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Muerte de un rector en Oviedo

El Comercio, 19.02.12 | 22 febrero 2012

Su compromiso republicano y ser el hijo del autor de ‘La Regenta’ justificaron su muerte a manos del régimen franquista

 

M. F. ANTUÑA | GIJÓN.

Mañana se cumplen 75 años del fusilamiento del hijo de ‘Clarín’ Leopoldo Alas Argüelles

Nació un 12 de noviembre de 1883. Tenía un añito cuando vio la luz el primer tomo de ‘La Regenta’. Murió 53 años después en Oviedo. Demasiado joven. Y fusilado. Sucedió un 20 de febrero de 1937. Mañana se cumplirán 75 años. Dos delitos en su haber: ser republicado y el hijo del autor de la gran novela española del siglo XIX. Los historiadores sostienen hoy que pesó más lo segundo.

El caso es que Leopoldo Alas Argüelles, hijo de Leopoldo Alas ‘Clarín’, licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo con premio extraordinario llegó un buen día de1931 aser rector de esa misma universidad. Vio cómo ardía en la Revolución de Octubre, trabajó duro para recomponer los daños y volver a las aulas, pero pese a todo y se vio también relegado al olvido durante años. Y es que no fue hasta 1971 cuando se colgó un retrato suyo en las paredes de la institución académica.

Fue un hombre brillante.De Oviedo se fue a Madrid, trabajó en en el bufete de Melquiades Álvarez, vivió en Alemania -en la Universidad de Halle fue amigo y discípulo de Rudolf Stammler- y regresó a España cuando comenzó la I Guerra Mundial, colaboró con un buen número de periódicos madrileños como ‘El Radical’, ‘El País’, ‘El Heraldo de Madrid’ o ‘El Socialista’… Hasta que en 1920 obtuvo la cátedra que le haría regresar a Oviedo. A la Universidad que le eligiría rector once años más tarde.

Así fue transcurriendo la vida de un hombre que tenía una ideología clara. Era un republicano convencido, que fue elegido diputado en las Cortes Constituyentes por Asturias tras ser instaurada la República, que fue subsecretario del Ministerio de Justicia -al que llegó con el ánimo de hacer efectiva la separación Iglesia-Estado y dar a luz el divorcio y el matrimonio civil- y que acabó militando en la Izquierda Republicana de Manuel Azaña. En ese currículo se justificó su asesinato. Fue oficialmente la razón por la que fue detenido cuando se encontraba en su casa seis meses antes de morir en el paredón de la cárcel modelo de Oviedo. Fue juzgado en consejo de guerra el 21 de enero de 1937 y fusilado apenas un mes después. De nada sirvió que su esposa, María Cristina Rodríguez Velasco, con la que tuvo tres hijos, enviara una carta a Franco solicitando su indulto.

Odio de vivos y muertos

Puede que los integrantes de las tropas franquistas que dirigieron sus disparos contra el rector de la Universidad de Oviedo no supieran que tras esa historia había otra. O quizá sí habían oído hablar de una exitosa novela en dos tomos que retrataba con crudeza y para muchos de forma escandalosa la ciudad de Oviedo. En aquella Vetusta que no gustó a muchos de sus inquilinos reales sostienen hoy los historiadores está el origen de su muerte. Se sostenía, en realidad, ya entonces. «Odio de vivos y muertos contra Leopoldo Alas». Con esta frase titulada ‘Avance’ una necrológica firmada por José Antonio Cabezas que abundaba en esa idea: «Al hijo de ‘Clarín’ lo perseguían en Oviedo los hombres y los fantasma de la reacción. A los falangistas acusadores, se unían -coro invisible de grotesca tragedia- los personajes de ‘La Regenta’, aquellos curas, canónigos, marqueses y algún obispo que no perdonarán a ‘Clarín’».

Así se escribió su muerte. Pero quizá lo más duro fue el silencio que reinó en la Universidad de Oviedo tras ella. Nadie dijo nada. Nadie denunció su muerte. Sus colegas callaron y la vida continuó.

Al final poco importa el porqué. El quién está claro. Fue una víctima del franquismo al que el franquismo condenó al ostracismo en la universidad en la que se formó, creció y mandó. En 1987, siendo rector Alberto Marcos Vallaure, llegó el primer homaneje después de que su estampa se instalase en la galería de retratos de exrectores de la sala de profesores de la Universidad de Oviedo. Hace ahora cinco años, en idénticas fechas a estas, se bautizó con su nombre el aula en la que impartió clases.

No fue el único rector en ejercico muerto durante la Guerra Civil española. Comparte Alas Argüelles ese terrible honor con su homónimo de Universidad de Granada, Salvador Vila Hernández.

http://www.elcomercio.es/v/20120219/cultura/muerte-rector-oviedo-20120219.html