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Enterrar al criminal

Hugo Martínez Abarca. Blogs Tercera Información, | 30 noviembre 2011

Uno de los fraudes de esta legislatura ha sido el de la memoria

 

Quien mucho abarca


Hace unos meses  un lector de este blog me escribió dándome algunos detalles sobre las condiciones en que el grupo de expertos estaba trabajando en la propuesta sobre qué hacer con el Valle de los Caídos. Según contaba el lector, que decía conocer a uno de los expertos, todo estaba preparado para que no pasara nada relevante con el templo fascista: no se había dotado de medios al grupo y no podían siquiera acceder al osario para acreditar si realmente es tan difícil dar un destino digno a los muertos. El hecho de que el informe se dé a conocer ahora, a escasos días de que el PP tome el Gobierno, valida las previsiones de aquel lector. No habrá servido de nada. Lo único que pasará es que con el cadáver del mayor criminal de la Historia española se hará lo que decida su familia, orgullosa de su sangrienta estirpe.

Cualquiera que conozca el Valle de los Caídos sabe que nunca será un bello templo de reconciliación. Mucho menos si sigue en manos de unos crueles monjes que siempre han mostrado su simpatía por el criminal cuyos restos custodiaban, acaso porque éstos garantizaban el negocio. El dictamen dice que sería buena idea sacar de Cuelgamuros a Franco, no por nada sino porque es el único que no murió en la Guerra Civil y por tanto afea la unidad de contenidos. Perfecto. En una exposición es importante mantener la coherencia. Pero ocurre que el resto de muertos tampoco mantienen una coherencia de estilos. Mientras los huesos de miles de ellos se amontonan quién sabe cómo, el centro de la cripta está ocupado por dos enormes sepulcros: uno, el de Franco, quedaría vacío; el otro es el de José Antonio Primo de Rivera, fundador del fascismo español. ¿Van a arrojar sus restos junto con el de los otros miles de víctimas para que haya reconciliación o seguirán teniendo un lugar privilegiadísimo y homenajeado frente a la inmensa fosa común que habitan los cadáveres rojos?

Si entre quienes reivindicamos la memoria democrática hubiera tanta crueldad como entre quienes piden dejarlo estar y que no se abran cicatrices, pediríamos, para una reconciliación real que, por ejemplo, las víctimas de Paracuellos tuvieran, al menos, el mismo trato que los cadáveres que fueron secuestrados en Cuelgamuros, que se exhumaran y se mezclaran con los cuerpos que se niegan a sus familias. Pero no: éstas tienen un digno cementerio que homenajea a las víctimas de aquel horror aislado con el que el fascismo y sus legatarios pretenden equiparar a ambos bandos.

Supongamos que no se pueda identificar los cuerpos allí enterrados uno a uno (que ya digo que no sé si es así). ¿Acaso no se podrían sacar en conjunto y llevarlos a un lugar decente, construido sin sangre, sin estética nacional-católica ni custodiado por esa gentuza? ¿No sería muy sencillo crear un espacio civil de recuerdo como los que hay en otros países que vivieron horrores análogos (pero que no tienen quien defienda el horror cometido, como sí sucede en España) donde se enterrara y homenajeara sin el cinismo cruel actual a los muertos de una guerra que nunca tuvo que haber sucedido?

En los últimos meses hemos visto que el cadáver de Bin Laden y de Gadafi eran enviados allí donde no pudieran ser homenajeados. Es lo que se hace frecuentemente cuando un criminal es repudiado por los custodios de su cadáver. El Estado español está todavía por repudiar a Francisco Franco y por eso lo tiene presto para homenajes de los nostálgicos de sus crímenes. Si trasladan a Franco donde desee la familia, ¿se producirán allí las concentraciones fascistas? ¿pedirán permiso a las familias de quienes compartan cementerio con el criminal? ¿o están obligadas a aceptar que el sitio donde está la abuela, donde van a recordarla, se vea rodeado de fascismo y sangre cada vez que a alguien le dé por hacerle un homenaje? No tendría nada que objetar a que se enterrara en un cementerio al tipo si no supiéramos que alguna gentuza hará de su tumba un lugar de peregrinación que estropee a otras familias el lugar de reposo de sus seres queridos, inocentes.

¿Por qué es el del genocida Francisco Franco el único cuerpo de Cuelgamuros cuyo destino será el que decida su familia mientras se mantienen los demás en el mausoleo ideado por él lo quieran o no sus herederos?

Uno de los fraudes de esta legislatura ha sido el de la memoria. La cobardía con la que se ha esquivado la democratización de la memoria pública hace que cada vez sea más difícil que las víctimas del terror franquista ni sus hijos vean algún día que su país hunde su identidad en la democracia. La memoria es la identidad. Y la nuestra está llena de mierda.

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