita el Parque García Lorca. Además, tengamos en cuenta que sólo en la zona conocida como El Caracolar hemos localizado al menos dos señalizaciones con piedras que indican posibles enterramientos ilegales y que el barranco de Víznar y Alfacar es un territorio sembrado con decenas de fosas comunes, donde yacen los restos de más de 2.000 víctimas de la represión franquista. No es suficiente decir que Lorca y sus compañeros de muerte podrían estar aquí o allí, hay que tener las máximas garantías documentales para no levantar falsas expectativas entre los familiares que son los que más sufren cuando no podemos devolverles los restos de sus seres queridos.

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