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Gerardo Iglesias vuelve con los fugaos

La Nueva España, 02-10-2011 | 5 octubre 2011

El autor cuestiona las decisiones de Carrillo sobre los guerrilleros

 

El ex líder del PCE y fundador de IU repasa sus orígenes familiares y políticos en «Por qué estorba la memoria», donde arroja nueva luz sobre la guerrilla asturiana

JOSÉ LUIS ARGÜELLES Gerardo Iglesias, probablemente el político menos intercambiable que ha dado la izquierda asturiana en el último medio siglo, ha roto su largo silencio. Y lo ha hecho con un informado y minucioso alegato en favor de los cientos de guerrilleros, los llamados «fugaos», que combatieron al franquismo en los montes asturianos desde octubre de 1937 hasta septiembre de 1952, cuando el último maquis en activo, Ramón González, optó por descerrajarse un tiro antes de caer en manos de las fuerzas policiales que lo cercaban en una casa de La Camocha, en Gijón. Quince años de lucha desigual en los que los del monte, héroes para unos y villanos o vulgares bandoleros para quienes se identificaban con la dictadura, soñaron -o creyeron soñar- con hacer de su actividad armada el prólogo de la intervención aliada en España, tras la derrota de nazis y fascistas en los campos europeos.

Harto quizá del espeso silencio que socialistas y comunistas han proyectado sobre la trágica andadura de los fugaos, los grandes protagonistas de un pasado incómodo que la izquierda quiso olvidar para hacer de la transición democrática española un pasaje modélico, Gerardo Iglesias regresa con «Por qué estorba la memoria». Es un libro de historia, sin duda. Muchos de los duros relatos que se entrecruzan en sus páginas están documentados y verificados. Y es también, en muchos tramos, una crónica personal o familiar, además de una protesta política y un ajuste de cuentas con algunas de las posiciones políticas que mantuvo el PCE con sus guerrilleros asturianos. ¿Denuncia? Sí, claro: por la soledad e incomprensión en las que pelearon y murieron estos hombres (y sus familias, no lo olvidemos); por la ley de Amnistía de 1977, que eximió de toda responsabilidad a los autores de crímenes imprescriptibles según las leyes internacionales; y por la ley de la Memoria Histórica, que considera insuficiente a todas luces.

Pocas personas más capacitadas para escribir un libro sobre los fugaos que Gerardo Iglesias. El conocimiento tan directo de los hechos que narra le da esa ventaja. Cuarto de los hijos del matrimonio formado por Priscila y Gumersindo (Sindo), el ex secretario general del PCE y fundador de IU, coalición de la que fue coordinador, además de diputado por Madrid, nació en 1945 en Mieres, en La Cerezal, una aldea enclavada en las cercanías del monte Polio. Pertenece a la Güeria de San Juan, un territorio que comunica a través del alto de Santo Emiliano las dos cabeceras de las Cuencas. Tierra de algunos de los más competentes mineros asturianos, que completaban su escaso salario hullero con la también magra producción agrícola, más el cuidado de alguna vaca, sus vecinos fueron siempre mayoritariamente socialistas y comunistas. Ahí mismo, en Vegadotos, fundó Manuel Llaneza el centenario SOMA. Y fue zona en la que el PCE arraigó y creció más que en otros lugares después de la escisión que dividió al socialismo español a principios de los años veinte. Sus gentes pelearon en la revolución del treinta y cuatro, marcharon a la trinchera como milicianos en 1936, se tiraron al monte tras la caída del frente republicano del Norte, en octubre de 1937, y se convirtieron en la punta de lanza del movimiento obrero que hizo las primeras grandes huelgas contra el franquismo, las de los años sesenta.

No son apuntes ociosos. Gerardo Iglesias es descendiente de una de las familias que sufrieron la muerte, la tortura y la persecución durante años debido a sus ideales comunistas y a su decisión, tras la derrota de la República, de resistir. Lo cuenta en el primero de los veintidós capítulos de «Por qué no estorba la memoria», el que dedica a su tío Eliseo Argüelles Álvarez. Gerardo, otro hermano de su madre, fue fusilado en agosto de 1939. La explicación de esta genealogía es útil para comprender aspectos importantes del libro del ex líder de IU. La guerrilla fue capaz de sobrevivir durante tantos años en ciertas zonas de Asturias, en condiciones insoportables, sólo por la complicidad de los fuertes lazos familiares y vecinales.

