El nieto de Josep Tarradellas reflexiona sobre el periplo de su abuelo en ‘La balada dels històrics anònims’

 

 

ALBERT LLADÓ

El final dela Guerra Civilse acerca, y las circunstancias obligan a huir rápidamente del país. Josep Tarradellas, como miles de ciudadanos, tiene que salir del país casi con lo puesto. Es abril de 1939. Pero el que después se convertiría en presidente dela Generalitattiene un equipaje más. Se trata de un símbolo de la nación derrotada, el corazón embalsamado de Francesc Macià.

Con la extraña reliquia, el político recorre Europa, acechada también por la inminente Segunda Guerra Mundial. De España a Bélgica pasando por Francia y Suiza. En el camino, coinciden intelectuales reconocidos con hombres, mujeres y niños anónimos. No podía faltar aquí, en este sentido, la referencia a Walter Benjamin y su misteriosa muerte en Portbou: “no existe documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie”.

A partir de esta premisa, y de que la historia la escriben los vencedores, Ivan Fox y Anton Tarradellas – nieto del President – escriben esta balada dels històrics anònims, que ahora se puede ver enla Sala Beckett.Es una pieza, pues, muy bien documentada, llena de datos, menciones y notas. Y, de alguna manera, ello va en su contra, porque le quita cierta teatralidad a la propuesta. Sin embargo, una sugerente escenografía ayuda a contextualizar el trayecto de ida y vuelta, la renuncia a la ciudad querida y la fidelidad a un sentimiento, lo que hay de mito y de leyenda en nuestras construcciones mentales, y el paso del tiempo en aquellos que se han visto obligados a reconstruir una vida por la fuerza. Antes y ahora. Los catalanes de la posguerra y los africanos del siglo XXI.

Unos potes de cristal llenos de calaveras pequeñas, y unos tablones de madera, son suficientes para que los dos actores, bajo dirección de Julie Annen, ofrezcan el relato. El corazón se guarda en una cámara de seguridad de un banco suizo hasta que, por eccidente o deterioror, se abre el recipiente. Luego, enterrado, como algunos recuerdos, permanece a la espera de que el regreso no sea una quimera. Hasta que se abren las puertas del reencuentro.

En forma de epílogo, los intérpretes ofrecen una suerte de inventario, con nombres y apellidos, que nos advierte de que aún hay muchas puertas que son, simplemente, murallas de cemento y acero. De exilio forjado. Tal vez nuestra indiferencia y desmemoria tienen algo que ver en esta triste balada, la actual.

http://www.lavanguardia.com/escenarios/20120615/54311478098/corazon-exilio.html