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El delito, la mentira, el olvido, la injusticia, los intereses corporativos, y la memoria

V. Antonio López. 27-10-2012 | 29 octubre 2012

Actualmente existe una parte de la población que lucha por sacar la memoria del olvido

 

“Si buscamos justicia es porque no buscamos venganza.” Anna Messuti.

Madrid, 27 de octubre de 2012

Por muy poco que hallas leído sobre la guerra civil española, notarás de inmediato que los sublevados fascistas acusan a los fieles al poder legalmente establecido —la República—, de sedición, traición, auxilio a la rebelión o cualquier otro adjetivo parecido, es como si estuvieses leyendo una novela de Kafka, esta obsesión enfermiza de acusar al otro de tus propios delitos, merece un análisis psiquiatra  o por lo menos un curso de psicología avanzada.

Me llama poderosamente la atención que cualquier documento, sentencia, juicio o consejo de guerra de los facinerosos incluyen estos términos una y otra vez, cumpliendo así con la sentencia gobbeliana de que “una mentira mil veces repetida, se convierte en verdad absoluta”, es como si ellos mismos necesitaran creerse la mentira, quizás para asentar su poder en ella, en lugar de donde está asentada, sobre los huesos de un millón de cadáveres, no le encuentro otra explicación, no debe haber mayor oprobio para un militar que ser acusado de traición y deslealtad a su juramento, por eso esa acusación se la traspasan al enemigo.

Del delito y la mentira pasamos a otra constante, el olvido. Las frases más repetidas son: “Mejor no abrir viejas heridas•, yo suelo decir que difícilmente se puede abrir una cosa que nunca se cerró, o se quiso cerrar en falso, y no hay cosa peor para una infección que cerrarse en falso, otra constante es la de; “Los dos bandos cometieron barrabasadas”— esta es de Fraga—, mire Vd., no. Tengo un estudio provincia por provincia que va desde el 17 de julio de 1936 al 21 de ese mes, y en las provincias donde triunfó el golpe de estado —es decir no hubo resistencia—, se cargaron a 70.000 personas por diferentes medios en cuatro días, porque les dio la gana fueron fusilados, paseados o desaparecidos, y si hubo dos bandos es porque el Fascio quiso que los hubiese, nadie les mandó, ¿o si?, otra constante muy recurrente es apelar a “nuestra sed de venganza”, no queremos venganza, queremos justicia.

No olvidar tampoco las vejaciones, insultos y humillaciones sufridas por las mujeres de los fusilados o encarcelados. Esto si tiene una explicación, necesitaban sembrar el terror entre la población, y una vez conseguida la victoria esta táctica continuó hasta la muerte del asesino en serie, y bien que lo consiguió, hoy es la fecha que todavía no se han juzgado sus crímenes. El miedo es paralizante, no lo olvidemos nunca.

Actualmente existe una parte de la población que lucha por sacar la memoria del olvido, pero también existe una corriente de opinión encabezada por Pío Moa que intenta rescribir nuestra historia más reciente, de lo que yo llamo el Holocausto Español, curiosamente con los mismos argumentos que se utilizaron para olvidarla, en eso estamos compañeros, veremos quien gana esta vez.

Otra de las constantes es la injusticia, retomando las palabras de Anna Messuti—abogada de la Querella Argentina contra los crímenes franquistas—, “La venganza es la reacción sin atenerse a normas, procesos o plazos. Si buscamos justicia es porque no buscamos venganza.” La justicia es en estos momentos la peor parada, no existe voluntad política de aplicarla, el primer paso sería declarar nulos todos los procesos de la dictadura, por ser un gobierno ilegítimo, sus leyes y procesos también lo son, por ejemplo; Manuel Fernández Martín, Comandante, Vocal ponente, en el Consejo de Guerra que condenó a Julián Grimau a la pena de muerte, participó en cientos de Consejos de Guerra, no fue nunca ni abogado, cursó el primer año de Derecho y aprobó tres asignaturas en la Universidad de Sevilla, mantuvo su engaño 30 años con la artimaña de decir que su expediente académico se quemó en la guerra, juzgó a más de 4.000 personas. Más de 1.000 fueron fusiladas. Todos los Consejos de Guerra fueron ilegales, pero este caso más.

Desde mi punto de vista, existen dos grilletes que atenazan a la justicia en España. Uno es la Ley de Amnistía de 1977, una cosa inaudita, esta ley se aplica tanto a las victimas como a los verdugos, el Alto Comisionado de las ONU por los Derechos Humanos le recuerda al gobierno español cada cuatro años, que esta Ley es contraria a esos derechos y debe retirarla, hoy es la fecha que aún no ha sido abolida —me gustaría saber si esto ocurriera en Cuba que campaña internacional se montaría contra el régimen cubano—, no lo quiero ni pensar. En realidad esta ley de amnistía es una Ley de Punto final, esa fue su intención al redactarla y esa es la voluntad política de los distintos gobiernos que hemos padecido. El otro grillete que la atenaza es el sentido corporativo que tienen los magistrados, jueces, fiscales y demás personal judicial con sus congéneres de oficio, son reacios a revisar, derogar o rectificar cualquier condena, porque si se abre la espita le van a seguir cientos de casos. Tenemos el caso de Julián Grimau, el de Salvador Puig Antich, o el de José Humberto Baena Alonso, sus familiares están sufriendo lo que no está en los escritos para conseguir la revisión de las condenas y restablecer la dignidad de sus familiares asesinados, es indignante lo que ocurre en este país, no me extraña que muchos quieran abandonarlo. Existe por otra parte un silencio mediático en la publicación de los nombres de los miembros que componían esos Tribunales, yo rogaría que los familiares que dispongan de esta información la publiquen en la Web, que se sepan sus nombres y apellidos, aunque la mitad estén ya muertos.

Por último dedicar unas palabras a las asociaciones memorialistas para alentarlas en su lucha por recuperar la memoria secuestrada durante tantos años, debemos unirnos todos por juzgar los crímenes franquistas, restablecer la dignidad de las víctimas y escribir la Historia de su sacrificio, se lo debemos, y no debemos descansar hasta lograrlo, no importa el tiempo ni los reveses que tengamos que sufrir, las nuevas generaciones deben saber la verdad, nuestros hijos, nietos o nuestros amigos deben saber que la verdad siempre es revolucionaria.

¡Verdad! ¡Justicia! y ¡Reparación!