Gerardo Iglesias ha hurgado en los archivos del PCE para desvelar responsabilidades, historias e identidades que hasta ahora permanecían en la penumbra. Su antecesor al frente del comunismo español y padrino político durante muchos años, el también asturiano Santiago Carrillo, no sale bien parado. Ambos rompieron cuando el mierense dejó claro que no se iba a dejar manejar, como nuevo dirigente comunista, por su antiguo mentor. Algunas de las decisiones de éste sobre los guerrilleros se presentan en «Por qué estorba la memoria» como meramente burocráticas, frías, sin fundamento, cuando no claramente equivocadas. Lo cierto es que Stalin recomendó en 1948 a la cúpula del PCE un giro en sus orientaciones sobre la guerrilla española. Así lo aconsejaba el nuevo escenario internacional de «guerra fría». Los fugaos eran ya un símbolo anacrónico y molesto del que convenía desembarazarse.

Por la pesquisa que ha hecho Gerardo Iglesias sabemos ya quién era Antonio «el Maqui», cuya figura seguía siendo un enigma sesenta años después de su muerte, el 30 de diciembre de 1951 en La Muezca, en los montes de Polio. Se llamaba Eusebio Moreno Planisolis, oscense de Fonz, enviado por la dirección del PCE, desde Francia, para tratar de reconducir la lucha en Asturias. Fue abatido a tiros por las fuerzas policiales. El peso del combate contra los del monte lo llevó la Guardia Civil, pero también llegaron a colaborar la Policía, el Ejército, falangistas, moros y somatenes diversos. La represión en Asturias, después de octubre de 1937, dejó unos cinco mil muertos, según cifras de la historiadora Carmen García en «Los comunistas en Asturias (1920-1982).

Gerardo Iglesias ha hablado con testigos de los hechos que narra. Impresionan, por ejemplo, algunos de los testimonios del minero jubilado mierense Aquilino Fernández (Quilino el de Polio). Vecino de gran prestigio en el valle del Caudal, fue otra víctima de la represión. Miembro de una familia perseguida, con tan sólo 15 años «enlazaba» con los del monte. Suya es la narración de la muerte de Antonio «el Maqui».

La mayoría de los estudiosos coincide en que en los primeros años, tras la victoria franquista, el principal objetivo de los fugaos era huir de la muerte. Gerardo Iglesias no es una excepción. El 14 de enero de 1939, los comandantes socialistas Mata y Flórez fracasan en su intento de embarcar por Tazones a unos quinientos guerrilleros. Habría otros intentos. Un sector de la guerrilla socialista optó por practicar un «sindicalismo armado», en expresión del historiador Ramón García Piñeiro, autor, entre otros trabajos, de la excelente monografía «Fugaos. Ladreda y la guerrilla en Asturias (1937-1947)». Uno de los «saltos cualitativos» de la guerrilla asturiana se produce en 1944, según recoge Secundino Serrano en «Maquis, historia de la guerrilla antifranquista», una obra de referencia. Los comunistas crean un comité político-militar integrado por cuatro de sus más carismáticos jefes guerrilleros: Ladreda, Manuel Caxigal, Corsino Castiello y Constantino Zapico (Constante el de la Payega o, también, Bojer).

Gerardo Iglesias sigue y rastrea cada una de las fases de construcción y aniquilamiento de la guerrilla asturiana. Los fugaos, que hacen de su movilidad una estrategia, se concentran fundamentalmente en las Cuencas, pero también en el Suroccidente y en el territorio entre la sierra del Cuera y los Picos de Europa. El autor hace paradas, entre otros, en los Maricos (Marcelino y Manuel), los hermanos Rubio, los Gitanos (Andrés y Ovidio Llaneza), los Castiellos (Eduardo y Corsino Castiello), Ignacio Alonso (el Raxáu), Nicanor Fernández (Canor), Adolfo Quintana, o las figuras fundamentales de Ladreda, Bojer y Los Caxigales (Manuel y Aurelio). Relata la trabajada emboscada de enero de 1948: la Policía, que se había infiltrado en la guerrilla, mata en una sola noche a 18 fugaos. Alejandro M. Gallo ha novelado aquellos sucesos en «Operación Exterminio». Antes lo había hecho, con óptica más deformada, Emilio Romero.

Si José Ramón Gómez-Fouz abrió el camino a los estudios sobre los fugaos con un insólito libro, «La brigadilla», cuajado de datos policiales de gran interés, Gerardo Iglesias amplía esa visión con una escritura ágil, casi periodística, y una admitida simpatía por los derrotados. No podía ser de otra manera. Esperemos más trabajos. Podemos pedirle, por ejemplo, unas memorias políticas.

http://www.lne.es/asturias/2011/10/02/gerardo-iglesias-vuelve-fugaos-autor-cuestiona-decisiones-carrillo-guerrilleros/1136923.html