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La Fundación Francisco Franco lleva a juicio a un artista

Antonio Honrubia Hurtado. Kaosenlared, 12-09-2012 | 13 septiembre 2012

Hizo una obra reflexiva sobre la influencia del franquismo en la actual sociedad española

 

 

Miércoles, 12 de Septiembre de 2012

España, ese estado donde es posible que exista una fundación en honor a la figura de un sanguinario dictador con centenas de miles de víctimas a sus espaldas y que, parta más inri, dicha fundación te puede llevar a juicio si osas hacer una crítica artística a lo que dicho hecho representa.

Se llama Eugenio Merino y es uno de esos artistas que ha decidido poner parte de su obra al servicio de la crítica social y política. Que no se casa con nada ni con nadie. Lo mismo presenta una escultura de Fidel Castro caricaturizado como un zombi, que una del coleccionista de arte Damien Hirst pegándose un tiro en la sien, o una dónde un típico candelabro judío sobresale de la punta de una metralleta. Ha realizado también esculturas en las que ha abordado de manera irónica temas religiosos, y en ellas ni el Dalai Lama, ni Bin Ladem, quedan exentos de mofa. Tampoco ha pasado desapercibida para este autor la acción que los EEUU, su gobierno, su ejército y sus multinaciones, ejerce en el mundo. Ni tampoco le han faltado críticas a los diferentes tipos de alienación que siguen siendo de consumo mayoritario en esta sociedad, ya sean mediante el ocio, ya sea mediante la histórica religión como opio del pueblo. Es un artista polémico e irreverente, cuya obra, sin duda, más allá de lo que cada cual pueda pensar de una u otras de sus esculturas, no pasa inadvertida ni puede dejar a nadie indiferente. «Para mi es una obligación como artista hacer trabajos relacionados con nuestra sociedad y su historia. No me interesa la belleza sino la reflexión», afirma Merino siempre que alguien le pregunta por la intencionalidad de sus obras.

Este escultor catalán se va a tener ahora que enfrentar, este próximo viernes 14 de septiembre, a un juicio ante los tribunales españoles, demandando por la fundación Francisco Franco. ¿El motivo? El único que parece ser de verdad tabú en este estado nuestro que se dice democrático y de derecho: cuestionar los resultados de la mal llamada transición española y denunciar que aquel franquismo que muchos nos dijeron que se había enterrado durante la misma, sigue estando muy presente tanto en la sociedad como en las instituciones públicas de la España de nuestros días. Fiel a su propia tradición, el pasado febrero Merino presentó en ARCO su obra «Always Franco», en la cual osó meter al dictador del Pardo en un frigorífico decorado con el diseño de Coca-Cola. “Franco sigue siendo noticia, no ha desaparecido. Está más de moda que nunca con la ley de Memoria Histórica, Garzón y el Diccionario Biográfico Español”, dijo entonces el escultor para explicar el significado de su obra. «Franco sigue estando presente en nuestras vidas, nuestra política y en nuestra sociedad. Franco en una nevera es la imagen de su permanencia en nuestra cabeza», insite ahora al ser preguntado al respecto por Kaosenlared.

Curiosamente, ha sido la propia fundación Francisco Franco la que se ha empeñado en demostrar lo evidente: que el autor de la provocadora escultura lleva más razón que un santo. La Fundación Francisco Franco consideró la obra una «ofensa, que caricaturiza al anterior Jefe del estado y que constituye una provocación en toda regla», tal y como consta en la denuncia presentada por esta Fundación ante un juzgado de lo civil de primera instancia de la ciudad de Madrid, y a la que Kaosenlared ha tenido acceso. «La obra Always Franco representa para esta fundación un escarnio a la figura de Francisco Franco que no se puede consentir, por representar una denigración de su persona, representando un genuino atentado y daño moral contra esta fundación, además de contra los herederos del señor Franco», expone la demanda. «No se puede amparar en la libertad de expresión una obra que denigra a la figura de la persona que esta fundación debe, según lo dispuesto en sus estatutos, proteger y defender. La obra entra en colisión con el légitimo derecho al honor que tiene esta fundación», añade.

La Fundación Francisco Franco solicita en su demanda al tribunal que dirima, pues, cual de los dos derechos (el derecho a la libertad de expresión del autor o el derecho al honor de la fundación Francisco Franco) debe prevalecer. La fundación, que considera vulnerado su derecho al honor, reclama a Merino por ello el pago de una indemnización de 18.000 euros. Casi resultaría de risa de no ser por lo triste que se nos antoja que una fundación que está diseñada expresamente para defender, exaltar, proteger e impulsar la figura de un asesino como Francisco Franco, el mayor represor de la libertad de expresión que ha conocido el estado español en 100 años, se ampare ahora precisamente en la defensa de su derecho al «honor» en nombre del mismo Franco para tratar, nuevamente, de atacar y silenciar la libertad de expresión.

Como dato a tener en cuenta, por aquello de que algunos no se esconden ni lo pretenden, en la denuncia de la Fundación Francisco Franco aparece también la respuesta a una carta de la misma dirigida a la figura de José María Álvarez del Manzano, político del Partido Popular que fuese alcalde de Madrid y que actualmente es el  presidente de la Junta Rectora de IFEMA, lugar de exposión de ARCO. El señor Álvarez del Manzano expone en ella su criterio al respecto: «La obra es una indignidad. Es absolutamente inadmisble. Comprendo que, en la fundación, estén ustedes sumamente molestos, porque razón tienen». Lo normal, vaya, en quien desde hace muchos años ha sido militante y ha ejercido como representante público de un partido que es heredero directo de la política y los políticos franquistas, y que, por tanto, comparte fines e intereses con la mencionada Fundación Francisco Franco, tal y como demuestran las muchas subvenciones públicas que tal fundación ha recibido de diversos gobiernos del PP.

