¿Hasta cuándo la impunidad?
El Coronel fascista prosigue su campaña golpista sin que nadie lo evite
El coronel Francisco Alamán Castro, tras hacer apologÃa del franquismo y amenazar a Catalunya con una intervención militar fascista, prosigue con su campaña golpista sin que nadie, ni en el ejército, ni en el gobierno ni en la judicatura se lo impidan. El fascismo se crece y el estado lo ampara.
Kaos. Antifascismo
Con el apoyo recibido, entre otros, por parlamentarios del PP y de «Ciudadanos» en Catalunya, el coronel Francisco Alamán se ha venido arriba y prosigue con su campaña golpista sin que nadie entre las diferentes instituciones competentes salga a frenarlo. Ni el ejército, ni el Ministerio de defensa, ni la fiscalÃa, parecen querer saber nada del tema, o, lo que es aún peor, prefieren mirar para otro lado. El fascismo golpista se crece y el estado, una vez más, lo ampara y le brinda impunidad.
En este ocasión, después de haber hecho apologÃa de la dictadura franquista y haber amenazado al pueblo catalán con una intervención militar fascista, el coronel vuelve a la carga a través de la web ultraderechista «Alerta Digital» y pide tanto la ilegalización de todos los partidos separatistas como la encarcelación de varios diputados y polÃticos independentistas, además de asegurar que cuenta con muchos apoyos entre sus compañeros en el estamento militar y volver, nuevamente, a mostrar su admiración por el dictador Francisco Franco y su gobierno asesino, fascista, tiránico y totalitario.
Envalentonado, en respuesta al aluvión de crÃticas recibidas, el coronel no duda en afirmar que no le inquietan lo más mÃnimo las reacciones en su contra. «He vivido en escenarios de guerra y visto la muerte demasiado cerca y demasiadas veces como para inquietarme ahora por un puñado de separatistas», asegura el golpista.
Asegura contar con el apoyo de muchos compañeros de armas, especialmente en Catalunya. «El dÃa de ayer (viernes) me lo pasé casi entero atendiendo al teléfono. Me llamaron de toda España, incluso compañeros de los que no sabÃa nada desde hacÃa años. Les agradezco a todos ellos sus afectuosÃsimas muestras de compañerismo y de afecto (…) De Cataluña donde más.», relata el fascista.
Además, fie a su ideario franquista, pide la ilegalización de todos los partidos separatistas «por querer romper España» y el encarcelamiento de varios dirigentes del independientismo catalán, como el señor Tardá (ERC), «por alta traición». «Esta gente no tiene cura», insiste.
Según expone, «en Cataluña impera la dictadura del miedo a los nacionalistas» y resta importancia a la masiva presencia que se prevé en la manifestación independentista del próximo 11 de septiembre (DÃa nacional de Catalunya) en Barcelona; «Muchos acudirán por temor a ser señalados», espeta.
Más adelante el coronel, como buen fascista, hace suyos los argumentos tradicionales de la extrema derecha xenófoba en toda Europa, y arremete contra la presencia de ciudadanos musulmanes en Catalunya. «La deriva demográfica actual no ofrece demasiado margen para la esperanza de una Cataluña ni catalana, ni española ni europea (…) Asistimos a una especie de suicidio colectivo entre la indiferencia de unos, la ceguera de otros y hasta de la complicidad de no pocos».
Como Franco, asegura que él no se mete en polÃtica y que la polÃtica no le interesa. Además, reproduce el caracterÃstico discurso fascista, tan de moda en los últimos tiempos y reproducido incluso por parte de algunas personas movilizadas al amparo de ciertos sectores minoritarios del 15M, sobre la «izquierda y la derecha» y el «todos los polÃticos son iguales». «Nunca me gustó la polÃtica. Mi padre decÃa que los polÃticos se dividÃan en dos clases: los hijoputas de izquierda y los hijoputas de derecha. Mi polÃtica es España». Más de un «quincemero» se habrá sentido identificado con ello, seguro. Que se lo haga mirar, salvo que, claro, comparta la ideologÃa fascista de este señor.
Finalmente, el coronel no duda en volver a mostrar su profunda admiración por el dictador Francisco Franco y dice soñar con que un nuevo Franco se haga presente en la sociedad española de nuestros dÃas. «Qué español de bien podrÃa dejar de admirarlo. Mire, en premio tal vez a la evangelización de América, Dios nos concedió en el siglo XIX al duque de Ahumada (fundador de la Guardia Civil) y en el siglo XX a Francisco Franco. Espero que en este siglo XXI nos regale otro español providencial», concluye.
Toda esta apologÃa del franquismo, la xenofobia y la represión fascista de las ideas separatistas, las hace, eso sÃ, citando el espÃritu de la actual Constitución española, y, en concreto, sobre la base del artÃculo 8 de la misma, aquel que otroga al ejército la capacidad de ejercer como garante de la integridad territorial de España y del orden constitucional. «Yo defiendo la vigencia del artÃculo octavo de la Constitución», exclama. Tal vez, sin quererlo el señor Coronel esté haciendo un gran favor a la izquierda.
Y es que no es de extrañar que un sujeto de esta calaña, xenófobo, franquista y represor, se sienta identificado con el artÃculo 8 de la Constitución. Algo que, como viene denunciando la izquierda revolucionaria desde el mismo dÃa en que se aprobó la Carta Magna española, solo demuestra el carácter profundamente reaccionario de la actual Constitución, que ampara las ideas de gentuza como este señor porque, en su momento, fue impuesta por gentuza como este señor, sin que al pueblo, chantajeado por la acción de los militares franquistas y de la extrema derecha, se le permitiera en realidad ser partÃcipe activo de la realización de la misma. Ya va siendo hora, pues, de acabar con aquella Constitución de carácter reaccionario y amparada por los militares franquistas, y consultar al pueblo sobre un nuevo proceso constituyente. Las palabras del Coronel no hacen más que demostrarlo y poner de manifiesto la necesidad urgente de tal hecho.
Eso sÃ, esperemos que alguien haga algo por detener a este señor y los apoyos que dice tener entre los militares, antes de que esta gentuza, que ahora anda tan crecida al amparo de la impunidad polÃtica, jurÃdica y militar que les acompaña, pudiera ir más allá de las meras palabras y provocar una nueva guerra civil o algo similar. Pero eso, claro, va a ser mucho pedir. Ni el gobierno ni la justicia española están para eso. Al fin y al cabo, las leyes están hechas para proteger a personajes miserables como este coronel y perseguir, reprimir y condenar a quienes se le oponen, es decir, a quienes luchan por una verdadera democracia y la justicia social.