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«La argentina fue una de las dictaduras más crueles»

El Comercio, 27.05.12 | 28 mayo 2012

El periodista y escritor Santiago Velázquez se acerca a la represión del Cono Sur de América con ‘La extraña ilusión’

 

 

A.SOTO | Ó. CHAMORRO (VÍDEO) | MADRID

Santiago Velázquez. / Foto y vídeo: Óscar Chamorro

Tras varias décadas de silencio autoimpuesto, por fin la dictadura argentina se ha convertido en argumento para la buena literatura. Tomás Eloy Martínez, Andrés Neuman, Patricio Pron o Leopoldo Brizuela son algunos de los autores que han abordado últimamente los ‘años de plomo’. Ahora, desde esta orilla del charco, se acerca a la represión del Cono Sur de América Latina el periodista y escritor Santiago Velázquez (Madrid, 1977) con ‘La extraña ilusión’ (Edhasa-Castalia), obra con la que ha obtenido el Premio Tiflos de Novela. El libro, compuesto con los mecanismos genuinos de las novelas decimonónicas, pero también con los recursos propios de la experimentación de un Faulkner o de un Onetti, busca indagar en la psicología de aquellos militares que por la mañana torturaban y asesinaban a sus conciudadanos y por la noche contaban un cuento a sus hijas pequeñas antes de dormir.

«Eduardo Galeano decía que eran ‘burócratas del dolor’, gente normal que en un momento de su vida se veía inmersa en una espiral de impunidad y acababa convirtiéndose en verdugo, amparada en el poder protector del Estado. Además, se guiaban por unos códigos que les impedían la duda, la réplica o la simple sublevación», explica Velázquez, que disecciona el funcionamiento del sistema represivo de la Junta Militar. «Los mandos del ejército fueron muy sabios dentro de su maldad. Hicieron que todos los militares tuvieran que torturar y que todos tuvieran que lanzar gente desde los aviones. Eso creaba un efecto ‘bola de nieve’ del que era imposible salir: tengo que asesinar porque me lo mandan y no puedo dudar de esa orden, y como todo el mundo lo hace, tengo que ser uno más», ahonda. «Así se explica que asesinos como Alfredo Astiz aún hoy justifiquen su conducta alegando que él cumplió con la Constitución y que no era más que un soldado que defendía a la patria».

El autor se ha sumergido en la Argentina de la segunda mitad de los 70 para desentrañar las claves de la perversión del comportamiento humano. A través de dos personajes, el militar Adolfo Mendoza y el periodista Roberto Wall, Velázquez dibuja una historia con varias voces narrativas y un solo punto de llegada. Mendoza fue uno de esos militares que, arrepentido tras cometer las atrocidades, ayudó después a derribar el muro de silencio. El personaje de Wall, por su parte, se basa parcialmente en el reportero Rodolfo Walsh, ‘desaparecido’ en 1977 tras publicar su ‘Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar’, en la que denunciaba la actuación de los militares.

Aún 35 años después, al recorrer la infausta y tétrica ESMA, la Escuela de Mecánica de la Armada, centro de la tortura militar, Velázquez asegura sentir un escalofrío. Las emociones que narra ‘La extraña ilusión’ continúan a flor de piel en Argentina. «El país está levantando el velo, pero aún cuesta hablar. Las condenas a los militares, como por ejemplo, a Alfredo Astiz, el Tigre Acosta o Ricardo Cavallo, este último procesado por Baltasar Garzón, permiten a las víctimas sentirse más tranquilas al saber que se está haciendo justicia»

http://www.elcomercio.es/rc/20120527/mas-actualidad/cultura/dictadura-argentina-crueles-siglo-201205270412.html