«Que haya tenido que buscar un abogado  para defenderme de la Fundación Franco es surrealista. Pero más triste es que haya una Fundación Franco  con subvención pública. La demanda es sólo una anécdota», nos dice Eugenio Merino cuando le preguntamos al respecto. «Sobre esta fundación tengo la misma opinión que si fuera Alemán y tuviera que opinar sobre una supuesta Fundación Hitler, imagínense. Pero esto solo es posible en España», añade.

Su abogado también deja clara su postura en la carta de respuesta remitida a los juzgados madrileños tras ser requeridos oficialmente por la demanda presentada por la Fundación: «Contrariamente a lo afirmado por la Fundación demandante, la citada escultura no es más que el resultado del ejercicio legítimo por parte de D. Eugenio Merino de su derecho, constitucionalmente protegido, a la creación artística y a la libertad de expresión, sin que se refiera en forma alguna a la Fundación demandante y sin que suponga escarnio, insulto ni ofensa de ningún tipo (…) En todo caso, esta parte no puede dejar de mostrar su mayor indignación ante el intento reiterativo e inconstitucional de la Fundación Francisco Franco de limitar una y otra vez la libertad de expresión de todo aquel que no está de  acuerdo con las ideas que promulga y enaltece, es decir, las de un personaje que accedió a la Jefatura de Estado por unos medios no democráticos e instauró una dictadura en la que perseguía a todo aquel que no procesaba la ideas e ideología  de su régimen (…) Esta parte nada tiene que alegar respecto a la realidad del objeto para el que fue creada la Fundación, en el año 1976, que, en efecto, no dudamos que sea enaltecer la figura del dictador fallecido.  Si bien, ponemos en duda la legalidad de la Fundación demandante precisamente porque no consideramos que en un estado moderno y democrático, sea un objeto lícito el enaltecimiento de la figura de quien no accedió  a la Jefatura de Estado por las vías democráticas establecidas, instauró una dictadura y un estado de represión para borrar toda aquella opinión e ideología que fuese en contra de su régimen.».

Merino basa así su defensa en que la obra “Always Franco” no se refiere a la Fundación Francisco Franco y ni mucho menos afecta a su prestigio ni a su honor ni a su fama, careciendo por ello la misma totalmente de legitimidad para la interposición de la acción de protección del derecho al honor respecto a una obra de la que  no es objeto. Y pone en duda también la capacidad de la misma para respetar y hacer uso de los derechos que son propios de un sistema democrático: «teniendo en cuenta que el objeto de la demandante es enaltecer a la figura de un dictador entendemos que los derechos que impone un estado democrático no entran dentro sus preferencias».

El próximo viernes 14 de septiembre tendrán que ser los tribunales quienes se pronuncien. Lo normal debiera ser, vistas las argumentaciones jurídicas de ambas partes, que el señor Merino salga victorioso de la demanda y el juzgado no imponga ningún tipo de sanción sobre él. No obstante,  independientemente de que estos den o no la razón a una parte o a la otra, el simple hecho de que exista una fundación dedicada a defender el «honor» de un dictador sanguinario que sumió a todo un estado en una pesadilla fascista que duró cuatro décadas y que dejó a su paso centenares de miles de víctimas entre asesinados, represaliados, exiliados y presos políticos, con capacidad además, reconocida por la actual legislación supuestamente democrática, de interponer demandas contra aquellas personas que se atrevan a denunciar la figura de tal dictador, debiera ser lo realmente relevante en todo este asunto. Lo del viernes, pues, no debería ser un juicio entre el señor Eugenio Merino y la Fundación Francisco Franco, sino entre quienes defienden una verdadera democracia y quienes siguen pensando que todo vale en política si de «salvar a España» se trata. Es decir, entre la dignidad y la indecencia. Entre los que quieren un mundo en paz y libertad, y los que se creen con derecho a imponer sus ideas a los demás por la fuerza de la ley, la violencia o el golpe de estado.

Nosotros, por supuesto, aunque algunas de sus esculturas no nos hayan podido gustar, estamos con el señor Merino. Esto es, estamos con la paz y la libertad, con la democracia, contra el fascismo. Y pedimos desde ya la ilegalización de la Fundación Francisco Franco por ser una ofensa, esta sí, a la memoria y el honor de esos cientos de miles de personas, hombres y mujeres, que se vieron afectados por la dictadura franquista y que a día de hoy siguen sin haber recibido justicia, muchos de ellos y ellas aún enterrados por las cunetas de este estado. ¿No es esa acaso la mayor ofensa al derecho al honor que una persona puede recibir?

Dejamos como archivos adjuntos, al pie de la noticia, tanto la demanda de la Fundación Francisco Franco como la respuesta remitida al juzgado por el abogado del señor Eugenio Merino.

Pedro Antonio Honrubia Hurtado, para Kaosenlared.

http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/30590-la-fundaci%C3%B3n-francisco-franco-lleva-a-juicio-a-un-artista-que-hizo-una-obra-reflexiva-sobre-la-influencia-del-franquismo-en-la-actual-sociedad-espa%C3%B1ola.html