Memoria histórica
Me morÃa de ganas por ver la traducción cinematográfica de La voz dormida hecha por Benito Zambrano
ARACELI R. Arjona
El otro dÃa fui al cine. Me morÃa de ganas por ver la traducción cinematográfica de La voz dormida hecha por Benito Zambrano. No tenÃa frescos los detalles de la historia, que leà hace unos cuantos años, pero recordaba que el relato de Dulce Chacón me puso el vello de punta. Más o menos como la pelÃcula. En el minuto uno, ya tenÃa un pellizco en el estómago. Diez minutos más tarde, era vÃctima de una llorera descomunal.
Más allá del melodrama amoroso y los golpes de MarÃa León, que está fantástica, me emocioné con la pasión con la que las protagonistas defendÃan sus ideas polÃticas, mujeres auténticas a las que la voz les nacÃa desde las tripas. Gente humilde, capaz de arriesgar la propia vida por defender la dignidad del ser humano, sus ideales polÃticos y el futuro de sus hijos. Nada que ver con la polÃtica contemporánea, una especie de farsa en la que los tÃteres que se dirigen al electorado están más preocupados por el color de su corbata o el decorado que les rodea que por parecer creÃbles y remover las entrañas de quienes les escuchan. Ahora que se habla tanto de memoria histórica, de la República, la Guerra Civil y la Dictadura de Franco, no estarÃa mal que los polÃticos y especialmente ésos a los que se les llena la boca diciendo que son progresistas y de izquierdas, recordaran la altura polÃtica, la capacidad de sacrificio y el valor moral de sus predecesores, aunque solo fuera a modo de inspiración. A pesar de ellos, no pierdo la fe. Entre la morralla electoral, aún hay candidatos en partidos pequeños a los que da gusto escuchar, polÃticos amateurs extremadamente cultos, gente joven, valiente y sobradamente preparada.
Y es que el bipartidismo tiene los dÃas contados. No hay que conformarse. Ya saben. Busquen, comparen y luego voten.
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